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A lo largo de la historia, el hombre ha dirigido su atención hacia su propio mundo interior. Gracias a esta búsqueda de lo intrínsecamente humano se pudo disfrutar de grandes producciones artísticas, como las tragedias griegas. En ellas, se narraban las aventuras del hombre que explora los abismos y vericuetos del alma.
En el año 334 a.C., Aristóteles postuló que la tragedia es capaz de lograr que el alma se eleve y se purifique de sus pasiones. Este proceso, que se denomina "catarsis", es la purificación interior que logra el espectador a la vista de las miserias humanas. El fondo común de lo trágico será la lucha contra un destino que determina la vida de los mortales y el conflicto que se abre entre el hombre, el poder, las pasiones y los dioses.
Los griegos fueron los creadores de la tragedia. En un principio, tuvo un sentido religioso.
Los teatros debían edificarse en las inmediaciones del templo del dios. Los actores y cantores eran considerados personajes inviolables y sagrados por los sacerdotes.
Para los griegos, Dionisios era la divinidad protectora de la vida y símbolo del placer, el dolor y la resurrección. Durante la época de la vendimia en su honor, se cantaban himnos y ofrecían un macho cabrío en su honor. En los poblados y en las plazas, el público danzaba alrededor del altar. Con el correr de los años, las técnicas evolucionaron y el disfraz enriqueció la puesta en escena. Comenzó el uso de las máscaras, que estaban hechas primitivamente de corteza de árbol, luego de cuero forrado con tela y, finalmente, de madera.
Los creadores eran verdaderos artesanos; la abertura de la boca era grande y prolongada como un embudo hecho de cobre. Este formato contribuía a aumentar el volumen de la voz en escena.
TIPOS DE MÁSCARAS
· Cómicas: ridículas, toscas, con los ojos bizcos, boca torcida.
· Trágicas: eran grandes, mirada furiosa, cabellos erizados, frentes deformes.
· Satíricas: eran repugnantes, representaban figuras extravagantes y fantásticas.
El eje central de toda obra trágica es el restablecimiento del orden, y el alumbramiento del deber. Desde el plano religioso, desarrolla el antagonismo que existe entre el hombre y el cosmos. En el plano político, explica la relación entre el hombre y el poder.
La justicia, para los griegos, era valiosa. Por eso, la finalidad de los festivales era exaltar el patriotismo y las costumbres, marcar nuevos rumbos y las cuestiones de honor.
En el teatro, los sacerdotes estaban sentados en las primeras filas. Luego, el coro, ciudadanos ricos que corrían con los gastos del espectáculo, creyendo que así cumplían un deber. Los asistentes eran clasificados por categorías: sacerdotes, magistrados, generales, ciudadanos y pueblo.
Al entrar al teatro, los espectadores entregaban a los revisores una ficha de hueso o de marfil que, con anterioridad, habían comprado en la taquilla a un empresario, y que indicaba el sitio que debían ocupar. El publico podía, si quería, aplaudir la obra o silbar en señal de desagrado.
El precio de los asientos era de dos óbolos para los de preferencia; todas las demás localidades eran gratuitas.
En los anfiteatros, se utilizaron distintos mecanismos. Al principio fueron rústicos; luego se fueron perfeccionando e incluyeron plataformas móviles gracias a las cuales los personajes adquirían mayor movilidad y desplazamiento sobre el escenario.