La evolución del hombre (2)

”Suele ser más fácil recuperarse de un fracaso que formarse a partir del éxito”. (Michael Eisner. Cuando Charles Darwin publicó su famoso libro “El origen de las especies” se le atribuyó una frase que, mal interpretada, le causó no pocos problemas en la comunidad científica y religiosa de la época.

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Él afirmaba en su libro, palabras más palabras menos, que el hombre -nosotros- descendemos de un tronco común con el de los grandes monos antropomorfos. Interpretaciones van, interpretaciones vienen, esa “teoría” -por llamarla así- fue interpretada como: “El hombre desciende del mono” o, de otra forma, estamos emparentados con los monos. No es necesario analizar mucho la frase ni ubicarnos en esa época para determinar el revuelo que causó dicha interpretación. Tal vez las dos características evolutivas más misteriosas son precisamente las de más difícil estudio: ¿Cuándo se irguió el primer homínido?, y ¿cuándo su cráneo permitió el desarrollo cerebral para lograr la inteligencia?

Aun después de numerosas teorías tendientes a interpretar y anular las ideas de Darwin, hasta nuestros días no es posible hallar lo que llamamos “el eslabón perdido”, es decir el ser que dio origen al Homo sapiens sapiens actual. La paleoantropología es la ciencia que estudia los fósiles de homínidos, los relaciona y trata de hallar las características evolutivas que se asemejan con las del hombre actual.

Hace varios millones de años, una criatura pequeña y simiesca murió en una zona boscosa que dominaba el paisaje en Hadar, Etiopía (África). Con el tiempo, sus huesos se fosilizaron y 4,4 millones de años después Tim White, de la Universidad de California; Gen Suwa, de la Universidad de Tokio; y Berbane Asfaw, paleoantropólogo etíope, desenterraron los huesos y anunciaron el descubrimiento del más antiguo integrante de la familia humana: el Australopithecus afarensis.

Pero no era el primero ni el único: Donald Johanson ya había revolucionado las teorías evolucionistas del hombre con el descubrimiento de un esqueleto casi completo de un homínido mujer, bautizada como Lucy debido a que en ese momento escuchaba la melodía de Los Beatles ”Lucy en el cielo de diamantes”. Lucy vivió hace 3,2 millones de años.


Las huellas de Laetoli

El volcán Sadiman acababa de escupir otra nube de cenizas que se depositaban lentamente sobre las llanuras de Laetoli, actual Tanzania. Poco después comenzó la lluvia y la ceniza se convirtió en un suave cemento. Un grupo de tres homínidos, tal vez en busca de comida, caminaron sobre el barro y dejaron impregnadas sus huellas. Estas ayudaron a zanjar una de las mayores polémicas de la paleoantropología: ¿cuándo empezaron a caminar los homínidos? Evidentemente, antes del desarrollo y aumento de la capacidad craneal. Los homínidos de Laetoli -de 4 millones de años- eran capaces de andar en dos piernas casi tan fácilmente como un hombre actual.


El primer viajero

Recién con los Homo erectus, cuyos huesos son más largos y la pelvis de tamaño más moderno, se produce una migración del género homínido fuera de África. Hace unos 1,6 millones de años el Homo erectus aprovecha una regresión marina, (proceso por el cual el continente asciende con respecto al nivel del mar) en el estrecho de Sonda y avanza hacia Java.

El hombre de Java y el Hombre de Pekín -ambos Homo erectus- tienen una antigüedad de 1,8 millones de años. Estas criaturas dominaban el fuego, al menos hace un millón de años, y fabricaban instrumentos de piedra.

Más cerebro

Un dato clave en la evolución humana aparece hace medio millón de años al ser hallada una mandíbula del llamado Hombre de Heidelberg (Alemania) que muestra un crecimiento importante del volumen del cerebro, base del logro de la inteligencia.

A pesar de esto y de la casi seguridad de la edad a la que el hombre adquirió la postura erecta, sin embargo no existe hasta ahora la señal inequívoca de cuándo surgió el hombre actual (Homo sapiens).

Una teoría admite que Homo erectus colonizó Asia y Europa y que Sapiens surgió por evolución de este. Pero hallazgos extraordinarios recientes -de cráneos fragmentados datados en 200.000 años- que podrían pertenecer a Homo sapiens modernos. Si estos datos se confirman, la consecuencia podría ser que el hombre moderno no solo surgió en África, sino en otras partes del mundo.


Vencedores de una dura batalla

Resulta curioso que en la actualidad solo una especie de homínido -el sapiens- de las muchas que surgieron sea la única existente. Según las evidencias actuales, hace 100.000 años tendríamos hombres de Neandertal en Europa, homínidos en África, Java y China, pertenecientes a Homo erectus; en total, cuatro especies de seres humanos coexistiendo... y ahora hay solo una. ¿Por qué tuvimos éxito? Quizás nuestro cerebro, en términos neuronales, estaba mejor organizado; o dominamos mejor el entorno. La razón aún no la hemos encontrado, así como tampoco al que nos lo demuestre.
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