La literatura paraguaya

La narrativa es el género más afectado por el contexto histórico-político del Paraguay. Por lo general, predomina el ensayo histórico, y en la escasa producción narrativa prevalecen las corrientes romántico-nacionalistas de exaltación del pasado y de afirmación de los valores espirituales del pueblo paraguayo, heroico sobreviviente de la catástrofe de la guerra de la Triple Alianza (1864-1870).

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Dentro de esa línea tradicionalista, iniciada por el argentino Martín de Goycoechea Menéndez, un glorificador de la Guerra Grande y mitificador de la literatura nacional, hay que mencionar las obras histórico-costumbristas de Natalicio González, Teresa Lamas de Rodríguez Alcalá, Concepción Leyes de Chávez y Carlos Zubizarreta.

Paraguay sufre otra guerra entre 1932 y 1935 -la guerra del Chaco-, que en el plano literario sirvió como una fuente de inspiración, al promover una toma de conciencia de la realidad nacional, y la incorporación de temas significativos: la guerra, los problemas del agro y de los yerbales, la persecución política, el exilio, etc. en la narrativa posterior.

Ejemplo: “Cruces de quebracho”, de Arnaldo Valdovinos, “Ocho hombres”, de José Santiago Villarejo, las dos obras están inspiradas en la guerra del Chaco.

Gabriel Casaccia no queda ajeno a la realidad nacional y escribe “El guajhú”, una colección de cuentos, con el que rompe la visión literaria idealizada y romántica. Pero la narrativa paraguaya adquiere distinción y reconocimiento internacional en la década de 1950, cuando aparecen en Buenos Aires tres obras: “La Babosa”, de Gabriel Casaccia, “Follaje en los ojos”, de José María Rivarola Matto y “El trueno entre las hojas”, de Augusto Roa Bastos.

Las situaciones políticas de los últimos cincuenta años dificultan y explican la producción narrativa paraguaya. En ese entonces, el país ha pasado por una sangrienta guerra civil -la Revolución de 1947-, y ha soportado una de las dictaduras más largas de la historia americana, la del general Stroessner. Por eso, las obras actualmente más conocidas fueron concebidas y publicadas en el exilio.

Los escritores exiliados, sin hacer caso a las censuras ni a la presión dominantes en su país, escriben las obras más impactantes al expresarse libremente y desarrollar sin trabas una narrativa artísticamente elaborada, a tono con el momento histórico presente.

Sobresalen los escritores paraguayos expatriados: Rubén Bareiro Saguier, Gabriel Casaccia, Rodrigo Díaz Pérez, Augusto Roa Bastos y otros.

Nos detendremos a estudiar al mejor representante de la literatura paraguaya: Don Augusto Roa Bastos.

El homenaje que pretendemos rendirle quizá no alcance la magnitud del reconocimiento que él se mereció en vida, como un representante digno de nuestro país, y como uno de las mejores plumas latinoamericanas y, por que no, del mundo. Pero intentaremos describir la vida del genial escritor paraguayo. Su legado a la literatura permanecerá inmortal en el tiempo, como un aporte a la cultura universal.

AUGUSTO ROA BASTOS

Augusto Roa Bastos fue uno de los grandes narradores latinoamericanos contemporáneos. Pero no fue solo un narrador, también se destacó como periodista, poeta, ensayista, guionista cinematográfico y dramaturgo. Fue testigo de la revolución de 1928, trabajó como voluntario en el servicio de enfermería durante la etapa final de la guerra del Chaco, y sin afiliarse a ningún partido político, se puso de lado de las clases oprimidas de su país.

En 1947 tuvo que abandonar su amada patria, amenazado por la represión que el gobierno desataba contra los derrotados en un intento de golpe de Estado. Se estableció en Buenos Aires, donde sobrevivió con trabajos muy diversos, y dio a conocer buena parte de su obra. Otra dictadura lo obligó en 1976 a abandonar Argentina para trasladarse a Francia, y enseñar literatura y guaraní en la Universidad de Toulouse.

Tras un breve viaje a su país -en 1982-, fue privado de la ciudadanía paraguaya, y se le concedió la española en 1983. En 1989 obtuvo el Premio Cervantes.

OBRAS

Su carrera literaria comienza con la pieza teatral “La carcajada”, estrenada en 1930. Otras piezas que escribió después son “La residenta” y “El niño del rocío”, obras que datan de 1942, “Mientras llegue el día”, estrenada en 1946.

Al tiempo que ejercía su vocación de escritor, se desempeñaba como periodista para El País, diario de Asunción que le facilitaría los primeros viajes a Europa. En 1937 tenía escrita la novela “Fulgencio Miranda”, que no fue publicada, y en 1942 apareció “El ruiseñor de la aurora”, y otros poemas.

En Buenos Aires dio a conocer su poemario “El naranjal ardiente”, en 1960. Consolidó su condición de narrador con los relatos “El trueno entre las hojas” y “El baldío”, que se acercaron a los problemas sociales y políticos del Paraguay. Sus novelas “Hijo de hombre” y “Yo el Supremo” le permitieron el análisis de episodios decisivos de la historia paraguaya, desde la dictadura inicial de José Gaspar Rodríguez de Francia, de quien se ocupó en “Yo el Supremo”, hasta la guerra del Chaco y los tiempos más recientes.

La producción de Roa Bastos incluye: “Los pies sobre el agua” (1967), “Madera quemada” (1967), “Moriencia” (1969), “Cuerpo presente”, “Antología personal” (1980), “Contar un cuento y otros relatos” (1984).

También dio a conocer una nueva pieza teatral, “Yo el Supremo” (1985), que aprovecha un episodio de la novela del mismo título. En 1992, con ocasión del Quinto Centenario del Descubrimiento de América, dio a conocer “Vigilia del Almirante”, novela sobre Cristóbal Colón, iniciando un nuevo período de gran creatividad que ya ha dado las novelas “El fiscal” (1993), “Contravida” (1994) y “Madama Sui” (1996). Con estas novelas, Roa Bastos ha insistido en la recreación de momentos y personajes de la historia de nuestro país, enriquecidos a veces con ingredientes autobiográficos y referencias complejas a la condición del propio discurso narrativo.

RECONOCIMIENTOS

Galardonado con el Premio de Letras del Memorial de América Latina, en 1988, con la novela “Yo el Supremo” Premio Cervantes, con la novela mencionada, en 1989.

Condecoración de la Orden Nacional del Mérito, en 1990, en Paraguay.

Premio El Lector, con sus novelas “Vigilia del Almirante” y “El fiscal”.

Ganador del Concurso Internacional de Novelas, de la Editorial Losada, con su obra “Hijo de hombre”.
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