Cargando...
Tiempo atrás, el microtráfico fue subestimado por las autoridades y recién cuando este sector consiguió pisar fuerte en la sociedad volvió a estar en boca de todos. Actualmente, numerosos distribuidores, conocidos como "dealers" y "manijas", operan en las adyacencias de instituciones educativas, discotecas y pubs, ofreciendo crack y pasta base, también denominada "paco".
Estas drogas, mucho más adictivas que la marihuana, han desplazado a la hierba verde de las preferencias juveniles por el efecto que causan pero, al ser más requeridas por el cuerpo, motivan a los consumidores a delinquir para conseguir su "vicio".
Durante una entrevista, el director de Operaciones de la Senad, Miguel Chaparro, reveló la triste realidad en la que se encuentran varios jóvenes a causa de estar inmersos en el submundo de las drogas. Expresó que el crecimiento del microtráfico se dio con mayor énfasis en Asunción y Gran Asunción, teniendo en cuenta que Paraguay es ruta para el tráfico de cocaína hacia otros países, inclusive a continentes lejanos.
LOS MUERTOS VIVOS
Chaparro denominó a los consumidores de paco como "muertos vivos", puesto que no es una droga blanda. "Con la marihuana se puede desintoxicar más rápido, la persona se vuelve adicta con la primera probada de crack", expresó.
En ese aspecto, los adictos al paco y al crack rápidamente caen en la delincuencia porque "no hay sueldo de diputado que aguante" la provisión de estos estupefacientes. Chaparro señaló que los adictos empiezan robando una licuadora, luego el recreo de la hermana y posteriormente empiezan las "alianzas".
Un adicto al crack busca afanosamente incentivar a un allegado suyo a que consuma esta droga. De esta forma, el "nuevo" recibe ofertas de su "amigo", quien paga 30 mil guaraníes por un paquete que cuesta 20 mil; en ese proceso, el consumidor "antiguo" se ve favorecido con el saldo y obtiene su cometido de forma gratuita.
Chaparro recordó que en un operativo de la Senad allanaron la vivienda de un microtraficante quien, al ser sorpendido, vestía harapos y no precisamente prendas caras, por lo que concluyó que los propios vendedores consumen la droga.
"Los grandes narcotraficantes no son consumidores; sin embargo, el micro si lo hace", dijo Chaparro, corroborando que, de alguna forma, el ingreso obtenido por el estupefaciente vuelve a ser invertido en el mismo producto.
ZONAS PREDILECTAS
Aparte de las adyacencias de los colegios, las discotecas, las bodegas, están los grandes núcleos de venta de droga que son los barrios marginales, a los que Chaparro se refirió "sin ánimo de discriminar".
Entre los más conocidos, citó a Villa Hule, Añareta'i, Cable Guy, Villa Virgencita de Loreto, la Chacarita, Kuwait, Sarajevo, Marquetalia y barrio Ypatí, entre otros.
Chaparro manifestó que, en una oportunidad, realizaron un operativo de rastrillaje en la zona de la Chacarita. Al momento de dar con los distribuidores de droga de la zona, recibieron amenazas de los vecinos, por lo que tuvieron que abandonar el lugar a pie, puesto que fueron advertidos de que su camioneta sería apedreada. "De 10 casas, siete están vendiendo", señaló.
Según estadísticas comprobadas por la Senad, el 80% de la marihuana producida en Paraguay va a Brasil, otro 10% a otros países y sólo un restante de 10% queda para el consumo interno. Apoyándose en estos datos, el director de Operaciones del ente estatal encargdo de la lucha contra las drogas corroboró que la marihuana fue parcialmente desplazada por el paco.
No obstante, señaló que en Paraguay sólo se tienen problemas con la marihuana, la pasta base y el crack, puesto que otras drogas como la metanfetamina, el éxtasis y otras no tienen cabida en nuestro país.
CADA VEZ MÁS JÓVENES
Esporádicamente hay niños de 11 años, pero en un 90% los consumidores de crack, pasta base y marihuana están entre los 14 y 17 años de edad. Inclusive, Chaparro señaló que hay niños de 10 años que, al no conseguir cola de zapatero, fuman directamente esta droga, obtenida de una solución química.
Al explicar los principales motivos por los cuales se consume, señaló en primer lugar la curiosidad en el joven por experimentar, pero también manifestó que "la droga no habla", alegando que los estupefacientes no van a pedir se los consuma sino va a ser el mismo joven quien se sumerja en el ambiente.
Por otra parte, señaló que hay muchos jóvenes cuyos padres van a España y, con la excusa de que son abandonados, buscan refugio en las drogas. "Una vez una persona me dijo en una conferencia: 'Es mejor comer puchero juntos que asado por separado'", argumentando que la destrucción de los lazos familiares tiene mucho que ver con el auge del consumo.
Chaparro manifestó que una buena alternativa para evitar que los jóvenes se droguen es que ingresen al Comando de Institutos Militares de Enseñanza de Formación de Oficiales de Reserva (Cimefor). "No es que quiera promocionar la vida militar, pero a los 18 ya es tarde. El libertinaje lo lleva a hacer cualquier cosa", señaló.
La importancia de la familia, de conocer adónde, con quién y a qué hora es fundamental para controlar que los hijos no ingresen a este mundo, señaló Chaparro, evidenciando el cada vez más ausente cimiento que sostiene al principal núcleo de la sociedad.
Sin embargo, el desinterés de las autoridades es tal que la Senad tuvo un recorte presupuestario -establecido en el Congreso- por lo que actualmente, sólo 100 agentes tienen a su cargo el rastreo, incautación y la destrucción de la gran cantidad de droga que se produce y transita por nuestro país.