La ulcera gástrica y las bacterias

La basicidad y la acidez de las soluciones acuosas de muchos solutos resultan ser de mucha importancia en el cuerpo humano. Por ejemplo, en el estómago, para una adecuada digestión de los alimentos, el pH del jugo gástrico debe ser aproximadamente 1,4. Entonces uno se pregunta, ¿cómo las paredes del estómago no son atacadas por este jugo? Y es porque todo el estómago está cubierto de un moco que lo protege de los ácidos, específicamente se trata de un gel viscoso segregado en forma de glucoproteínas por células del epitelio, o mucosa gástrica, impidiendo la retrodifusión de iones hidrógeno desde la luz gástrica hacia el interior de la mucosa.

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Dicha capa de moco constituye una verdadera barrera protectora, con valores de pH que van desde 1,5 en la superficie, hasta 7 en la zona más profunda.

La secreción del moco puede ser alterada por distintos factores, como son algunos fármacos: la aspirina, (ácido acetilsalicílico), los antibióticos, los corticoides; también ciertos alimentos como: picantes, frituras, bebidas alcohólicas y ciertas bebidas gaseosas, también el estrés producido por accidentes, traumatismos, algún shock, etc. Todo lo citado provoca que una bacteria espiralada residente en el estómago (el Helicobacter pylori) o (HP), prolifere e infecte la mucosa.

El organismo se defiende a través de la barrera de moco, de la secreción de bicarbonato y de prostaglandinas provenientes del flujo sanguíneo. Entonces, cuando los mecanismos naturales de protección son insuficientes se producen las conocidas “gastritis crónicas”; esto es, la inflamación persistente de la mucosa gástrica, que se caracteriza por la lesión superficial de dicha mucosa. Y es entonces que si el ácido clorhídrico (HCl), presente en el jugo digestivo corroe las paredes estomacales desprotegidas por la disminución de la capa mucosa, se origina la “úlcera”. Si dicha úlcera avanza, puede causar mucho trastorno, desde dañar un vaso sanguíneo, originar hemorragias y hasta producir una completa erosión o lesión de la pared estomacal.

Si esto ocurre, es necesario efectuar un diagnóstico y tratamiento adecuado de la enfermedad. Antiguamente, el tratamiento de las gastritis y las úlceras aconsejaba luchar contra el exceso de acidez; esto, con una dieta suave, constituida por lácteos, comidas sin picantes ni cítricos, sin alcohol, ni café, sin aspirinas y otros medicamentos irritantes.

SE EMPLEABAN FÁRMACOS PERTENECIENTES A DOS FAMILIAS:

-los antiácidos, que son reguladores de pH del medio-, y -los inhibidores de la secreción ácida, que actúan sobre los sistemas productores de ácidos gástricos.

En la actualidad, se sabe que la (HP), es decir, la Helicobacter pylori es sensible a los antibióticos y, por lo tanto, con tratamientos combinados se podría erradicar la gastritis en un 84% de los casos y mejorarla en un 95%.

El nuevo tratamiento pretende, entonces, un régimen de antibióticos basado en: tetraciclinas, claritromicina, citrato de bismuto, etc.

Lo interesante es saber que los pacientes que interrumpen el tratamiento tradicional presentan recidivas (esto es, recaídas o recurrencias de una enfermedad); sin embargo, con el nuevo modelo, eliminada la bacteria, desaparecen.
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