La ciencia y los valores (I)

Educar en valores es uno de los principios y objetivos de las nuevas reformas educativas en todo el mundo. Educar en la paz, la solidaridad, el respeto. Pero, ¿qué es valorarme a mí mismo?; ¿puedo valorar a los demás y a lo que me rodea si no me valoro a mí mismo? ¿Es la ciencia compatible con los valores?; ¿cómo aprendo, vivencio y aplico un valor a partir de mis conocimientos científicos? En estos primeros números trataremos de contestarnos estas preguntas, y procuraremos aprender a aplicar las ciencias a los valores.

En las clases de Salud siempre insistimos en la pulcritud. La limpieza de nuestro entorno, la higiene del cuerpo, el orden en nuestras personas, nuestros espacios y nuestras cosas.

Todos los días, con esta actitud, mostramos a los demás nuestra personalidad y costumbres a través de nuestro arreglo personal.

Si no soy aseado, no valoro mi cuerpo y falto el respeto a los demás. El corte de cabello, peinarse debidamente, las uñas recortadas y limpias, así como la higiene bucal son valores saludables.

- Si tu piel o ropa se mancha con algún líquido (tinta, grasa, pintura, polvo), intenta lavarte inmediatamente y eliminar todo residuo.

- Procura comer en el lugar adecuado, con las manos limpias, usando los elementos higiénicos adecuados.

- Limpia periódicamente tus efectos personales y equipo que utilices en casa y lugar de trabajo; coloca todo en su lugar y en correcta distribución.

No olvides el uso de pequeños cestos y bolsas de basura. Todo esto te ayudará a ser más pulcro y respetar el espacio de los demás. Crea un ambiente con la armonía que da el orden y la limpieza, mostrando una respuesta positiva a quienes te rodean.

Valores ecológicos

Si además del descuido personal no mostramos voluntad para realizar acciones concretas, podemos formarnos una idea más clara de nuestra conducta. Por ejemplo, no es raro que mostremos pereza para clasificar la basura, sobre todo, si ya existe quien lo haga. Recoger envolturas, papeles y residuos de comida para depositarlos en su lugar o limpiar líquidos derramados, debería ser actitudes que reflejen el respeto a este valor.

Respeta las normas de cuidado ambiental de todo lugar (depositar basura, no dar alimento a los animales del zoológico, no encender fuego, etc.).

La sana diversión

La importancia de buscar actividades recreativas que nos permitan seguir creciendo en los valores humanos.

El valor de la sana diversión consiste en saber elegir actividades que nos permitan sustituir nuestras labores cotidianas, por otras que requieren menor esfuerzo, sin descuidar nuestras obligaciones habituales, facilitando el desarrollo físico, intelectual y moral de las personas.

Hay quienes piensan que divertirse consiste en reír todo el tiempo y hacer sólo las cosas que nos gustan y sirven de entretenimiento; sin embargo, una buena diversión va mucho más allá de sentirse bien y cómodo.

Aún dentro de las actividades de sano esparcimiento corremos el riesgo de excedernos, como el joven y destacado deportista que prefiere seguir entrenando a cumplir con sus obligaciones escolares y familiares. Recordemos que toda diversión debe facilitarnos vivir los valores de responsabilidad, laboriosidad, trabajo...

Revisa si tus actividades recreativas te sirven para volver a tus ocupaciones con buen ánimo.

- Aprende a dejar tu diversión oportunamente para cumplir con tus obligaciones.

- Comparte tus aficiones con los demás y participa de otras actividades que te propongan, siempre y cuando estén de acuerdo con la vivencia de este valor.

- Haz el propósito de practicar con seriedad y aprender más acerca de tus pasatiempos.

- Evita la inactividad, pues fomenta la pereza y te impide desarrollar este valor.
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