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ESPACIO PARA EL DEBATE
Las respuestas o los nuevos aportes pueden remitirse a las siguientes direcciones: rcasco@abc.com.py o lfernandez@abc.com.py.
Si a una persona que regresa al Paraguay luego de 50 años le dijéramos que el Estado afirma que (a través del I.R.A. y luego del I.B.R.) ha entregado más de 9 millones de hectáreas (Ha.) -superficie equivalente a la mitad de la tierra apta para la agricultura en la Región Oriental-; que por el precio de una tele o de un Play Station el Estado le vende una Ha. de tierra cultivable; y que, encima la puede pagar al contado con un descuento del 30% o si prefiere, en cómodas cuotas anuales (art. 82 Estatuto Agrario), evidentemente esta persona pensaría que efectivamente Paraguay es el ?país de las maravillas?.
Sin embargo, bastaría con que abra un diario y salga a la calle para darse cuenta de que la realidad es prácticamente todo lo contrario.
Frente a estos números sólo cabe preguntarse ¿cómo es posible que a pesar de la gran cantidad de tierra destinada a la Reforma Agraria existan todavía campesinos sin tierra? ¿Cómo puede ser que, a pesar del bajo precio de las tierras, los campesinos que sí las tienen no logren salir de la pobreza? ¿Por qué el Paraguay luego de 60 años aún no ha terminado la primera fase de la Reforma Agraria -la distribución de tierras-, mientras que otros países que la han iniciado después constituyen actualmente mercados altamente industrializados?
I.- SITUACION ACTUAL
1.-) Las principales características del régimen de la Reforma Agraria puede resumirse de la siguiente manera:
a.-) Entrega de tierras: El INDERT, institución pública ejecutora de la Reforma Agraria, vende a precios sociales parcelas de aproximadamente 10 Ha., el equivalente a una ?Unidad Básica de Economía Familiar? (UBEF art. 8 Estatuto Agrario).
b.-) Crédito: Escaso y en condiciones que por lo general no resultan rentables para el pequeño agricultor.
c.-) Técnicas de explotación: Los conocimientos del agricultor promedio son muy bajos, técnicas básicas como el rozado sin quema, siembra bajo sombra y reforestación son escasamente aplicadas. La asistencia técnica es igualmente reducida, sólo tiene acceso a ella el 7% de los pequeños productores. Consecuente empobrecimiento del suelo y daño ambiental.
d.-) Infraestructura: Dificultad de acceso a los servicios básicos, falta de caminos en buenas condiciones e imposibilidad de acceso a maquinarias de alta tecnología.
e.-) Régimen de Explotación: Cultivos auto consumo y monocultivos.
2.-) Bajo estas condiciones y sin generalizar (existen notables excepciones), el resultado es el siguiente: El ?beneficiario? de la Reforma Agraria, pequeño productor, ocupa el lote y procede inmediatamente a la tala total e indiscriminada, obteniendo una respetable entrada inicial con la venta de madera. Al no poseer los conocimientos ni el incentivo económico para reforestar (la ley 536/95 de Fomento a la Forestación y Reforestación prácticamente no tiene aplicación), la venta de madera se convierte un negocio único e irrepetible, produciendo el lógico daño ambiental.
Una vez ?pelada? la parcela, se procede a cultivar una pequeña determinada cantidad de productos de autoconsumo y lo restante es destinado al monocultivo. Como no se poseen los conocimientos técnicos ni la asistencia para ello, el resultado es la baja productividad y un nuevo empobrecimiento del suelo. Prueba de ello, la disminución en productividad de 22 de 33 cultivos entre los periodos 1991/92 al 2000/01.
Debido a la dificultad de acceder al crédito, la posibilidad de mejorar la producción se vuelve aun más difícil, y en caso de obtener financiamiento, el mismo resulta muy oneroso ya que al no emplear los conocimientos técnicos adecuados la baja productividad compromete el pago del préstamo.
A esta altura ya resulta simplemente impensable la incorporación de maquinaria, no sólo por su alto costo, sino que 10 ó 20 Ha. no justifican su compra. Al no existir el seguro agrícola, está de más decir que el mal clima puede significar la quiebra del pequeño agricultor hasta tanto alguna elección justifique la condonación de las deudas campesinas.
