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La romántica imagen del Paraguay de los naranjos, guayabos, jazmines y azahares, despierta de su realidad pictórica en cada mes de diciembre. La peregrinación a Caacupé inicia el viaje por una geografía con aroma a flor de coco, pesebres de adornos naturales, comidas típicas: sopa paraguaya, ryguasu kae, que culmina el 25 de diciembre con la celebración del nacimiento del Niño-Dios. El día de la veneración maternal a la Virgen abre, para cada paraguayo, simbólicamente el camino a Belén. Cada 8 de diciembre, los paraguayos peregrinan desde diferentes lugares del país hasta la ciudad que alberga a Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé.
Día de la Virgen de Caacupe
Según los relatos que trascienden de boca en boca, con el correr del tiempo, la historia de la peregrinación a Caacupé comienza: Hacia el año 1603, cuando un indio cristiano, escultor de profesión, había ido al bosque en busca de barro. Otros nativos de la aldea enemiga del indio cristiano -los mbayaes- se encontraron con él y lo persiguieron con la intención de matarlo. Al verse en peligro de muerte, subió a un frondoso árbol y, casi en la copa, prometió a la Santísima Virgen, que si lo salvaba de aquel peligro, tallaría una imagen de la Virgen con la madera de ese mismo árbol.
Por obra divina, el devoto indio se vio librado de caer en manos enemigas y al poco tiempo hizo una imagen de la Inmaculada Concepción, que se destinó primero al culto privado, pero no pasó mucho tiempo para que llegase a ser públicamente venerada y poder auxiliar a los necesitados. Cuenta la leyenda, que el indio esculpió en realidad dos imágenes: una de ellas es la que se conserva en la ciudad de Tobatí y la otra es la que recorrió un largo camino a través de los años hasta que por fin llegó a Caacupé, ya que el indio era procedente de Tobatí y la suposición popular es que desearía conservarla hasta la muerte.
Se cree que el piadoso escultor -que conservaría la imagen hasta su muerte- se ahogó en las aguas, ya que nunca volvió a reclamarla; mientras que el pequeño cofre pudo flotar y se salvó dicha escultura, que es la que recorrió el camino de mano en mano hasta Caacupé.
De lo que se sabe, la Virgen pasó por varios lugares hasta llegar a construírsele un lugar fijo en el año 1765 en lo que hoy es el Santuario de la Virgen de Caacupé (detrás de los montes). Desde entonces hasta hoy, los paraguayos recurren cada 8 de diciembre a Caacupé en señal de fe.
Colocar el pesebre
El pesebre más antiguo que se inscribe en las amarillas páginas de la historia, data del año 343 y mostraba al niño Jesús en una cuna acompañado por las figuras del asno, del buey y de algunos pastores. Ya en el siglo IV aparecen las figuras de los tres Reyes Magos, de quienes se tiene recuerdo del Evangelio de Mateo: Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle. Poco o nada más se sabe de ellos.
Uno de los religiosos que impulsó la devoción al pesebre fue san Francisco de Asís, y los padres Franciscanos desde Italia lo trasladaron a España, donde se enriqueció con la fuerza interpretativa, aumentando en su aspecto escenográfico y la ubicación de los ropajes de los personajes según la ciudad o la región. Desde España se trasladó hacia el nuevo continente. Con el correr del tiempo dejó de ser propiedad de los palacios para enriquecerse en la representación emotiva de los hogares. Los pesebres son tesoros familiares celosamente custodiados, que son el orgullo de cada familia que los presenta el 25 de diciembre a familiares y amigos.
El polvo que ha permitido levantar el tiempo, hizo que los pesebres sean venerados en la intimidad de los hogares y en el seno de las iglesias. Nuestro pesebre paraguayo huele a flor de coco, azahares, a figuras de barro, pinos y palmeras; a frutas típicas tropicales de esta época. No importa el material, la suntuosidad o humildad con que esté realizada la recreación viva del nacimiento, sino el entusiasmo y la emotividad con que la familia lo prepara el día 8 de diciembre, despertándose en cada integrante de la familia el sentimiento de adoración a la Sagrada Familia.
Día de la Virgen de Caacupe
Por obra divina, el devoto indio se vio librado de caer en manos enemigas y al poco tiempo hizo una imagen de la Inmaculada Concepción, que se destinó primero al culto privado, pero no pasó mucho tiempo para que llegase a ser públicamente venerada y poder auxiliar a los necesitados. Cuenta la leyenda, que el indio esculpió en realidad dos imágenes: una de ellas es la que se conserva en la ciudad de Tobatí y la otra es la que recorrió un largo camino a través de los años hasta que por fin llegó a Caacupé, ya que el indio era procedente de Tobatí y la suposición popular es que desearía conservarla hasta la muerte.
Se cree que el piadoso escultor -que conservaría la imagen hasta su muerte- se ahogó en las aguas, ya que nunca volvió a reclamarla; mientras que el pequeño cofre pudo flotar y se salvó dicha escultura, que es la que recorrió el camino de mano en mano hasta Caacupé.
De lo que se sabe, la Virgen pasó por varios lugares hasta llegar a construírsele un lugar fijo en el año 1765 en lo que hoy es el Santuario de la Virgen de Caacupé (detrás de los montes). Desde entonces hasta hoy, los paraguayos recurren cada 8 de diciembre a Caacupé en señal de fe.
Colocar el pesebre
El pesebre más antiguo que se inscribe en las amarillas páginas de la historia, data del año 343 y mostraba al niño Jesús en una cuna acompañado por las figuras del asno, del buey y de algunos pastores. Ya en el siglo IV aparecen las figuras de los tres Reyes Magos, de quienes se tiene recuerdo del Evangelio de Mateo: Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle. Poco o nada más se sabe de ellos.
Uno de los religiosos que impulsó la devoción al pesebre fue san Francisco de Asís, y los padres Franciscanos desde Italia lo trasladaron a España, donde se enriqueció con la fuerza interpretativa, aumentando en su aspecto escenográfico y la ubicación de los ropajes de los personajes según la ciudad o la región. Desde España se trasladó hacia el nuevo continente. Con el correr del tiempo dejó de ser propiedad de los palacios para enriquecerse en la representación emotiva de los hogares. Los pesebres son tesoros familiares celosamente custodiados, que son el orgullo de cada familia que los presenta el 25 de diciembre a familiares y amigos.
El polvo que ha permitido levantar el tiempo, hizo que los pesebres sean venerados en la intimidad de los hogares y en el seno de las iglesias. Nuestro pesebre paraguayo huele a flor de coco, azahares, a figuras de barro, pinos y palmeras; a frutas típicas tropicales de esta época. No importa el material, la suntuosidad o humildad con que esté realizada la recreación viva del nacimiento, sino el entusiasmo y la emotividad con que la familia lo prepara el día 8 de diciembre, despertándose en cada integrante de la familia el sentimiento de adoración a la Sagrada Familia.