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Si sólo se recomiendan estas verdades fundamentales, muy diferentes serían nuestro sistema educativo, nuestro magisterio, nuestras instituciones de formación docente, nuestros currículos, nuestros sistemas de evaluación, nuestra cultura escolar.
No basta que el profesor enseñe; su misión no es la enseñanza sino el aprendizaje. De nada sirve dar sin recibir, escribir si nadie lee, vender si no hay nadie quien compre.
Buen profesor no es quien prepara y dicta una buena clase, es exigente o comprensivo, según se prefiera; su calidad docente se mide en el impacto de su desempeño sobre los alumnos. Buen profesor es el que está atento a los requerimientos de los alumnos, tiene en cuenta sus ritmos y razones, identifica sus necesidades de apoyo refuerzo, compensa sus debilidades y estimula sus fortalezas.
La buena formación docente no prepara a los profesores únicamente para enseñar sino para responsabilidad con el aprendizaje, para aceptar que, en principio, todos los alumnos están habilitados para aprender, a condición de que lo que se enseña sea relevante y se enseñe bien, si se confía en sus capacidades y se les ofrece el tiempo, la atención y las condiciones mínimas que necesitan.
La buena evaluación -la evaluación bien entendida y aplicada- evalúa no por ello no sólo a los que aprenden sino, sobre todo, a los que enseñan. El alumno desmotivado, el rezagado, el que no comprende, el que repite el año y el que termina por desertar, en verdad califican a sus profesores y sus planteles. La nota tiñe tanto el alumno como el profesor. El cero del alumno corresponde a un gran cero del plantel.
La próxima vez que su hijo o hija llegue con una calificación baja, o con una nota indicando su falta de atención en clase, su desmotivación con la materia o la necesidad de clases adicionales, sepa que, al evaluar a su hijo o hija, profesores y plantel están en verdad autoevaluándose.
Profesor/a: Puedes estar de acuerdo o no con la lectura. Pero sería importante compartir con otros colegas las impresiones que surgen con la presente. Te proponemos un debate.
¡FELIZ DÍA DOCENTE PARAGUAYO!
No basta que el profesor enseñe; su misión no es la enseñanza sino el aprendizaje. De nada sirve dar sin recibir, escribir si nadie lee, vender si no hay nadie quien compre.
Buen profesor no es quien prepara y dicta una buena clase, es exigente o comprensivo, según se prefiera; su calidad docente se mide en el impacto de su desempeño sobre los alumnos. Buen profesor es el que está atento a los requerimientos de los alumnos, tiene en cuenta sus ritmos y razones, identifica sus necesidades de apoyo refuerzo, compensa sus debilidades y estimula sus fortalezas.
La buena formación docente no prepara a los profesores únicamente para enseñar sino para responsabilidad con el aprendizaje, para aceptar que, en principio, todos los alumnos están habilitados para aprender, a condición de que lo que se enseña sea relevante y se enseñe bien, si se confía en sus capacidades y se les ofrece el tiempo, la atención y las condiciones mínimas que necesitan.
La buena evaluación -la evaluación bien entendida y aplicada- evalúa no por ello no sólo a los que aprenden sino, sobre todo, a los que enseñan. El alumno desmotivado, el rezagado, el que no comprende, el que repite el año y el que termina por desertar, en verdad califican a sus profesores y sus planteles. La nota tiñe tanto el alumno como el profesor. El cero del alumno corresponde a un gran cero del plantel.
La próxima vez que su hijo o hija llegue con una calificación baja, o con una nota indicando su falta de atención en clase, su desmotivación con la materia o la necesidad de clases adicionales, sepa que, al evaluar a su hijo o hija, profesores y plantel están en verdad autoevaluándose.
Profesor/a: Puedes estar de acuerdo o no con la lectura. Pero sería importante compartir con otros colegas las impresiones que surgen con la presente. Te proponemos un debate.
¡FELIZ DÍA DOCENTE PARAGUAYO!