El hombre moderno: Principales problemas

El hombre moderno, la figura humana moderna; es un ser solo, lleno de conflictos internos, concebido por la divinización de la máquina (tecnología) y la razón, junto con la concupiscencia del dinero.

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La razón viene acompañada por la curiosidad, la avidez por descubrir las leyes de la naturaleza, y la alegría cercana al éxtasis a medida que van siendo reveladas. Esto no es más que la búsqueda del conocimiento por parte del hombre, llegando hasta límites grotescos, arropados por la filosofía de “el fin justifica los medios” de Maquiavelo.

Este hombre vive dentro de una sociedad anárquica, inundada por el racionalismo y el exceso, llena de conflictos morales y éticos, pululante de pugnas por la política y por el poder; es decir, un ambiente duro y abominable.

“El desconcierto y el desamparo del hombre contemporáneo en un universo duro y enigmático. La caída del hombre en una realidad donde la burocracia y el poder han tomado el espacio de la metafísica y de los dioses. Extraviado en un mundo de túneles y pasillos, atajos y bifurcaciones, entre paisajes turbios y oscuros rincones, el hombre tiembla ante la imposibilidad de toda meta” (Ernesto Sábato. (1998) Antes del Fin)

Este hombre conflictivo, que vive dentro de una sociedad aún más conflictiva, ejecuta actos que por lógica llevan una consecuencia. Ahora, estas acciones son evaluadas y criticadas, aprobadas o reprobadas por los paradigmas del mundo. Es así como todos y cada uno de nosotros que formamos parte de esta sociedad, conocemos el concepto del mal en el mundo. Nosotros como hombres, observamos hechos o sucesos, y tenemos la osadía de colocar ese calificativo negativo en la actualidad, donde a pocos les importa la ética sobre lo que es “bueno” y lo que es “malo”.

Todos los hechos malignos que existen en el mundo son conocidos como el mal. Pero no sabemos el ¿por qué del mal?; ni aún menos, ¿quién es el culpable del mal y del sufrimiento?

A lo largo del camino de la vida nos encontraremos con infinitas bifurcaciones; vivimos en incontables recodos, y sufriremos innumerables golpes en nuestra existencia. El sufrimiento, consecuencia de estos golpes, es el causante en la mayoría de nosotros, de preguntarnos acerca del mal.

Inevitablemente hay golpes de tal vigor, que inundan de tanto dolor a la persona.

Dios benevolente

Si hay Dios, ¿por qué existe el mal y el sufrimiento? ¿Y si es omnipotente, por qué no lo evita? Como punto de partida, no debemos escandalizarnos por formular la pregunta: ésta ha sido planteada también por parte de la teología católica. Por ejemplo, el teólogo Hans Küng (1928-) afirma que “el dolor es la continua piedra de la confianza en la existencia de Dios”.

El ateo, aquel que no cree en Dios, a la hora de defender su postura, su base más fuerte es la del problema lógico del mal, según escribió David Hume (1711-77) acerca de Dios; “¿Está Él dispuesto a impedir el mal, pero no puede?, entonces es impotente. ¿Puede hacerlo pero no está dispuesto?, entonces es maligno” (cita de Rood, Rick. s/f). Cuando seguimos los lineamientos de la lógica y el racionalismo, es imposible o ilógico la existencia simultánea de un Dios benevolente y todopoderoso, con la creciente realidad del mal y del sufrimiento en el mundo. Es obvio decir que este Dios “bueno” no permitiría que existiera el mal.

Pero, por otra parte, en el Antiguo Testamento, el escritor bíblico sugiere que los caminos de este Dios benevolente son enigmáticos e insondables, y están más allá del entendimiento humano. Entonces podemos decir que el mal que entendemos nosotros como hombres, no es más que una ilusión del bien, ininteligible para nuestra simple mente humana, y que sólo puede ser apreciada por esa deidad o Dios benevolente. “¿Qué es el mal, sino el bien torturado por la propia hambre o por la propia sed?” (Jalil Gibrán, El Profeta)

Libre albedrío, el hombre moderno como ente del mal

Tenemos conciencia en la vida cotidiana, al tomar infinitas decisiones con el pasar de los minutos, que uno de los regalos de mayor valor que se nos ha concedido en la vida, en este mundo que conocemos, es el del libre albedrío; la libertad de voluntad, la capacidad del individuo de elegir una línea de acción, sin verse manejado por influencias externas a su pensamiento.

En este mundo en donde vagan el estigma del sufrimiento y la daga del dolor empujada por la mano del hombre moderno, al hacer mal uso de su libertad, la voluntad del hombre es propia y sólo él se hace responsable de sus actos; Dios no es más que un simple espectador.

Entonces, ese hombre obnubilado por las obras malignas, esos individuos que se encuentran en nuestra especie que son capaces de disfrutar con el mal, de obrar de forma egoísta causando dolor y sufrimiento al prójimo con el fin de alcanzar el bien propio o con el fin de conseguir conocimiento. Ese hombre que pulula en la sociedad moderna, ¿Por qué ese hombre es así?

Podemos tratar de entender el comportamiento del hombre moderno, por medio del pensamiento de uno de los más grandes intelectuales franceses, Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), quien en su obra ‘El Contrato Social’, expone sus reflexiones, las cuales precisan que el “estado natural” del ser humano es bueno.

Describe al hombre natural en los términos del “buen salvaje”, teoría muy popular que junto con su célebre aserto: “Todo es perfecto al salir de las manos del Creador y todo degenera en manos de los hombres”, nos da a entender que el mal no nace, sino que se hace. Que el hombre moderno al vivir en la sociedad se ve llevado gradualmente a la necesidad de establecer vínculos sociales, saliendo de su “estado natural”; en consecuencia, “el hombre ha sido corrompido por la sociedad”, convirtiéndolo en un ente del mal al tener contacto con ella.

La existencia del mal en el mundo moderno es irrefutable para nuestra mente y nuestro racionalismo. Ahora, que sea una fachada del bien de Dios, ininteligible para nosotros los hombres modernos, es algo que (hasta ahora) nunca podremos discernir.

El mal en el mundo: ¿Eliminar el mal? ¿Qué sería el bien sin el mal?, se hace difícil pensar en la existencia de uno sin que exista el otro. El mal le da sentido a la búsqueda del bien por parte del hombre, nos hace querer superarnos, aunque sea a dolorosos precios. Pero es cierto que nosotros también podemos ser culpables al consentir el mal, o al no luchar contra la sociedad o contra nosotros mismo para evitarlo. “El mundo no está amenazado por las malas personas, sino por aquellos que permiten la maldad”. Albert Einstein (1879-1955).

Sobre la sociedad corrupta moderna, en donde vive o podemos decir sobrevive el hombre moderno, acosado por individuos u hombres de emociones tormentosas, que vagan por la vida bajo el peso de un yunque de sentimientos de rencor y culpa, causado por misteriosos pecados o dolencias del pasado. No hay camino más lleno de zarzas que el de la vida en sociedad, pero no es cierto que el hombre esté derrotado.

Prosigo mi aprendizaje
Para discutir en grupos de compañeros y compañeras:

» ¿Es posible luchar actualmente contra el mal? ¿Por qué?

» ¿Cómo debe estar preparado un/a joven para enfrentar los problemas actuales?

» ¿Cuáles serían los desafíos del hombre moderno?
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