El desarrollo de potenciales: una estrategia para elevar la calidad de la educación

De acuerdo con Casillas (1995), todos los sujetos tienen posibilidades reales de identificar y desarrollar potenciales a cualquier edad, y lo que se requiere es transformar los espacios educativos, en donde se pueda apreciar la preocupación del docente por ofrecer una oportunidad específica para identificar intereses y fortalezas de todos y cada uno de sus alumnos de manera cotidiana.

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Esto sólo se logra si el docente tiene las herramientas metodológicas para transformar su práctica considerando esta visión. Es importante contemplar esta acción -de identificar y desarrollar potenciales- dentro del currículum regular, para no crear sistemas paralelos en donde existan riesgos de segregación, elitismo y cansancio; es necesario aprovechar estos tiempos dedicados en la escuela, a la formación sociocultural, tocando el desarrollo de una serie de habilidades para pensar de una manera más eficiente y eficaz; esto es una necesidad de todas las sociedades contemporáneas que buscan en la educación el soporte de sus expectativas de crecimiento.

Características que deben tener los docentes que fomenten el desarrollo de potenciales
Los docentes que quieren que sus estudiantes puedan aprovechar el tiempo destinado a revisar los contenidos temáticos, para desarrollar simultáneamente habilidades del pensamiento de una manera intencionada y sistemática, deben preocuparse por manifestar algunas características en sus aulas.

Doctor Berché (1990, citado en Rayo, 1997) indica las siguientes características que deben reunir los docentes que quieren ir más allá de la simple recitación de lecciones:
I. Conocerse a sí mismo: para estar consciente de las fortalezas que tiene como docente; además reconocer qué le hace falta dominar mejor para ofrecer estrategias de aprendizaje lo mas adecuadas a los requerimientos de sus alumnos.

II. Conocer al estudiante: en este punto es importante mencionar que, en la medida en que conozca las características de sus alumnos, identificará de una manera natural los potenciales de cada uno de ellos y podrá llevarlos a la formación de las capacidades de una manera más enriquecida y con mayor profundidad. Es importante revisar las características grupales e individuales, ya que esto es lo que establece la diferencia entre ofrecerles algo “sin sentido” o, en el mejor de los casos, situaciones que resulten retadoras y atractivas para sus niveles de competencia e interés.

III. Avanzar con el estudiante: todos los individuos tienen características que los hacen únicos; sus intereses, estilos y ritmos de aprendizaje son diferentes, y es necesario que el docente pueda interactuar de acuerdo con estas consideraciones individuales; pero tiene que aprovechar las condiciones grupales para jalar y contagiar a todos sus alumnos con el avance y el entusiasmo que algunos de ellos manifiestan. Aquí, este punto tiene mucho que ver con conocer y monitorear el proceso de formación de capacidades, y con la capacidad de interactuar con la evolución de este proceso para enriquecerlo y orientarlo hacia los intereses y habilidades mostradas por los alumnos.

IV. Permitirle trabajar individualmente en sus intereses particulares: la educación debe ofrecer espacios de trabajo para el desarrollo armónico del sujeto, pero esto no tiene que entenderse sólo para cuestiones generales: existen necesidades individuales que requieren ser atendidas en el aula, y en este tipo de cuestiones, en ocasiones, se requiere trabajar con herramientas cognoscitivas y/o afectivas específicas o, quizá, con algunas herramientas que no se trabajan de manera cotidiana en el aula y que el docente puede incorporar no sólo con la intención de atender al alumno que lo está solicitando de forma abierta, sino para el beneficio de toda su clase. La solución no será la de aislar a los estudiantes que muestran intereses particulares y diferentes a los del grupo de referencia, sino aprovechar esta situación para dinamizar la clase y para que estos jóvenes puedan ser considerados como dispositivos para que otros puedan identificar sus fortalezas, y no como sujetos que alteran “el orden” de la sesión escolar.

