Investigar, leer y escribir

El proceso de realización de una investigación, aunque parezca innecesario mencionarlo, puede definirse a partir de tres situaciones interrelacionadas: investigar, leer y escribir.

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Investigar

Investigar consiste en la búsqueda de toda la información pertinente que nos sirva de apoyatura para el desarrollo de nuestra tesis. Es tanto compilar bibliografía, hacer un trabajo de campo, como observar el comportamiento de nuestro objeto de estudio. Nunca está de más la información. Primero debe compilarse información, debe leerse y, finalmente, se realiza el descarte y la relevancia de la información compilada.

Leer

La lectura, en un sentido genérico, implica todo proceso de observación e interpretación de la realidad. Leer es reescribir aquello que se lee. Cualquier persona, cuando está comentando un programa de televisión o viendo una publicidad en la calle, está haciendo una lectura de ese fenómeno. Vale decir, leer significa interpretar un sistema de signos determinado. En un sentido restringido, la lectura presupone dos instancias: La parte descriptiva y la parte interpretativa. La descripción denota una supuesta mayor objetividad de aquello que se ha leído. La interpretación es más personal y subjetiva. Esta clasificación se torna más compleja si mencionamos, por ejemplo, que la descripción como tal es interpretativa; en tanto aquello que se describe de un objeto, puede estar determinado por el enfoque o punto de vista de quien describe. Es importante diferenciar lo descriptivo de lo interpretativo cuando uno lee o escribe. Previamente a interpretar, es importante tener en claro que se ha comprendido aquello que luego se someterá a interpretación. Es decir, como ejercicio intelectual, siempre es conveniente tener en claro que se ha comprendido qué se está leyendo, para luego como segunda instancia, poder interpretar.

Escribir

Escribir es releer. Vale decir, la escritura como tal no se define como algo que surge espontáneamente. Tanto es así, que la escritura no es más que la etapa final de un proceso de investigación, lectura, análisis e interpretación. Un mito que se acentuó con el romanticismo del siglo XIX nos señala que la escritura es producto de la inspiración espontánea. Esto no es así. Se puede estar más o menos inspirado, pero el proceso de escritura es el resultado de un trabajo previo.

Algo que hay que tener en cuenta cuando se escribe es que, en definitiva, no nos encontramos más que con signos, o como se decía en un soliloquio de Hamlet:” Palabras, palabras, palabras”. Es decir: en materia de escritura, lo más importante consiste en cómo hacer creíble mediante fonemas, palabras, oraciones o discurso determinada afirmación. Si aquello que afirmamos en la escritura es verdadero o falso, es una discusión sólo útil para los epistemólogos o para la lógica positivista. En cuanto a la especificidad de la escritura, más importante que la verdad de los enunciados, es su verosimilitud; es decir, que parezcan “creíbles para nuestros lectores”.
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