La responsabilidad... un valor

Plantearse qué es la responsabilidad no es tan sencillo. Un elemento indispensable dentro de la responsabilidad es el cumplimiento del deber. La responsabilidad es una obligación, moral, e incluso, legal de cumplir con lo que se ha comprometido.

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Ser una persona responsable es asumir las consecuencias de nuestras decisiones y las consecuentes acciones. Es tratar de que todos nuestros actos sean realizados de acuerdo con una noción de justicia y de cumplimiento del deber de la mejor manera posible, en todos los sentidos.

La responsabilidad está muy relacionada con la confianza. Confiamos en aquellas personas que son responsables. Ponemos nuestra fe y lealtad en aquellos que de manera estable cumplen lo que han prometido.

Por ejemplo, cuando hay un trabajo práctico grupal cuya calificación compromete a todos los integrantes - de tal manera que si uno de los miembros no satisface las exigencias requeridas el grupo entero será perjudicado - se eligen a los compañeros que se destacan por el cumplimiento de su deber, siempre son predilectas las personas en quienes se confía plenamente y se puede asegurar que se esforzarán para cumplir la tarea.

La responsabilidad es un valor que consiste en cumplir una obligación aunque esto implique sacrificio y no sea siempre algo agradable. Pero no confundamos responsabilidad y obligación; estos son términos similares pero difieren en el cumplimiento. La obligación termina cuando una norma, un pedido o una orden es cumplido, bien o mal, pero llevado a cabo. La responsabilidad va mucho más allá: no sólo es cumplir el deber, sino cumplirlo bien, correctamente, y con una firme convicción personal.

Ejemplos:
El plomero responsable no sólo arregla averías; tiene que tomarse la molestia de hacer bien su trabajo. El carpintero irresponsable pondría una excusa para no cumplir con el compromiso de pintar una puerta en la fecha acordada y tomarse el tiempo en ocupaciones ociosas; en cambio, el carpintero responsable tiene que dejar de hacer aquella ocupación o gusto para terminar el encargo laboral.

CATEGÓRICAMENTE... LA RESPONSABILIDAD ES UN VALOR

Si entendemos por “valor” el conjunto de virtudes que mejora las condiciones de vida y hace posible una convivencia armónica, entonces no hay duda de que la “responsabilidad” es un valor. Porque la responsabilidad permite la convivencia pacífica en la sociedad, en el plano familiar, amistoso, profesional o personal.

La responsabilidad estimula la confianza y hace méritos a las personas.

En el plano personal, aquel joven que pide permiso al padre para asistir a un concierto con la promesa de no ingerir bebidas alcohólicas y regresa con el sopor del alcohol es muy posible que la confianza quedará deshecha, porque el joven no tuvo la capacidad de cumplir su promesa.

Este es apenas un ejemplo de la vida juvenil, la confianza y la responsabilidad se prueban en todas las etapas de la vida, en todos los momentos y en todas las situaciones: en el matrimonio, en el relacionamiento alumno- maestro, empleador- empleado, etc. Es fácil incurrir en el error del capricho y del bienestar inmediato. El esposo puede preferir el gozo inmediato de una conquista, y olvidarse de que su matrimonio es más importante.

El origen de la irresponsabilidad se da en la falta de prioridades correctamente ordenadas. Por ejemplo, el carpintero no fue a pintar la puerta porque llegó su compadre y decidieron tomar tereré en lugar de ir a cumplir el compromiso. En este caso, el carpintero tiene mal ordenadas sus prioridades, pues tomarse un tereré es algo sin importancia, que puede esperar, pero él, y tal vez su familia, depende de su trabajo.

LA IRRESPONSABILIDAD: TOLERANCIA Y CONSECUENCIA

Todos podemos tolerar la irresponsabilidad de alguien si es ocasionalmente, ya que nadie está exento de incidir en el incumplimiento de un deber por motivos diversos. Pero no todos toleraremos la irresponsabilidad de alguien durante mucho tiempo. La confianza en una persona en cualquier tipo de relación (laboral, familiar o amistosa) es fundamental, pues es una correspondencia de deberes, es decir, yo cumplo porque la otra persona cumple.