V. Saber que los potenciales no siempre aparecen en todas las materias: pueden existir estudiantes con fortalezas muy particulares, incluso con algunas que no sean muy apreciadas académicamente, pues los sujetos no tienen que ser brillantes en todo para considerar la existencia de un potencial, ya que éste puede aparecer en cualquier área del desempeño humano.
Lo interesante de identificar un potencial es reconocer la existencia de un interés intenso por una temática específica; pero quizás lo más interesante es identificar una serie de procesos cognoscitivos y/o afectivos que resultan atractivos por su impacto sobre la manera de apreciar la problemática que le atrae al sujeto; entran en juego una serie de condiciones que en otras circunstancias no aparecen, y que le permiten al sujeto ser más productivo en la generación de ideas, o mantener la atención mayor tiempo sobre una situación específica.
Robie Case (1989) menciona que el aumento en los períodos de atención hace que la efectividad de los procesos cognoscitivos se vea beneficiada enormemente; si consideramos lo dicho anteriormente, la atención se ve altamente beneficiada cuando la tarea que se realiza es del interés del sujeto, y si además, muestra habilidades para su realización.

VI. Fomentar y reconocer los talentos creativos: los potenciales están compuestos, básicamente, de interés profundo y de habilidad en la realización de una tarea específica; los niños creativos son inquietos, curiosos, les agrada romper con esquemas de acción preestablecidos, su potencial creativo, como todos, está a la espera de situaciones y condiciones que les permitan desarrollarse al máximo. La creatividad es un tipo de actividad intelectual que se debe fomentar en el aula, y la explotación de este potencial es lo que ha permitido a la sociedad mundial romper con los paradigmas que atan el avance de la ciencia.

Muchos de nuestros alumnos tienen que enterrar sus ideas porque las condiciones y las situaciones de trabajo no son lo suficientemente flexibles como para desarrollarlas en el aula.
Se ha evidenciado que las características que se requieren trabajar en los docentes para que su quehacer esté orientado hacia el desarrollo de potenciales, por lo menos, tiene que ser de cuatro tipos:
» Metodológicas/informativas.
» Actitudinales.
» Experienciales.
» Personales.

Las primeras, las características metodológicas/informativas, nos hablan del conocimiento, manejo y control de técnicas y estrategias psicopedagógicas para ofrecer atención profesional en el desarrollo de potenciales a la población, y están focalizadas hacia la intervención en el enriquecimiento de los procesos involucrados en la formación de las capacidades.

También se considera el tener los elementos explicativos de la naturaleza del proceso de desarrollo de potenciales como el marco en el que se insertarán todas las acciones realizadas para tal cuestión.

Es conveniente ofertar diversos espacios, a fin de que todos los docentes conozcan las diferentes opciones que existen en el mercado para el desarrollo de potenciales, o por lo menos, las que ya están contextualizadas por las aplicaciones y construcciones que se han hecho en nuestro estado; se tiene que crear condiciones para analizar dichas propuestas, así como generar necesidades por el conocimiento de estas estrategias metodológicas y, en la medida de las posibilidades y de los requerimientos, aplicarlas en las aulas regulares, estableciendo un programa de asesoría y seguimiento de estas experiencias.

Las segundas características, las actitudinales, tienen que ver con la disposición que muestran los docentes para atender de forma profesional el desarrollo de potenciales. La disposición está referida a un estado afectivo, generado por el propio interés del docente por transformar su práctica, con el querer tener otras pautas para conceptualizar la práctica educativa. No sólo es sentir la necesidad de capacitarse, sino realmente creer que los alumnos tienen potenciales que hay que descubrir y desarrollar; existen muchos indicadores en la literatura para considerar estas características como muy importantes, aunque considero que deben tener el mismo peso que la anterior y las posteriores. Si no existe la disposición de los docentes para transformar su práctica es muy difícil impactar sus competencias profesionales.

Establecer conciencia de que existe necesidad de convertir nuestra práctica educativa en un espacio para la identificación y desarrollo de potenciales como una forma de responder realmente a las necesidades de nuestros alumnos, sin descuidar el currículum regular, es una meta que se trata de alcanzar con algunas actividades realizadas para sensibilizar a los docentes: se busca modificar la actitud, la disposición, por una en que se pueda apreciar el reto de ser maestro. Se requiere apreciar esta posibilidad como un reto personal a vencer, mostrarse abiertos hacia los planteamientos nuevos para su competencia y, lo mas importante, estar convencidos de que lo que aquí se está haciendo vale la pena.
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