El pueblo guaraní (2ª Parte)

En la entrega anterior de Antropología Social y Cultural hemos iniciado el abordaje de las costumbres de los Guaraníes, hablamos de las costumbres en cuanto a la vestimenta, la vivienda, las prácticas funerarias y el chamán. Pero la rica historia de nuestro ancestro no termina allí, y hoy continuaremos con otros importantes rasgos culturales de los Guaraníes.

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Familia

Los Guaraníes vivían en familias extensas, que incluían a los padres, los abuelos, los tíos, cuñados y cualquier miembro que guarde alguna relación de parentesco. Esta forma de organizar la familia garantizaba a sus miembros la seguridad y la protección, principalmente a los niños. Además, era una especie de escuela cultural donde se educaba a los niños en las diferencias entre sexo: a la niña se le enseñan las labores del hogar y al niño se le adiestra para la guerra.

Educación

Era llevada a cabo mediante la tradición oral: los niños y adolescentes escuchan las historias y los mitos de sus antepasados. Esos relatos servían para que los educandos tuvieran una idea del origen del mundo y de los dioses, y para que comprendieran la función de los seres y las cosas. El objetivo de esta educación es el “aguyje”, es decir, la madurez y la perfección.

Los educadores eran llamados “romokuaaka” y los educandos se denominaban “akuaakuaa”. Formaban parte de la educación los “arakuaa” (consejos), a través de los cuales se incorporan los valores en los que se educan los niños.

El areté

Antiguamente los Guaraníes celebraban el “arete”, una fiesta de reciprocidad y la redistribución. Esta festividad se realizaba después de las cosechas y en ella invitaban a los pueblos vecinos. El significado del “arete” sería “don de dar algo gratuito con el objeto de agradar”.

En la víspera, los anfitriones se preparaban limpiando sus cuerpos, quitándose las cejas y pestañas y coloreándose los rostros, manos y pies, y preparando sus collares y brazaletes. El prestigio del que invitaba se medía por su capacidad de convidar. El fin del “arete” era asegurar la alimentación de todas las familias durante varios meses, por eso se realizaba la distribución de las cosechas. No había tiempo límite para las fiestas de los “arete”; a veces duraban meses, porque cada familia organizaba una fiesta si la cosecha era abundante.

La crianza de los hijos

La madre acompañaba a los hijos en los primeros años en forma más directa que el padre, porque este cumplía el rol de cazador que lo mantiene a veces ausente por un tiempo considerable.

En las migraciones que se realizaban a un ritmo acelerado, el padre del niño lo transportaba sobre sus hombros y debía llevarlo consigo en las cacerías; solamente podía dejarlo con su madre cuando había huellas o rastros que indicaban la presencia de algún animal peligroso.

La madre amamantaba a su hijo hasta los tres o cuatro años. Pero no era sólo un hijo el único que podía ser amamantado, a veces una madre amamantaba a dos o más de sus hijos, inclusive a un coatí que criaban como mascota. En ocasiones, la madre se colocaba cera negra en los pezones si no quería amamantar a su hijo; en ese caso, se le daba al niño la pechuga de alguna ave, sin cocinar, para que el niño la succione.

Los padres fabricaban collares a sus hijos con los dientes de los jakare que lograban capturar. Los agujereaban y ensartaban un cordón de fibra de ortiga brava y enlazaban al cuello de los niños. Este collar tenía un significado especial; no era un simple ornamento, simbolizaba la capacidad de caza de su padre. También se preparaban collares de penes de armadillos para los niños, con los cuales se indicaba el prestigio social de los padres del portador.

El fuego

Las familias se sentaban en los fogones y allí realizaban sus reuniones, donde comentaban sus experiencias diarias, planeaban sus actividades siguientes, etc.

En torno al fuego se realizaba también la ingestión de las presas, y era el momento del encuentro entre padres e hijos. Cuando hacía frío, el fuego cumplía un papel fundamental: a la hora de dormir, los integrantes de una familia se colocaban unos sobre otros a un lado del fuego para lograr calentarse y así dormir a una temperatura agradable. Con estos hechos, los niños aprendían a dialogar, pero sobre todo a escuchar a sus padres y familiares, a compartir el alimento y el lecho.

Además, a la noche, alrededor del fogón y antes de acostarse, era el momento apropiado para extraerse las espinas o astillas y para que los niños procedan a sacar a sus mayores las garrapatas o piojos de las partes genitales o las axilas.

La educación sexual

Por lo general, los padres realizaban el acto sexual delante de sus hijos, ya que para ellos era una forma de desarrollar la sexualidad infantil. De esa manera, el niño descubría parte de su origen, ya que según las tradiciones la otra parte era de origen animal, de la presa capturada por el padre y consumida por la madre durante el embarazo. Precisamente el niño llevaba el nombre de esta presa.

Los Guayakíes del Yñarô practicaban la poliandria (la unión de una mujer con varios hombres). Entre estos, los hombres ocupaban una determinada posición en el lecho según el prestigio que gozaban ante su mujer. Todos, sin excepción, debían ocuparse de todos los hijos de su mujer.

ACTIVIDADES

I. Describe cómo eran los Guaraníes en cuanto a:

a) Familia:
b) Educación:
c) El arete:
d) La crianza de los hijos:
e) El fuego:
f) La educación sexual:

II. El “arete” y el “aguyje” tenían un significado diferente de la connotación actual. Compara y explica las diferencias y semejanzas.

III. La familia de los Guaraníes era una especie de escuela cultural donde se educaba a los niños en las diferencias entre sexo. Esta escuela cultural, ¿Se fomenta aún en algunas familias (indígenas o no indígenas)? Apoya tu respuesta con ejemplos.
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