"La familia: Iglesia doméstica de comunión"

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Oración inicial   
  
Animador: ¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor!   
Con este espíritu nos reunimos en esta casa: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.   

Después de terminar nuestras actividades del día, nos congregamos para rezar, reflexionar y cantar, y así prepararnos para la gran fiesta de la Navidad.   

No queremos pasar la Navidad preparándonos para una fiesta social solamente. Queremos dar tiempo a esta fiesta, tiempo y espacio para mirar con gozo ese gran misterio del nacimiento del Niño-Dios.   
Todos: "Niño-Dios, ven en nuestra casa y haz de ella una escuela de oración y comunión".   

Animador: La casa es el lugar privilegiado para rezar y vivir la comunión en familia.   

Que estos nueve días sean encuentros felices; que aprendamos a dialogar y a pedir a Dios por nuestra familia.   

Recemos todos juntos: Padre Nuestro...   

Cantemos una canción de Navidad: Navidad de flor de coco...   

Lectura bíblica: Ef. 5, 22-32   

Reflexión:   
La familia es y puede ser un lugar privilegiado de comunión. Hoy día los valores del matrimonio y de la familia sufren daños en el plano humano, social y religioso. A eso se suman corrientes del pensamiento que rechazan los cimientos de la institución familiar.   

No podemos construir una sociedad honesta, sana, abierta y respetuosa de los demás cuando dentro de la propia familia se viven situaciones de mentira, deshonestidad, prepotencia, autoritarismo, falta de diálogo, falta de respeto entre esposo y esposa, entre padres e hijos y entre hermanos.   

Los valores fundamentales para la vida son aquellos valores que construyen la solidaridad, el amor, el respeto a la persona humana, la verdad, la honestidad, la generosidad, la caridad, el compartir, la fe, el perdón, la esperanza, etc.

La familia cristiana debe promover estos valores, porque son parte de la exigencia del seguimiento a Jesucristo. "Familia: sé los que eres" (Juan Pablo II), una comunidad de vida y de amor, una escuela de comunión, una Iglesia doméstica. La familia recibe la misión de guardar, revelar y comunicar el amor, reflejo vivo y participación real del amor de Dios hacia la humanidad y del amor de Cristo hacia la Iglesia, su esposa. Encontramos allí la comunidad de vida, el sacerdocio bautismal, la caridad, la evangelización y el culto.   

La vitalidad de la familia, Iglesia doméstica, depende de su apertura a Dios y su apertura apostólica. Revitalizar el valor del domingo como día del Señor: descanso, oración y vida familiar, ayudar a erradicar la dispersión y el individualismo. Estos encuentros familiares y eclesiales alientan la espiritualidad de la Iglesia doméstica, al mismo tiempo que fortalecen los lazos familiares.   

La misión de la Iglesia doméstica comienza en primer lugar con el ser de la familia, con la comunión de las personas, el don de la vida y la educación de los niños, se extiende por el apostolado a otras familias o por su influencia sobre la sociedad irradiando su amor y comprometiéndose en el servicio de los demás. Testimonio así el amor trinitario que habita en él y le impulsa en compartir la buena noticia del amor de Dios que se hace uno en nosotros.
   
Vamos a compartir   

- ¿Por qué la familia es y puede ser un lugar privilegiado de comunión?   
- ¿Cómo podemos construir una Iglesia doméstica en comunión?   
- ¿Cuál es la misión de la familia?   

Vamos a rezar   

- Para que en nuestras familias fomentemos los valores fundamentales para la vida. Oremos.   
- Para que empecemos a revitalizar el valor del domingo, participando de la celebración litúrgica y dedicando tiempo a la familia. Oremos.   
- Por todas las familias que están pasando dificultades, para que no pierdan la esperanza y confíen en el Señor. Oremos.   
 Para que permanezcamos unidos a Jesús y María. Oremos.   

Por todos nosotros para que no nos desanimemos a llevar el amor de Dios a otras familias. Oremos.   

Compromiso evangélico   

- Participar en familia de la misa dominical.   
- Si hay alguna ofensa, perdonarnos para vivir en armonía en nuestro hogar.   
- Si hay algún familiar enfermo, visitarlo.   
- En familia visitar a vecinos o amigos necesitados.   

Oración final  

Animador: Qué alegría haber estado juntos como hermanos y dialogar sobre nuestra vida y nuestra fe. Todos hemos hablado y nos hemos enriquecido con los aportes de cada uno. Todo lo que hemos dicho nos debe ayudar a mirar la Navidad con ojos de fe y esperanza.   

Todos: ¡Niño-Dios, ven a nuestra casa y haz de ella una escuela de oración y comunión!   
Animador: Nos retiramos con gozo, pues hemos sentido la presencia de Dios entre nosotros. "Donde dos o tres están reunidos, allí estoy Yo", dice el Señor. Y donde está Jesús está María, su madre. Pidamos a ella que nos acompañe estos días de preparación a recibir a su Hijo Jesús y que El permanezca en nuestros hogares durante todo el año 2010.   

Recemos a María: Dios te salve María...   
Animador: cantemos todos Noche de Paz.
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