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Iniciamos la discusión del tema, analizando cuanto sigue:
¿Qué implica la dimensión espiritual en el ser humano? En filosofía se define a la espiritualidad como la doctrina que supone la existencia de otros seres, además de los materiales. Es un sistema que defiende la esencia espiritual y la inmortalidad del alma. Asimismo, con el adjetivo espiritual se indica aquello no apegado a lo mundano. En consecuencia, ¿qué efectos y alcances puede tener esto en la educación de los hijos? Es algo de lo cual podemos sustraernos, ¿o resulta algo vital e imprescindible para una adecuada educación de nuestros hijos?
Importancia de fomentar la dimensión espiritual en el ser humano. Es a través de la educación de la dimensión espiritual que se puede y se debe llegar a desarrollar, entre otros aspectos, la sensibilidad requerida para el fomento y desarrollo de los valores (como el respeto, la honestidad, responsabilidad y solidaridad, por ejemplo), para la profesión de una determinada fe religiosa o incluso para madurar y confirmar la elección de una determinada vocación profesional, incluida la posible opción por una determinada vocación religiosa. Asimismo, se puede asumir que se requiere de una adecuada formación espiritual en el sentido de que supera lo material y mundano para lograr apreciar, disfrutar y desarrollar las diversas manifestaciones del arte, por ejemplo. En suma, a través de la educación de la dimensión espiritual es posible encarar una serie de áreas, temas y aspectos esenciales para el crecimiento integral de la persona humana. Así pues, padres de familia, como primeros y principales educadores de nuestros hijos, es bueno que nos interroguemos, en la intimidad de pareja y en el grupo familiar, si logramos captar e interpretar la importancia y los alcances que puede tener en la vida del ser humano el desarrollo apropiado del ámbito espiritual, y luego actuar en consecuencia.
Queridos padres de familia: Nuestra misión como educadores, nos exige asumir de manera responsable que en el ser humano integral confluyen varias dimensiones (como la intelectual, emocional, y la ética espiritual, sumadas a la meramente física), que de manera complementaria están interconectadas, y que ejercen poderosa influencia en la conducta de toda persona. Y si esto es así, ¿qué esfuerzo hacemos para que nuestros hogares se constituyan en espacios propicios para la formación de seres humanos integrales? ¿Qué valor damos a la formación espiritual de nuestros hijos? ¿Qué ejemplos proyectamos y brindamos a nuestros niños y jóvenes en nuestra cotidiana convivencia familiar, en especial en el ámbito espiritual? Sólo cosecharemos lo que hemos sembrado. Y nuestro país, más que nunca, requiere de una cosecha abundante en el campo espiritual, para ayudar a superar tanto egoísmo, tanta superficialidad, tanto vacío ético y espiritual.
¿Qué implica la dimensión espiritual en el ser humano? En filosofía se define a la espiritualidad como la doctrina que supone la existencia de otros seres, además de los materiales. Es un sistema que defiende la esencia espiritual y la inmortalidad del alma. Asimismo, con el adjetivo espiritual se indica aquello no apegado a lo mundano. En consecuencia, ¿qué efectos y alcances puede tener esto en la educación de los hijos? Es algo de lo cual podemos sustraernos, ¿o resulta algo vital e imprescindible para una adecuada educación de nuestros hijos?
Importancia de fomentar la dimensión espiritual en el ser humano. Es a través de la educación de la dimensión espiritual que se puede y se debe llegar a desarrollar, entre otros aspectos, la sensibilidad requerida para el fomento y desarrollo de los valores (como el respeto, la honestidad, responsabilidad y solidaridad, por ejemplo), para la profesión de una determinada fe religiosa o incluso para madurar y confirmar la elección de una determinada vocación profesional, incluida la posible opción por una determinada vocación religiosa. Asimismo, se puede asumir que se requiere de una adecuada formación espiritual en el sentido de que supera lo material y mundano para lograr apreciar, disfrutar y desarrollar las diversas manifestaciones del arte, por ejemplo. En suma, a través de la educación de la dimensión espiritual es posible encarar una serie de áreas, temas y aspectos esenciales para el crecimiento integral de la persona humana. Así pues, padres de familia, como primeros y principales educadores de nuestros hijos, es bueno que nos interroguemos, en la intimidad de pareja y en el grupo familiar, si logramos captar e interpretar la importancia y los alcances que puede tener en la vida del ser humano el desarrollo apropiado del ámbito espiritual, y luego actuar en consecuencia.
Queridos padres de familia: Nuestra misión como educadores, nos exige asumir de manera responsable que en el ser humano integral confluyen varias dimensiones (como la intelectual, emocional, y la ética espiritual, sumadas a la meramente física), que de manera complementaria están interconectadas, y que ejercen poderosa influencia en la conducta de toda persona. Y si esto es así, ¿qué esfuerzo hacemos para que nuestros hogares se constituyan en espacios propicios para la formación de seres humanos integrales? ¿Qué valor damos a la formación espiritual de nuestros hijos? ¿Qué ejemplos proyectamos y brindamos a nuestros niños y jóvenes en nuestra cotidiana convivencia familiar, en especial en el ámbito espiritual? Sólo cosecharemos lo que hemos sembrado. Y nuestro país, más que nunca, requiere de una cosecha abundante en el campo espiritual, para ayudar a superar tanto egoísmo, tanta superficialidad, tanto vacío ético y espiritual.