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También demuestra que en tiempos primitivos vivieron especies casi humanas del género homo -los homínidos- similares al homo sapiens en muchos aspectos. Sin embargo, el registro fósil no ha demostrado hasta ahora exactamente cómo y cuando evolucionó el homo sapiens actual.
Para comprender mejor la evolución biológica del hombre, es necesario conocer primero que el hombre pertenece al orden de los primates, por lo tanto, junto con el chimpancé, el gorila y el orangután. Las características resaltantes de este orden son las extremidades con gran movilidad, la mano prensil (que puede presionar), con cinco dedos y el pulgar oponible, uñas en lugar de garras, con yemas pulposas sensibles, los ojos en posición frontal y visión estereoscópica.
Presionado por los factores de la selección natural, una especie de primates arborícolas se vio obligada a abandonar los árboles en busca de alimentos, por lo tanto, fue necesaria la adaptación a la carrera y a la posición erecta, sobre todo para escapar de los felinos carnívoros; a consecuencia de esto se dan modificaciones tanto en las extremidades anteriores (brazos y manos) como posteriores (piernas y pies).
2.Se alargan y fortalecen las extremidades inferiores, asumiendo en exclusiva la función de sostén y desplazamiento.
3.Se alinean los cinco dedos del pie, adaptándose a la carrera.
4.Se forma el arco del pie, fundamental para mantener la posición erguida.
En la pelvis
Mandíbula y dentición
La mandíbula y la dentición presentan grandes diferencias entre los antropomorfos y el hombre. El maxilar inferior no tiene mentón (rasgo exclusivamente humano) y la dentición presenta una mezcla de características simiescas y humanas, con 44 piezas en los primeros y solo 32 en el hombre. El paladar de los antropomorfos es alargado, en el hombre más corto; dientes caninos e incisivos grandes, pero reducidos en el hombre; premolar anterior fuerte y puntiagudo en los monos, pequeño y bicúspide en el hombre.
Cráneo y encéfalo
La forma del cráneo de los primates antropomorfos (monos) y la de los primeros homínidos presenta evidentes diferencias. En los primeros, la bóveda craneal es alargada y plana, el hueso frontal forma una saliente sobre los ojos. Tal vez el más importante cambio sea la migración hacia adelante del foramen mágnum (abertura donde se inserta la columna vertebral en el cráneo). La posición más adelantada de este posibilita que la columna se inserte en un ángulo más recto con respecto al cráneo y la pelvis; gracias a esto el hombre logra una postura erecta perfecta.
Las modificaciones craneanas que se van dando posibilitan un aumento del volumen del encéfalo, y con esto el aumento de la masa del cerebro. Aunque la capacidad mental de los hombres actuales no puede medirse por el tamaño del cráneo; sin embargo, en ese proceso evolutivo de animal no racional a racional, el aumento del cerebro es fundamental. Esto es debido a que la mayor parte del desarrollo del cerebro se da en el proencéfalo, que en los mamíferos corresponde a la mayor parte del cerebro. Esto permitió, sobre todo, el aumento de las células nerviosas y no solo eso, sino un incremento de las conexiones nerviosas cerebrales, aspecto fundamental en el logro de la inteligencia humana.
Hominización
Se conoce con este nombre al conjunto de cambios biológicos, anatómicos y fisiológicos que, durante millones de años, fueron haciendo evolucionar a los antropomorfos hasta diferenciarse sustancialmente y constituir una especie nueva el hombre. Desde al abandono de la vida arborícola, el bipedismo, el logro de la posición erecta, el aumento del encéfalo, hasta el logro del sostén de armas y utensilios.