Grados de la indisciplina

La indisciplina puede presentarse en diversos grados de extensión.

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1) Como fenómeno individual: restringido a uno, dos, o unos pocos alumnos aislados, cuya conducta desentona la armonía del conjunto de la clase.

2) Como fenómeno de grupo: constituido por las parejas o grupos de alumnos solidarios entre sí.

3) Como fenómeno colectivo o generalizado: que se extiende a todos o casi todos los alumnos de una clase.

4) Se analizará brevemente cada uno de los mencionados grados de indisciplina.

La indisciplina individual puede ser: esporádica u ocasional; crónica o persistente:

* La indisciplina esporádica u ocasionales casi siempre producto de circunstancias pasajeras, manifestada por actos súbitos de irritación, impaciencia, agresividad, descontrol o actitudes antisociales.

* La indisciplina crónica o persistente es casi siempre indicio de anomalías orgánicas o funcionales, o de un desajuste psicológico del alumno.

La etiología de ese desajuste puede ser de naturaleza: biológica, psicológica, familiar o social.

Un examen médico revelará, con frecuencia, disfunciones endocrinas u orgánicas, vegetación adenoidea o amígdalas inflamadas, perturbaciones visuales, auditivas, neurológicas o circulatorias, procesos inflamatorios, granulosas, etc., que podrán exigir ligeras intervenciones quirúrgicas o un tratamiento clínico adecuado.

En tales condiciones, el alumno tendrá una conducta anormal e incontrolada, lo cual indicará la necesidad de un examen médico completo. Además, este examen debe ser el primer paso para cualquier plan de reorientación pedagógica para los alumnos crónicamente desajustados e indisciplinados.

En otros casos, un diagnóstico hecho por un psicólogo o por un psiquiatra denotará en esos alumnos, complejos y frustraciones sicológicas, originarias de traumatismo sufridos en la primera infancia o procedentes de una mala orientación educativa del hogar o de la propia escuela.

Estos complejos perturban el desarrollo normal de la personalidad, lo cual lleva a desajustes tanto en la vida escolar como en la convivencia social.

Las manifestaciones frecuentes de descontrol nervioso o emocional, de actitudes agresivas o antisociales, de negativismo, violencia o exhibicionismo, deben ser para el educador síntomas seguros de un trastorno psicológico más profundo, que necesita un diagnóstico y un tratamiento más especializado.

Con frecuencia, también la conducta crónicamente indisciplinada del alumno representa su protesta inconsciente contra condimentos desfavorables de su medio familiar o social, contra situaciones de injusticia o de inferioridad en el seno familiar (relaciones afectivas entre los hermanos y padres). El alcoholismo, los desempleos paternos, los desentendimientos constantes entre los padres, el hogar deshecho, la orfandad, la extremada pobreza o el lujo, la situación del hijo único, etc., constituyen, casi siempre, obstáculos para el desarrollo sano y normal de la personalidad en formación.

Por cualquiera de estas causas, el alumno indisciplinado constituye un delicado problema, cuya solución se debe buscar, no por los caminos de la represión y castigos, sino por la reorientación educativa hábil y comprensiva, que lleve al alumno a vencer sus dificultades y a resolver sus problemas.
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