El noviazgo destructivo

Si bien es cierto que el noviazgo, durante la adolescencia, es un proceso muy necesario para crecer, conocerse a uno mismo y al otro. Estas relaciones no siempre son de lo mejor, no siempre son románticas y llenas de amor e ilusión.

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En muchos casos, el vínculo que existe en una pareja se vuelve enfermizo y las personas comienzan a destruirse entre sí. La falta de seguridad en uno mismo, el miedo, la falsa creencia de que el otro es propiedad privada, y que si ama a alguien el mundo que lo rodea debe desaparecer, y otros factores, de origen más profundo, son causas de este inconveniente.

Uno de los ejemplos más frecuentes es el del hombre (o la mujer) que somete, humilla, rebaja a su pareja para sentirse seguro. Este sometimiento es, lógicamente, lento pero progresivo; puede comenzar con pequeñas manifestaciones de celos (que son normales), pero con el tiempo se hacen cada vez más exigentes, y ya nada le resulta suficiente. “Si me querés no te vas a ir”; o “no tengo problema en que vayas, pero eso quiere decir que preferís a tus amigas y no a mí”; “yo vivo pendiente de vos y sólo espero que vos también lo hagas”; “si verdaderamente me querés no tenés por qué necesitar de los demás”, estas y muchas otras expresiones son frecuentes en relaciones que comienzan a destruirse, ya que después (estas excusas o manipulaciones) se vuelven exigencias o prohibiciones, y de a poco uno de los miembros de la pareja se encuentra atrapada.

El miedo a quedarse sola (o solo), pensar que ya nadie la va a querer, que ya se puso tanto amor y esfuerzo en esa relación, la posibilidad de perder el apoyo material, la baja autoestima, hacen que se siga indefinidamente una relación destructiva.

La importancia de los límites

Definir los límites de una pareja plantea todo un desafío porque se debe respetar las “fronteras que definen a cada uno como individuo”, también se deben tener en cuenta los deseos y las necesidades de la pareja. El noviazgo es, justamente, la etapa en que se pondrá a prueba uno mismo y también al otro, si bien es cierto que no existen recetas rápidas ni mágicas, los especialistas afirman que la base de una relación sana y perdurable es la comunicación. Si entre los miembros de la pareja existe un diálogo sincero y fluido, cada uno conocerá hasta dónde llegan los límites del otro, y estará en condiciones de expresar también los propios. Es muy importante, en la primera relación de novios, que los padres estén involucrados. ¡¡¡Para qué!!! Dirán algunos, hasta con espanto tomarán esta recomendación los adolescentes, pero tiene una buena explicación.

Es cierto que para “elegir” quién será la pareja nadie más que uno mismo lo puede hacer, el sentimiento es personal, pero una vez que aparezca “el amor de su vida”, los padres (especialmente aquellos que lograron establecer un buen nivel de comunicación con sus hijos, varones o mujeres) tienen que estar pendientes y acompañar el proceso, justamente para ayudar a esclarecer que de nada sirve castigarse ni reprimirse para complacer al otro. Cada uno de los integrantes de la relación necesita conocer cuáles son los valores importantes para la otra persona: si no se expresan claramente, es imposible que el otro los respete y tenga en cuenta.

Es importante manifestar, sinceramente, qué está dispuesto a tolerar cada uno, y qué es aquello que no desean modificar ni quieren aceptar. Entonces, lo más importante es el diálogo abierto y franco. Recuerda que la falta de comunicación es una de las principales causas de rupturas; no hablar, no decir lo que verdaderamente molesta o se siente “para evitar problemas”, es una manera de obtener una paz barata y pasajera, y que sólo conduce a mantener relaciones destructivas.

Los temores, la inseguridad y las dudas, como ya se mencionó, conducen directo al fracaso. Muchas parejas terminan destruyendo su amor porque uno de los miembros se convierte en alguien que produce temor y genera dependencia, mientras que el otro se siente cada vez más inseguro, y no da un solo paso sin pedir autorización.

Este miedo les hace pensar que serán rechazadas si no hacen lo que el otro espera que haga, y les recuerda una y otra vez. El temor se apodera de la mente y anula las capacidades persona. Así, muchas soportan la violencia (física, psicológica, económica) de sus parejas como si esto fuera algo normal y rutinario, toleran las agresiones verbales y conviven con conductas altamente destructivas. Esto no es exclusivo de cierta clase social, o de mujeres de cierta edad, lastimosamente muchas mujeres (y en menor escala, los hombres) de todas las edades y estratos sociales viven en una relación destructiva.

“La mujer cuando se va a casar piensa que el hombre va a cambiar, el hombre piensa que la mujer no va a cambiar; ambos se equivocan”.

Es muy importante analizar la relación que se tiene. Si produce alegría, o poner fin a la relación, si es que ya se ha desatado la crisis. Lo mejor es seguir una serie de pasos que ayudarán a volver a reencontrarse con la paz interior, y construir una pareja feliz (ojo, feliz, no quiere decir sin problemas). Algunos de ellos son:

Tomar conciencia de que existe un problema, no negar las dificultades ni minimizarlas.

Perder el miedo al abandono y la soledad. Una relación destructiva no le aporta nada bueno a su persona, es preferible terminar con esa relación enfermiza y estar libre para encontrar un nuevo y verdadero amor.

Nunca justificar actitudes violentas. Lo que comienza con una amenaza, luego sigue con un golpe leve, puede terminar en serias lesiones. Ante la menor agresión física, pedir ayuda.

Recuerda

En una relación sana, la pareja es una bendición y debe enriquecer, nunca empobrecer el espíritu.

Las relaciones son más beneficiosas cuando conoces tu propia valía, y estás seguro de sus capacidades. No olvides que para que los demás te valoren, primero debes valorarte a ti mismo.

Las relaciones destructivas no son verdaderos amores, el amor siempre es positivo, jamás negativo.

Si terminas una relación conflictiva, no debes desalentarte, seguro encontrarás un nuevo gran amor.
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