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Al referirse al famoso pecado original, escribe: El hombre, por su caída, perdió su estado de inocencia y su imperio sobre la creación, pero una y otra pérdida puede, en parte, repararse en esta vida, la primera por la religión y la fe, la segunda por las artes y las ciencias.
EL HOMBRE RENACENTISTA
Bacon vive y trabaja hacia finales del Renacimiento, una época en la que el hombre considera, a despecho de la Edad Media, que él forma parte de la naturaleza bajo las mismas leyes y los mismos poderes mágicos.
La filosofía humana de aquel tiempo estaba ligada íntimamente a la astrología, es decir, a los astros, pero no desde el punto de vista astronómico, científico, sino a la creencia de que el cielo tenía influencia sobre los hombres.
Como una predecesora de la química moderna, se practicaba la alquimia, con el fin de lograr no solo la piedra filosofal, sino otras sustancias que tuvieran poderes sobre la materia común y la viviente.
Lo único que no hizo el hombre renacentista fue dejar de lado las supersticiones antiguas y muy por el contrario, pretendió sacarlas a la luz para entender y hacerse cargo de cuanto ocurría a su alrededor.
Tanto el brujo, mago, chamán, hechicero o como pueda llamársele, se decía portador de las fuerzas de la naturaleza, confundido con ellas, intérprete al fin, de los inextricables misterios del universo.
EL NOVUM ORGANUM
En su obra Novum Organum, Bacon rechaza la lógica aristotélica. Lo que hace Bacon es vislumbrar e interpretar una lógica nueva, distinta a la del peripatético griego. Consiste en una lógica experimental e inductiva. Al mismo tiempo, con su criterio, la religión tiene una especie de reencuentro con la ciencia. En la concepción baconiana, el hombre puede entonces, ser al mismo tiempo creyente y científico
Los intérpretes, es decir, exegetas y teólogos de las religiones en general, siempre vieron a las ciencias como un peligro. Bacón pretende, y logra en parte, que una nueva lógica pueda compartir con la religión sus leyes y designios, al contrario de la lógica deductiva de Aristóteles, que había caído en lo opuesto. Según Bacon, los hombres tienen tendencia a caer en errores y prejuicios, merced a un intelecto imperfecto. Esto explica en su teoría de los cuatro Ídola o ídolos.
ÍDOLAS
Así, los idola tribus consisten en la tendencia humana a ser presa de su emotividad, lo que lo aparta de toda objetividad para valorar en su exacta medida los conceptos. Los ídolos de la tribu conducen a la falsedad. Es el imperio engañoso de los sentidos.
Del mismo modo, los idola specus (specus caverna) proceden de las características propias de cada hombre, como sus gustos, educación, actividades, connotaciones que surgen de su específica subjetividad, oscureciendo todo lo verdadero.
Los idola fori (mercado). Estas ídolas aparecen por el contacto entre los hombres y según Bacon, provienen casi siempre del lenguaje, causando confusión, dando lugar a conceptos ilusorios. Cuando los conceptos faltan, los suplen oportunamente las palabras, escribe.
Los idola theatri (teatro) son los que se surgen de las falsas teorías, que han mantenido a los hombres en el engaño como los actores engañan a su público en el teatro. La máxima aportación intelectual de Bacon consiste en haber superado algo el escolasticismo, por encima de cualquier prejuicio, supersticiones y creencias ciegas.
EL HOMBRE RENACENTISTA
Bacon vive y trabaja hacia finales del Renacimiento, una época en la que el hombre considera, a despecho de la Edad Media, que él forma parte de la naturaleza bajo las mismas leyes y los mismos poderes mágicos.
La filosofía humana de aquel tiempo estaba ligada íntimamente a la astrología, es decir, a los astros, pero no desde el punto de vista astronómico, científico, sino a la creencia de que el cielo tenía influencia sobre los hombres.
Como una predecesora de la química moderna, se practicaba la alquimia, con el fin de lograr no solo la piedra filosofal, sino otras sustancias que tuvieran poderes sobre la materia común y la viviente.
Lo único que no hizo el hombre renacentista fue dejar de lado las supersticiones antiguas y muy por el contrario, pretendió sacarlas a la luz para entender y hacerse cargo de cuanto ocurría a su alrededor.
Tanto el brujo, mago, chamán, hechicero o como pueda llamársele, se decía portador de las fuerzas de la naturaleza, confundido con ellas, intérprete al fin, de los inextricables misterios del universo.
EL NOVUM ORGANUM
En su obra Novum Organum, Bacon rechaza la lógica aristotélica. Lo que hace Bacon es vislumbrar e interpretar una lógica nueva, distinta a la del peripatético griego. Consiste en una lógica experimental e inductiva. Al mismo tiempo, con su criterio, la religión tiene una especie de reencuentro con la ciencia. En la concepción baconiana, el hombre puede entonces, ser al mismo tiempo creyente y científico
Los intérpretes, es decir, exegetas y teólogos de las religiones en general, siempre vieron a las ciencias como un peligro. Bacón pretende, y logra en parte, que una nueva lógica pueda compartir con la religión sus leyes y designios, al contrario de la lógica deductiva de Aristóteles, que había caído en lo opuesto. Según Bacon, los hombres tienen tendencia a caer en errores y prejuicios, merced a un intelecto imperfecto. Esto explica en su teoría de los cuatro Ídola o ídolos.
ÍDOLAS
Así, los idola tribus consisten en la tendencia humana a ser presa de su emotividad, lo que lo aparta de toda objetividad para valorar en su exacta medida los conceptos. Los ídolos de la tribu conducen a la falsedad. Es el imperio engañoso de los sentidos.
Del mismo modo, los idola specus (specus caverna) proceden de las características propias de cada hombre, como sus gustos, educación, actividades, connotaciones que surgen de su específica subjetividad, oscureciendo todo lo verdadero.
Los idola fori (mercado). Estas ídolas aparecen por el contacto entre los hombres y según Bacon, provienen casi siempre del lenguaje, causando confusión, dando lugar a conceptos ilusorios. Cuando los conceptos faltan, los suplen oportunamente las palabras, escribe.
Los idola theatri (teatro) son los que se surgen de las falsas teorías, que han mantenido a los hombres en el engaño como los actores engañan a su público en el teatro. La máxima aportación intelectual de Bacon consiste en haber superado algo el escolasticismo, por encima de cualquier prejuicio, supersticiones y creencias ciegas.