El texto argumentativo (I)

El discurso argumentativo o argumentación es una exposición sobre un tema, producto de la deducción y del razonamiento, en el que se da como garantizada la verdad sobre el asunto tratado. Todo razonamiento expresado en palabras es un argumento.

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Tanto la argumentación como la exposición se dirigen al entendimiento; pero existe entre las dos una notable diferencia. La exposición cumple su función si las personas a quienes se dirige comprenden lo que se expone; en cambio, la argumentación cumple su propósito si hace creer que lo que mantiene es cierto; la exposición pretende explicar y la argumentación convencer.

La diferencia entre un argumento y una exposición puede demostrarse mediante una comparación: un abogado argumenta cuando trata de convencer al jurado de que su cliente tiene a la razón; a su vez, el juez estará exponiendo para ver si el jurado comprende el asunto tal y como es.

PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA ARGUMENTACIÓN

La argumentación es un proceso de razonamiento, deducción o controversia.

El discurso argumentativo utiliza los procedimientos de convencer o persuadir a la inteligencia, por pruebas o presentación de evidencia.

Pretende influir en la opinión o voluntad, o ambas a la vez, del receptor.

ESTRUCTURA

En todo argumento, corto o largo, desde el discurso del abogado o el sermón del predicador hasta el razonamiento del vendedor, se consideran las siguientes partes:

El exordio o introducción: Es uno de los pasos más delicados. Es muy importante que la persona que sostiene el argumento produzca una buena impresión en sus oyentes, para que estén atentos y expuestos a la persuasión. Se recomienda:

Crear la impresión de sinceridad, dignidad y mutuo respeto. El orador que consiga llevar al ánimo de sus oyentes la convicción de que cree lo que está diciendo, conseguirá que todo su discurso sea apreciado benévolamente.

Se debe atraer la atención del oyente desde el principio. La atención es el primer paso en todo proceso comunicativo, y el que quiere persuadir o convencer a alguien debe, ante todo, asegurar su atención. Esta puede obtenerse presentando la primera fase del asunto de una manera nueva y atractiva. Si se logra despertar la curiosidad de los oyentes, la atención se despierta naturalmente.

Procurar que la introducción sea sencilla y natural antes que laboriosa o rebuscada.

El tono que debe emplearse es el de la conversación, que tiende a establecer una sensación de intimidad entre el orador y los oyentes.

Es mejor prometer poco y dar mucho, que hacer lo contrario.

Es conveniente comenzar con cierta emoción y sentimiento reprimidos, y reservarlos para las últimas partes.

No debe anticiparse un argumento importante o un punto efectivo del argumento en la introducción.

La extensión de la introducción debe estar a tono con el discurso entero. No se debe iniciar un corto discurso argumentativo con una larga introducción, ni una exposición larga con un exordio insignificante.

La división de la argumentación: En esta etapa, el orador establece el método general o plan de argumento que debe seguir, y los encabezamientos o divisiones del asunto del discurso.

La exposición: Se presentan a la consideración del oyente los principales hechos generales del asunto del discurso. Deben tenerse en cuenta estas ideas:

Exponer la proposición con claridad, para que los puntos puedan ser fácilmente comprendidos, y con brevedad, para que pueda ser recordada con facilidad.

Ajustarse a los verdaderos hechos del caso, pero procurando recalcar y fijar la atención de los oyentes sobre los rasgos y puntos que son favorables.

La exposición de puntos de comprobación fácil debe preceder a la de ítems más difíciles; los puntos más sencillos deben preceder a los más complejos.

Evitar la introducción de pruebas argumentativas en la exposición. La exposición es simplemente la promesa de pruebas que han de seguir.

Razonamiento: Es la esencia del argumento. Es de vital importancia que el orador comprenda profundamente y explique a sus oyentes la tesis exacta de lo que pretende aprobar, ya que la finalidad del argumento es convencer y persuadir al auditorio de que la prueba aducida es suficiente para sostener o refutar la proposición. El punto de partida ha de ser perfectamente claro. Es importante considerar:

- La proposición no debe ser tendenciosa o dejar entrever una convicción en pro o en contra de la misma, sino guardar un justo medio entre la creencia y la incredulidad, la certeza y la duda. El problema es influir en el juicio del oyente, a fin de que decida en favor o en contra de la proposición.

- La prueba o confirmación es el procedimiento de determinar la convicción en uno u otro sentido, y de disipar las dudas, para que cualquier grado de asentimiento o negación, como de creencia o conocimiento, se siga como una consecuencia.

- El llamamiento a las emociones: Es una forma de forzar el argumento, y un artificio en el que la inteligencia queda deslumbrada por la fuerza del sentimiento. Al formarse una opinión, la mayoría de las personas emplea sus facultades razonadoras en forma limitada, mientras que depende de la fuerza impulsiva de sus sentimientos o emociones. Las emociones son favorables a la acción intelectual cuando ayudan al interés. Un orador razonador y frío será menos efectivo que otro apasionado y vehemente. La gente piensa en imágenes y es preciso hablarle en esta forma para que lo expuesto le sea accesible.

En consecuencia, el llamamiento a la imaginación tiene excepcional influencia. La multitud se deja unir y gobernar por la emoción más que por la razón. La emoción es el lazo natural, pues los hombres difieren mucho menos en este sentido que en inteligencia.

La peroración o conclusión: El orador sintetiza todo lo que ha dicho y contribuye a dejar en la mente del auditorio una idea clara y fuerte del mensaje, resumiendo el espíritu y esencia de su argumento. Es una recapitulación que resume ordenadamente todos los argumentos presentados.

La esencia del argumento debe exponerse clara y brevemente en la recapitulación, acentuando cada punto importante y pasando sobre los puntos menores con una breve mención. La conclusión debe ser el resumen de un argumento convincente. Cuando se ha dicho todo lo que es importante y se ha llegado a la conclusión, cualquier palabra pronunciada después de que se haya alcanzado este punto, sólo sirve para debilitar lo dicho.

ACTIVIDADES

I. Subraya la opción correcta:

El texto argumentativo tiene como propósito:

a) La explicación de un tema.

b) Convencer e influir en la voluntad del receptor.

La exposición y la argumentación:

a) No tienen diferencias, ya que los dos tipos de discurso se dirigen al entendimiento.

b) Se diferencian en las funciones. La primera explica y la segunda persuade.

Las características de la argumentación son:

a) Utiliza pruebas o evidencias; es un razonamiento y pretende convencer.

b) Recurre con frecuencia a las metáforas y emplea mucho el rodeo de las ideas.

Las partes de un texto argumentativo son:

a) La fecha, el saludo, el cuerpo, la despedida y la firma.

b) El exordio, la división, la exposición, el razonamiento, el llamamiento y la peroración.

II. REALIZA UN CUADRO ESQUEMÁTICO DE LA ESTRUCTURA DE LA ARGUMENTACIÓN. TE SERÁ MUY ÚTIL A LA HORA DE REDACTAR
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