En síntesis, el ?beneficiario? se convierte en una persona condenada a trabajar para sobrevivir por medio de una actividad no sostenible, sin posibilidad alguna de prosperar, de crear un futuro mejor para sus hijos y cuya quiebra depende del factor clima.
En otras palabras, en pleno siglo XXI, un sujeto que lleva una vida propia del siglo XIX, con la única diferencia que posiblemente tenga una tele y un equipito de sonido.
La sociedad soporta crisis sociales, alto desempleo y éxodo a las ciudades. El Estado compra tierras al valor de mercado y las vende a precios sociales, no obtiene tributo alguno del ?beneficiario? y otorga préstamos con baja tasa de devolución. Todos pierden.
II.- FALTA DE SOSTENIBILIDAD
Si la realidad actual ya resulta triste, su futuro es aún más sombrío. Existen actualmente 250.000 pequeños productores con menos de 20 Ha., otros 180.000 con menos 10 Ha. y por último 25.000 campesinos sin tierra (en total 455.000). Para cubrir las necesidades de estos últimos, el Estado debe comprar o expropiar por lo menos 250.000 Ha., lo cual ya resulta sumamente costoso.
Pero esto es sólo el comienzo. Históricamente Paraguay ha mantenido un alto crecimiento poblacional, ocupando actualmente el segundo lugar en Latinoamérica detrás de Haití. Un campesino promedio tiene entre 4 a 5 hijos, pero no posee la capacidad de brindarles algún futuro, ya que cuando sus descendientes formen un nuevo hogar, ese lote de 10 Ha. y de baja productividad no será suficiente para albergar una segunda familia.
Tomando como base el promedio mínimo de 4 hijos y teniendo en cuenta que un nuevo hogar se compone de la unión de 2 personas, la próxima generación (25 años) de los actuales 455.000 pequeños productores formará 910.000 nuevas familias, cuya necesidad mínima de tierra, bajo el actual sistema de autoconsumo, será de 9.100.000 Ha. (una UBEF por hogar). Esta cifra debería ser nuevamente duplicada para atender a la subsiguiente generación, y así sucesivamente. Esto obligaría al Congreso a expropiar medio país, a no ser que el Estado paraguayo tenga pensado colonizar Marte o ponerle un segundo piso al país.
Estos números nos muestran claramente la falta de sostenibilidad del actual sistema de Reforma Agraria. Es insuficiente la entrega de tierras a precios bajos, si no se transforma al ?beneficiario? en un productor competitivo.
III.- PEQUEÑO PRODUCTOR COMPETITIVO
Bajo el régimen del actual mercado mundial, las grandes empresas agrícolas llevan la delantera. Poseen las técnicas adecuadas, la tecnología de punta, acceso al financiamiento, por lo tanto, obtienen alta producción al menor costo, es decir, son competitivas.
Basta con mirar el devenir de la producción sojera local, que constituye actualmente una fuente primordial de ingresos para el país.
Sería simple pensar que la solución sería dejar toda la producción agrícola en manos de las grandes empresas, sin embargo, esto resulta socialmente imposible.
Para ello sería necesario que la gran cantidad de mano de obra que quedaría libre fuese absorbida por un importante parque industrial que hoy no existe ni están dadas las condiciones para su desarrollo. En este sentido, basta con mencionar que Paraguay ocupa el puesto 100 de 104 en ranking de competitividad por países elaborado por el Foro Económico Mundial.
El Paraguay posee un gran porcentaje de población campesina -un poco menos del 50%- y cuenta con los recursos naturales necesarios para iniciar su desarrollo definitivo con el sector agrícola como motor inicial.
Gran parte de los ?Tigres Asiáticos?, entre ellos Taiwán, han utilizado esta vía en sus primeras etapas de desarrollo. La solución pasa entonces por buscar la manera de convertir a los cientos de miles de pequeños agricultores en productores competitivos.?
La mejor vía para lograrlo es fomentando seriamente la creación de cooperativas o asociaciones agrícolas de producción entre los ?beneficiarios? de la Reforma Agraria mediante la transformación de las actuales colonias agrícolas en grandes unidades productivas de modo a que desarrollen una producción a gran escala, similar a las grandes empresas agrícolas.
