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Sin embargo, las experiencias exitosas y cercanas, como la argentina y la brasilera, indican que el fomento de la biotecnología, mediante una política de Estado de largo plazo, no solamente es posible, sino que además es condición esencial para el desarrollo de la agricultura y la calidad de vida de los productores.
Hoy en día, el productor paraguayo logra un volumen alto de producción de granos en una manifiesta inferioridad de condiciones, sin acceso a las mismas biotecnologías que sus competidores del Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay). En el 2011, Argentina y Uruguay aprobaron cinco nuevas biotecnologías cada uno, mientras que Brasil aprobó seis en el mismo año.
A mediados del pasado año, fue promulgado el nuevo reglamento de la Comisión Nacional de Bioseguridad (COMBIO), el cual estableció las bases para la presentación de solicitudes
de aprobación comercial de nuevas biotecnologías en Paraguay. De este modo, mediante un proceso riguroso basado en la ciencia y en la experiencia de otros países, el Paraguay podrá avanzar hacia la incorporación de nuevas biotecnologías a su agricultura.
Una demostración concreta de la funcionalidad del sistema regulatorio paraguayo ha sido la reciente aprobación comercial de un algodón que es tolerante a insectos y, por lo tanto, permite reducir tanto el número de aplicaciones de insecticidas al cultivo como la exposición involuntaria a insecticidas por parte de los productores de algodón.
AVANCES REGULATORIOS EN PARAGUAY
La misión es tan sencilla como profundamente comprometida con el agricultor: producir más, conservar (los recursos naturales) más y mejorar la calidad de vida del productor.
Los recientes avances en la institucionalidad regulatoria nos permiten profundizar nuestro compromiso con el Paraguay, habiendo presentado ya dos solicitudes de aprobación
comercial de biotecnología en maíz: una corresponde al maíz de última generación que ofrece al productor una elevada tolerancia a las orugas que atacan al cultivo, incluyendo la lagarta del cartucho, tolerancia a insectos que dañan las raíces del maíz como la vaquita de San Antonio y, además, tolerancia al herbicida glifosato, lo cual permite impulsar la siembra directa de maíz y, por lo tanto, el manejo sostenible del suelo. Otra biotecnología también presentada a la COMBIO corresponde al maíz tolerante al herbicida glifosato, que juega un rol fundamental al ofrecer un "refugio". El uso de refugios es una buena práctica agrícola que debe acompañar a todas las biotecnologías que ofrecen tolerancia a insectos, para así
maximizar el impacto productivo de la biotecnología.
Esta variedad de maíz ya ha sido liberada en Brasil y Argentina, lo cual asegura el mercado de exportación para el maíz paraguayo. En Uruguay, debiera recibir su liberación comercial en el 2012.
Del mismo modo, aspiramos a lograr que la soja aumente más aún su aporte al desarrollo paraguayo, mediante el uso de biotecnología de última generación: en breve presentaremos a la COMBIO una solicitud de liberación comercial de la soja Intacta, la cual ofrece al
productor tolerancia a orugas, un mayor rendimiento de grano y además tolerancia al herbicida glifosato. Esta soja ya ha sido liberada comercialmente en Brasil y ha sido desarrollada en países del Mercosur.
Por otra parte, en breve iniciaremos los procedimientos regulatorios para acercar al productor biotecnología de última generación en algodón, cultivo muy importante para labriegos y pequeños productores.
BIOTECNOLOGÍA EN LA REGIÓN
Un reciente estudio de Eduardo Trigo, publicado en noviembre de 2011, sostiene que el uso de biotecnología en soja, maíz y algodón le ha reportado a Argentina un beneficio acumulado superior a 70.000 millones de dólares durante los últimos 15 años, es decir, más de cuatro veces el producto geográfico bruto del Paraguay del 2010. Más allá de las diferencias de tamaño entre ambos países, lo sustantivo es el beneficio económico que es capaz de generar la biotecnología.
Recientemente, se ha observado un significativo incremento en las liberaciones comerciales de biotecnología en el Mercosur, no solamente limitado a Argentina y Brasil.
A pesar de su menor tamaño en términos de producción agrícola, Uruguay liberó comercialmente cinco biotecnologías de maíz durante el 2010. Del mismo modo, es notable el avance de la biotecnología en instituciones académicas: mientras que el INTA de
Argentina ha licenciado biotecnologías de algodón para incluirlas en las variedades que desarrolla. Embrapa, en Brasil, ha desarrollado y obtenido la liberación comercial de un poroto resistente a virus mediante el uso de los avances científicos más modernos disponibles en la actualidad. En Paraguay, el rol que IPTA desempeña facilitando ensayos con biotecnología de soja y maíz en sus campos les permite a las empresas generar información local y cumplir con los requerimientos de la COMBIO.
DESAFÍO PARA PARAGUAY
Para que el Paraguay maximice su beneficio de la creciente demanda de granos a nivel global propulsada principalmente por China e India, también por la Unión Europea, un requisito ineludible es la rápida adopción por parte del productor de biotecnologías de segunda generación en soja, maíz y algodón, el uso de buenas prácticas agrícolas; y permitirán un sostenido aumento de la producción agrícola paraguaya y, por lo tanto, de recursos económicos para contribuir al desarrollo económico social del país. De otro modo, dichos beneficios serán capturados por aquellos países que utilizan a su favor la biotecnología, como Argentina, Brasil y Uruguay.
(*) Gerente de Asuntos Regulatorios-Monsanto Latinoamérica Sur.