La consecuencia de la irresponsabilidad es a veces irreversible. Para el carpintero podría significar la pérdida del trabajo; para el marido que quiso pasarse un buen rato puede ser la separación definitiva de su esposa, a quien le juró fidelidad; para el gobernante que usó mal los recursos públicos puede ser la cárcel. En estos casos, la responsabilidad se encuentra en su nivel más elemental, que consiste en cumplir con lo que se ha comprometido.

Pero hay una responsabilidad mucho más difícil de vivir, que es la del plano moral. Si le prestamos a un amigo un libro y no lo devuelve, o si una persona nos deja plantada esperándole, entonces perdemos la confianza en ella. La pérdida de la confianza termina con las relaciones de cualquier tipo: el chico que a pesar de sus múltiples promesas sigue obteniendo malas notas en la escuela, el marido que ha prometido no volver a emborracharse, el novio que sigue coqueteando con otras chicas o el amigo que suele traicionarnos, tarde o temprano terminan con nuestra confianza y no se puede dar la cara por ellos cuando necesitan de referencias o recomendaciones.

LA IRRESPONSABILIDAD SE PUEDE CORREGIR

En primer lugar debemos concienciarnos de que todo cuanto hagamos tiene una consecuencia que depende de nosotros mismos, porque somos nosotros quienes decidimos.

El segundo paso es lograr de manera estable, habitual, que nuestros actos correspondan a nuestras promesas. Si prometemos estudiar y no lo hacemos, entonces no hay responsabilidad.

El tercer paso consiste en educar a quienes están a nuestro alrededor para que sean responsables. Se deben cambiar estas actitudes: dejar pasar las cosas, olvidarse del carpintero y conseguir otro, hacer yo mismo el trabajo de plomería, despedir al empleado, romper la relación afectiva. Por que, ¿qué bien le hemos hecho al carpintero al despedirlo? ¿Realmente romper con la relación era la mejor solución? Incluso podría parecer que es lo justo y que estamos haciendo lo correcto. Sin embargo, de esa manera fomentamos la irresponsabilidad y somos iguales al carpintero irresponsable, al gobernante que hizo mal las cosas o al marido infiel. Porque nuestra responsabilidad es corregir.

El camino más difícil, pero que a la larga es el mejor, es el educar al irresponsable:

Si no vino el carpintero, entonces tenemos que ir por él y hacer lo que sea necesario para asegurarnos de que cumplirá el trabajo.

En el caso del plomero, hacer que repare sin costo el desperfecto que no arregló desde la primera vez.

¿Qué hacemos con el gobernante que no hizo lo que debía? Utilizar los medios judiciales que confiera la ley para que esa persona responda por sus actos.

Corregir a un irresponsable no es cómodo ni agradable. Sin embargo, nuestro deber es asegurarnos de que todos podamos convivir armónicamente y hacer lo que esté a nuestro alcance para lograrlo.

ACTIVIDADES

I. Lee las informaciones, analízalas, reflexiona y responde:

a)¿Es un valor la responsabilidad? ¿Por qué?

b)¿Qué excusas utilizas para evitar responsabilidades? (“soy libre y hago lo que me da la gana”, “yo paso de todo” “nada me importa”, etc.)

c)¿Cómo puedes ser más responsable?

d)¿Qué cualidades ayudan a la responsabilidad?

e)Hemos relacionado la responsabilidad con la confianza. Ahora, ¿la libertad y la responsabilidad están relacionadas también?

II. Escribe tu reflexión acerca de la siguiente situación:

La profesora de Matemática dejó para trabajo individual la resolución de tres ejercicios ya explicados en clase. Raúl, tu amigo más querido, no hizo la tarea y ni siquiera se preocupó en justificar. Pero necesita del puntaje de ese trabajo, por lo que desesperado, cinco minutos antes de la entrega, te pide que tú lo hagas por él, por favor, eres su mejor amigo.

Lo mismo se repite en cada trabajo: en Literatura, en Historia, etc.

¿Qué harías para corregir su irresponsabilidad?
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