Las cooperativas mennonitas son un excelente ejemplo. Es común asumir que la diferencia entre éstas y las colonias de paraguayos obedece a un factor racial o cultural, pero si tomamos esto como un obstáculo insuperable, no queda otra que resignarse a la eterna pobreza y subdesarrollo.
Siendo positivos, los pilares sobre los cuales debe darse este proceso son los siguientes:
1.-) Asistencia técnica: No sólo para la adquisición de técnicas de producción sino también para la formación de las asociaciones o cooperativas de producción y la búsqueda de mercados internacionales. El actual Estatuto Agrario (art. 2, 17, 25, 79, 80) y la Carta Orgánica del INDERT (art. 7, Capítulo V) proveen las herramientas necesarias para ello. La ayuda ofrecida por Taiwán sería de gran utilidad, teniendo en cuenta su exitosa experiencia.
2.-) Crédito: Es cierto que lo ideal para toda empresa es el sometimiento a las leyes naturales del mercado, sin embargo, debido al patético cuadro actual y a la escasa credibilidad que generan los proyectos estatales, resultaría ilusorio que la banca privada o una asociación con los grandes productores permita financiar el inicio del proceso.
No pueden esperarse acciones puramente solidarias por parte del mercado. Será necesario lograr los primeros ejemplos exitosos para luego despertar el interés del sector privado.
Por tanto, será el Estado quien deberá financiar los inicios, para lo cual, sería conveniente unificar y agilizar el canal de préstamos. Es evidente que la diversidad de instituciones (B.N.F., C.A.H. y F.D.C.) sólo acarrea mayor burocracia y gastos.
3.-) Infraestructura: Sería fundamental la adecuada provisión de los servicios básicos y existencia de caminos para el transporte de mercadería, para lo cual el INDERT debería coordinar acciones con las instituciones respectivas.
La Ley del INDERT también prevé esta necesidad (art. 3, 9, 38). Por otra parte, la adquisición de maquinarias también sería posible, ya que siendo grandes las extensiones de tierra a trabajar, la compra de máquinas resultaría rentable.
4.-) Incentivo a la reforestación: Vital para el desarrollo de la actividad forestal y el mejoramiento medioambiental. Implementación definitiva de la Ley 536/95 de Fomento a la Forestación y Reforestación.
5.-) Fondos: La Carta Orgánica del INDERT prevé la utilización del 80% del ingreso total del Impuesto a las Rentas de las Actividades Agropecuarias (creado por Ley 2.421/04) y el 5% de los royalties provenientes de las entidades binacionales. Además, todo proyecto serio obtendría ayuda internacional.
En estas condiciones, la producción asociada a gran escala permitiría al pequeño productor obtener precios competitivos para la exportación, cuyos ingresos permitirían ir prescindiendo de la ayuda estatal y abrirían las puertas a la agroindustria.
Esta permitiría la absorción de la mano de obra de las futuras generaciones, evitando el éxodo a las ciudades. Una mediana empresa genera mayores fuentes de trabajo que una gran estancia.
Asimismo, la agroindustria se constituiría en el primer paso para la industrialización multisectorial del mercado paraguayo.
IV.- CONCLUSIONES
El pequeño productor tendría la posibilidad de abandonar la pobreza, contar con seguro social, insertarse en la cultura globalizada, ofrecer a sus hijos un futuro mejor y generar el crecimiento de sus comunidades.
En términos sociales, se posibilitaría la reducción del desempleo, la pobreza, disminución del deterioro ambiental y el desarrollo multisectorial del mercado.
El ?beneficiario? dejaría de convertirse en un elemento neutro, para convertirse en uno activo, que consume y produce, y por ende, que generara riqueza, tributa y activa el mercado, aumentando los recursos del propio Estado. Todos ganan.
El trabajo no será fácil ni barato, por el contrario, será duro y costoso. Pero de todas formas es imperioso que el Estado deje de adoptar una política de parche, y actúe de manera inteligente y con visión a largo plazo, no sólo en beneficio del agricultor y de la sociedad en su conjunto, sino que inclusive, en beneficio propio, de lo contrario, en el futuro la labor será aún más costosa y dura.
Por su parte, el pequeño productor debe estar dispuesto a hacer el esfuerzo que implica prosperar.
