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Lo curioso de la canción es que está, como rezan las promociones de muchas películas, "basada en una historia real". El poeta Ocampo, viviendo en aquel entonces en Asunción y siendo sastre de profesión, debía entregar un traje a la medida a un cliente en la tarde del 5 de enero de 1945. Ocampo contaba con el pago que recibiría por el traje para poder comprar a su hija de 3 años un regalo de Reyes.
Sin embargo, el cliente jamás se presentó, y, por consecuencia, la hija del poeta y sastre amaneció el 6 de enero sin encontrar un regalo junto a sus zapatitos.
"Qué malos son los Reyes, a mí no me trajeron nada", se quejó la niña ante su padre esa mañana.
Haciendo uso de su destreza con las letras y adaptando la anécdota a la situación general de aquellos más carenciados, el artista trazó en poema lo que sería la canción. Tras un exitoso recorrido por el país, el poema y su autor fueron empujados al exilio por la revolución de 1947, que llevó a Ocampo y su familia a Buenos Aires, Argentina.
Allí fue donde el músico Martín Escalante, que entonces aún no había formado su inmortal dúo con Carlos Quintana, oyó el poema y le puso música.
La canción comenzaría a ganar la popularidad que cimentaría su vigencia hasta nuestros días recién después de culminada la revolución de 1947, con el Dúo Quintana-Escalante llevándola por todo el Paraguay. Más adelante, precisamente en 1957, la canción sería grabada en Buenos Aires, quedando inmortalizada.
Cada año, "6 de enero" resurge para recordarnos cómo algunos niños no son tenidos en cuenta en esta fiesta tradicional y deben pasar el día con la tristeza de saber que, aunque sean más buenos "que Antonio y Andresito", los Reyes no les traerán nada.