El PH del suelo y nuestras plantas

El ph del suelo se conoce como una reacción, y esta es muy importante para el buen desarrollo de las plantas, sobre todo de nuestra huerta.

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Esta reacción se mide universalmente por un módulo que va del 0 al 14, en donde el “0” se considera completamente ácido y el “14” completamente alcalino. Siendo el medio el punto neutro, es decir, el “7”.

Hay plantas que prefieren suelos ácidos y otras los prefieren alcalinos, pero el 90% los prefieren neutros o ligeramente alcalinos. En realidad, podemos decir que los suelos con ph de 6.8 a 7.2 son los suelos preferidos por todas las hortalizas.

Hay dos resultados de la reacción del suelo. Cuando estos son ácidos, trae como consecuencia la proliferación de hongos, que aunque hay algunos que benefician a la agricultura, la mayoría son motivo de enfermedades en casi todos los cultivos, ya que se alimentan de los mismos elementos de los que se nutren las hortalizas y demás plantas.

Hay plantas que prosperan fácilmente en suelos ácidos como el arroz, la papa y todas las coles o repollos. Pero a la papa y a los repollos les atacan enfermedades favorecidas por el ph ácido de 5.5 a 6.0.

Por otro lado, en los suelos alcalinos proliferan rápidamente las bacterias. Estas son importantes para la agricultura, y especialmente las bacterias productoras de nitrógeno, o mejor dicho “fijadoras” de nitrógeno y también las bacterias de la nitrificación. Ambas requieren condiciones neutras o ligeramente alcalinas.

Este proceso de nitrificación lleva a la formación de ácido nítrico libre, asimilable por las plantas. Para ello son necesarias las bases que lo puedan neutralizar fácilmente, lo que sucede con los suelos alcalinos.

¿Qué elementos conocemos, y que está a nuestro alcance para conocer de acidez y alcalinidad? Ácido podemos decir que es el jugo del limón, por todos conocido; y alcalino y muy fuerte, es la cal viva.

¿Cómo podemos saber el ph de nuestra huerta? Es consultando a alguna agencia del MAG o en la Facultad de Agronomía, de cualquiera de las universidades. También podemos hacerlo con las hojitas tornasoladas en venta en algunos centros farmacológicos, aunque la determinación no es tan exacta como la que la hacen químicamente.

Al hacer nuestro compost, debemos tener en cuenta la forma como colocamos los ingredientes. Primero vegetales secos, luego vegetales verdes en capas iguales, encima colocaremos la bosta de cualquier origen; y atención, ahora una pequeñísima capa de apenas uno o dos puñados de cal apagada (para evitar el exceso de acidez que producirán los otros elementos al fermentar).

Y, por último, agregarle un poco de tierra gorda y los restos de la cocina, si tenemos ceniza, o de la quema de leña. Nunca olvidar la cal, ya que si abonamos con compost sin cal, podemos acidificar nuestro suelo.
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