* Abogado, Notario y Escribano Público
* Rodrigo Fernández de Nestosa
Las respuestas o los nuevos aportes pueden remitirse a las siguientes direcciones: rcasco@abc.com.py o lfernandez@abc.com.py.
Si a una persona que regresa al Paraguay luego de 50 años le dijéramos que el Estado afirma que (a través del I.R.A. y luego del I.B.R.) ha entregado más de 9 millones de hectáreas (Ha.) -superficie equivalente a la mitad de la tierra apta para la agricultura en la Región Oriental-; que por el precio de una tele o de un Play Station el Estado le vende una Ha. de tierra cultivable; y que, encima la puede pagar al contado con un descuento del 30% o si prefiere, en cómodas cuotas anuales (art. 82 Estatuto Agrario), evidentemente esta persona pensaría que efectivamente Paraguay es el ?país de las maravillas?.
Sin embargo, bastaría con que abra un diario y salga a la calle para darse cuenta de que la realidad es prácticamente todo lo contrario.
Frente a estos números sólo cabe preguntarse ¿cómo es posible que a pesar de la gran cantidad de tierra destinada a la Reforma Agraria existan todavía campesinos sin tierra? ¿Cómo puede ser que, a pesar del bajo precio de las tierras, los campesinos que sí las tienen no logren salir de la pobreza? ¿Por qué el Paraguay luego de 60 años aún no ha terminado la primera fase de la Reforma Agraria -la distribución de tierras-, mientras que otros países que la han iniciado después constituyen actualmente mercados altamente industrializados?
I.- SITUACION ACTUAL
1.-) Las principales características del régimen de la Reforma Agraria puede resumirse de la siguiente manera:
a.-) Entrega de tierras: El INDERT, institución pública ejecutora de la Reforma Agraria, vende a precios sociales parcelas de aproximadamente 10 Ha., el equivalente a una ?Unidad Básica de Economía Familiar? (UBEF art. 8 Estatuto Agrario).
b.-) Crédito: Escaso y en condiciones que por lo general no resultan rentables para el pequeño agricultor.
c.-) Técnicas de explotación: Los conocimientos del agricultor promedio son muy bajos, técnicas básicas como el rozado sin quema, siembra bajo sombra y reforestación son escasamente aplicadas. La asistencia técnica es igualmente reducida, sólo tiene acceso a ella el 7% de los pequeños productores. Consecuente empobrecimiento del suelo y daño ambiental.
d.-) Infraestructura: Dificultad de acceso a los servicios básicos, falta de caminos en buenas condiciones e imposibilidad de acceso a maquinarias de alta tecnología.
e.-) Régimen de Explotación: Cultivos auto consumo y monocultivos.
2.-) Bajo estas condiciones y sin generalizar (existen notables excepciones), el resultado es el siguiente: El ?beneficiario? de la Reforma Agraria, pequeño productor, ocupa el lote y procede inmediatamente a la tala total e indiscriminada, obteniendo una respetable entrada inicial con la venta de madera. Al no poseer los conocimientos ni el incentivo económico para reforestar (la ley 536/95 de Fomento a la Forestación y Reforestación prácticamente no tiene aplicación), la venta de madera se convierte un negocio único e irrepetible, produciendo el lógico daño ambiental.
Una vez ?pelada? la parcela, se procede a cultivar una pequeña determinada cantidad de productos de autoconsumo y lo restante es destinado al monocultivo. Como no se poseen los conocimientos técnicos ni la asistencia para ello, el resultado es la baja productividad y un nuevo empobrecimiento del suelo. Prueba de ello, la disminución en productividad de 22 de 33 cultivos entre los periodos 1991/92 al 2000/01.
Debido a la dificultad de acceder al crédito, la posibilidad de mejorar la producción se vuelve aun más difícil, y en caso de obtener financiamiento, el mismo resulta muy oneroso ya que al no emplear los conocimientos técnicos adecuados la baja productividad compromete el pago del préstamo.
A esta altura ya resulta simplemente impensable la incorporación de maquinaria, no sólo por su alto costo, sino que 10 ó 20 Ha. no justifican su compra. Al no existir el seguro agrícola, está de más decir que el mal clima puede significar la quiebra del pequeño agricultor hasta tanto alguna elección justifique la condonación de las deudas campesinas.
