Hegel y su idealismo absoluto

Estrechamente vinculada con la situción social, cultural y filosófica, la filosofía de Hegel arranca de un idealismo absoluto para llegar más tarde al materialismo y olvidar la grandeza el espíritu.

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Hegel (1770-1831 es el punto culminante del idealismo alemán. Emprende la tarea de mostrar el ser en su totalidad. Su filosofía es, pues, un idealismo absoluto. Después de él, se producirá un brusco viraje del idealismo al materialismo. La izquierda hegeliana transformará la grandeza del espíritu por la realidad concreta de la materia.

La filosofía de Hegel surge estrechamente vinculada con la situación social, cultural y filosófica de su tiempo, a la vez que es una respuesta racional a los problemas planteados por esa situación.

La guerra de los Treinta Años dejó a Alemania atrasada política y económicamente. No existía un Estado moderno, sino uno carente de justicia centralizada, fundamentado sobre un despotismo feudal. El campesinado aún era muy numeroso, la industrialización era mínima y carecía de una clase media poderosa que pudiese transformar ese estado de cosas.

El espíritu y la dialéctica

En relación con esto, es muy importante el concepto de espíritu del pueblo. Este espíritu es el único concreto y efectivo, ya que el espíritu individual no es sino abstracto. Para Hegel, el espíritu del pueblo da plenitud al individuo.

La Revolución Francesa significó para Hegel el triunfo de la Razón, pues estableció el principio de que el pensamiento debe gobernar la realidad y el orden político-social.

El término ”dialéctica”, aunque no fue Hegel el primero en utilizarlo, sirve para caracterizar toda su filosofía, llamándola método dialéctico o naturaleza dialéctica de la realidad.

La dialéctica de Hegel concibe la realidad como un todo, sin que ello afecte para nada a la relativa independencia de cada cosa en su singularidad.

Espíritu no es lo opuesto a la materia. Es lo más fuerte, profundo y real de lo existente. Es el espíritu del mundo o espíritu universal, la fuerza de todas las fuerzas, la profundidad de todas las profundidades. Es la reconciliación del hombre con la realidad, la reconciliación del sujeto pensante con el objeto pensado.

La historia es la cumbre en el Espíritu Absoluto: es la total superación de todo proceso, la máxima unidad de contrarios, la culminación y la plenitud de todo ser, la expresión máxima de la Libertad, de la Verdad, del Pensamiento.

La comprensión filosófica de la Historia se convierte para Hegel en una justificación del protagonismo de Dios en la Historia, en lo cual todo lo negativo aparece como algo subordinado al Todo, al plan total del Espíritu.

Hegel tiene una visión teológica de la historia que implica que todos los acontecimientos crueles, injustos y bárbaros que se han producido en la historia no tuvieron más remedio que hacerse. Fueron unos instrumentos en manos del Espíritu del Mundo.

La obediencia al Estado

El Estado es la realización de la libertad, la unión de la voluntad universal del Espíritu y de la voluntad subjetiva del individuo. Sólo en la obediencia al Estado es el hombre verdaderamente libre. Por eso los grandes individuos históricos han sido los creadores de los grandes Estados.

Hay que tener muy en cuenta, que Hegel no intenta justificar ninguna forma política concreta. Lo único que intenta justificar es la racionalidad del Estado. El que algunos grupos políticos hayan querido justificar su propia doctrina (totalitarismo) apoyándose en Hegel, es otra cuestión.

La interpretación que hace Hegel del Estado hay que situarla dentro de una época determinada, y tal vez no valga para otra época.
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