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Como elementos originarios de todo cuanto existe, serán concebidos por Demócrito la existencia de entidades materiales, infinitamente pequeñas y, por lo tanto, imperceptibles para los sentidos; y de carácter estrictamente cuantitativo, a los que llamará átomos o indivisibles en griego.
Tanto Leucipo como Demócrito aseguraban que el vacío existía no sólo en nuestro mundo, sino también mucho más allá, en los espacios infinitos del cosmos. Creían en la existencia de un número infinito de mundos, todos compuestos de un número infinito de átomos.
Los atomistas opinaban distinto a los eleatas, que no aceptaban el movimiento como realidad, sino como fenómeno. Leucipo y Demócrito parten de que el movimiento existe en sí.
Naturaleza de los átomos
Demócrito pone como realidades primordiales a los átomos y al vacío. Los eleatas le llamarían el ser y el no ser. Se observa en Demócrito, un esfuerzo por sustituir la noción de cualidad por la de cantidad.
Aunque los átomos no poseen diferencias cualitativas sí poseen diferencias en cuanto a su forma y configuración: la forma, el orden y la posición. Los átomos pueden diferir entre ellos por su forma, del mismo modo que la A difiere de la N; o pueden diferir por el orden que ocupan, no siendo lo mismo AN que NA; o por la posición, de modo que, aun poseyendo la misma forma, la Z se diferencia de la N, pues si giramos la Z noventa grados a la derecha tenemos la N.
El ser es lleno y sólido; el no-ser, es vacío y sutil. Como el vacío existe no menos que el cuerpo, se sigue que el no-ser existe no menos que el ser. Juntos, los dos, constituyen las causas materiales de las cosas existentes.
Según Aristóteles, algunos filósofos creyeron que lo que es, debe ser necesariamente uno e inmóvil, ya que siendo el vacío un no-ente, no podría existir el movimiento sin un vacío separado de la materia ni existir una pluralidad de cosas sin algo que las separe.
Naturaleza de la luz
Aunque en la actualidad es costumbre atribuir a Newton la teoría corpuscular sobre la naturaleza de la luz, muchos siglos antes ya la expuso Demócrito.
Se trata de una cuestión bastante distinta, de la cual se hicieron cargo por primera vez, las escuelas de Jonia y de la Magna Grecia. Demócrito sustenta la teoría de la emisión, o corpuscular, según la cual, el sentido de la visión es posible por la proyección de partículas que provienen de los objetos mismos.
Esta fue sólo la primera de las teorías que existen sobre la luz en la historia de la física.
Al principio, para los primeros filósofos prevaleció un principio aritmético-geométrico para explicar muchos hechos y fenómenos. Por ejemplo, Demócrito explicaba el sabor de las cosas basado en estos principios. Le atribuía una forma geométrica determinada a las cosas para que den tal o cual gusto.
Así, sostenía que la sensación de dulce se debía a la forma esférica de la sustancia que forma al cuerpo que la produce; lo amargo, se debía a la forma lisa y redondeada, y lo agrio o ácido a lo anguloso y agudo. Los fenómenos del tacto, decía, tenían un origen análogo.
Desde antaño, la filosofía trató de buscar una explicación de todos los fenómenos naturales partiendo de un pequeño número de principios básicos, lo que no dejó de influir constantemente en el desarrollo posterior de todas las ciencias.
Tanto Leucipo como Demócrito aseguraban que el vacío existía no sólo en nuestro mundo, sino también mucho más allá, en los espacios infinitos del cosmos. Creían en la existencia de un número infinito de mundos, todos compuestos de un número infinito de átomos.
Los atomistas opinaban distinto a los eleatas, que no aceptaban el movimiento como realidad, sino como fenómeno. Leucipo y Demócrito parten de que el movimiento existe en sí.
Naturaleza de los átomos
Demócrito pone como realidades primordiales a los átomos y al vacío. Los eleatas le llamarían el ser y el no ser. Se observa en Demócrito, un esfuerzo por sustituir la noción de cualidad por la de cantidad.
Aunque los átomos no poseen diferencias cualitativas sí poseen diferencias en cuanto a su forma y configuración: la forma, el orden y la posición. Los átomos pueden diferir entre ellos por su forma, del mismo modo que la A difiere de la N; o pueden diferir por el orden que ocupan, no siendo lo mismo AN que NA; o por la posición, de modo que, aun poseyendo la misma forma, la Z se diferencia de la N, pues si giramos la Z noventa grados a la derecha tenemos la N.
El ser es lleno y sólido; el no-ser, es vacío y sutil. Como el vacío existe no menos que el cuerpo, se sigue que el no-ser existe no menos que el ser. Juntos, los dos, constituyen las causas materiales de las cosas existentes.
Según Aristóteles, algunos filósofos creyeron que lo que es, debe ser necesariamente uno e inmóvil, ya que siendo el vacío un no-ente, no podría existir el movimiento sin un vacío separado de la materia ni existir una pluralidad de cosas sin algo que las separe.
Naturaleza de la luz
Aunque en la actualidad es costumbre atribuir a Newton la teoría corpuscular sobre la naturaleza de la luz, muchos siglos antes ya la expuso Demócrito.
Se trata de una cuestión bastante distinta, de la cual se hicieron cargo por primera vez, las escuelas de Jonia y de la Magna Grecia. Demócrito sustenta la teoría de la emisión, o corpuscular, según la cual, el sentido de la visión es posible por la proyección de partículas que provienen de los objetos mismos.
Esta fue sólo la primera de las teorías que existen sobre la luz en la historia de la física.
Al principio, para los primeros filósofos prevaleció un principio aritmético-geométrico para explicar muchos hechos y fenómenos. Por ejemplo, Demócrito explicaba el sabor de las cosas basado en estos principios. Le atribuía una forma geométrica determinada a las cosas para que den tal o cual gusto.
Así, sostenía que la sensación de dulce se debía a la forma esférica de la sustancia que forma al cuerpo que la produce; lo amargo, se debía a la forma lisa y redondeada, y lo agrio o ácido a lo anguloso y agudo. Los fenómenos del tacto, decía, tenían un origen análogo.
Desde antaño, la filosofía trató de buscar una explicación de todos los fenómenos naturales partiendo de un pequeño número de principios básicos, lo que no dejó de influir constantemente en el desarrollo posterior de todas las ciencias.