En síntesis, el ?beneficiario? se convierte en una persona condenada a trabajar para sobrevivir por medio de una actividad no sostenible, sin posibilidad alguna de prosperar, de crear un futuro mejor para sus hijos y cuya quiebra depende del factor clima.
En otras palabras, en pleno siglo XXI, un sujeto que lleva una vida propia del siglo XIX, con la única diferencia que posiblemente tenga una tele y un equipito de sonido.
La sociedad soporta crisis sociales, alto desempleo y éxodo a las ciudades. El Estado compra tierras al valor de mercado y las vende a precios sociales, no obtiene tributo alguno del ?beneficiario? y otorga préstamos con baja tasa de devolución. Todos pierden.
II.- FALTA DE SOSTENIBILIDAD
Si la realidad actual ya resulta triste, su futuro es aún más sombrío. Existen actualmente 250.000 pequeños productores con menos de 20 Ha., otros 180.000 con menos 10 Ha. y por último 25.000 campesinos sin tierra (en total 455.000). Para cubrir las necesidades de estos últimos, el Estado debe comprar o expropiar por lo menos 250.000 Ha., lo cual ya resulta sumamente costoso.
Pero esto es sólo el comienzo. Históricamente Paraguay ha mantenido un alto crecimiento poblacional, ocupando actualmente el segundo lugar en Latinoamérica detrás de Haití. Un campesino promedio tiene entre 4 a 5 hijos, pero no posee la capacidad de brindarles algún futuro, ya que cuando sus descendientes formen un nuevo hogar, ese lote de 10 Ha. y de baja productividad no será suficiente para albergar una segunda familia.
Tomando como base el promedio mínimo de 4 hijos y teniendo en cuenta que un nuevo hogar se compone de la unión de 2 personas, la próxima generación (25 años) de los actuales 455.000 pequeños productores formará 910.000 nuevas familias, cuya necesidad mínima de tierra, bajo el actual sistema de autoconsumo, será de 9.100.000 Ha. (una UBEF por hogar). Esta cifra debería ser nuevamente duplicada para atender a la subsiguiente generación, y así sucesivamente. Esto obligaría al Congreso a expropiar medio país, a no ser que el Estado paraguayo tenga pensado colonizar Marte o ponerle un segundo piso al país.
Estos números nos muestran claramente la falta de sostenibilidad del actual sistema de Reforma Agraria. Es insuficiente la entrega de tierras a precios bajos, si no se transforma al ?beneficiario? en un productor competitivo.
III.- PEQUEÑO PRODUCTOR COMPETITIVO
Bajo el régimen del actual mercado mundial, las grandes empresas agrícolas llevan la delantera. Poseen las técnicas adecuadas, la tecnología de punta, acceso al financiamiento, por lo tanto, obtienen alta producción al menor costo, es decir, son competitivas.
Basta con mirar el devenir de la producción sojera local, que constituye actualmente una fuente primordial de ingresos para el país.
Sería simple pensar que la solución sería dejar toda la producción agrícola en manos de las grandes empresas, sin embargo, esto resulta socialmente imposible.
Para ello sería necesario que la gran cantidad de mano de obra que quedaría libre fuese absorbida por un importante parque industrial que hoy no existe ni están dadas las condiciones para su desarrollo. En este sentido, basta con mencionar que Paraguay ocupa el puesto 100 de 104 en ranking de competitividad por países elaborado por el Foro Económico Mundial.
El Paraguay posee un gran porcentaje de población campesina -un poco menos del 50%- y cuenta con los recursos naturales necesarios para iniciar su desarrollo definitivo con el sector agrícola como motor inicial.
Gran parte de los ?Tigres Asiáticos?, entre ellos Taiwán, han utilizado esta vía en sus primeras etapas de desarrollo. La solución pasa entonces por buscar la manera de convertir a los cientos de miles de pequeños agricultores en productores competitivos.?
La mejor vía para lograrlo es fomentando seriamente la creación de cooperativas o asociaciones agrícolas de producción entre los ?beneficiarios? de la Reforma Agraria mediante la transformación de las actuales colonias agrícolas en grandes unidades productivas de modo a que desarrollen una producción a gran escala, similar a las grandes empresas agrícolas.
Las cooperativas mennonitas son un excelente ejemplo. Es común asumir que la diferencia entre éstas y las colonias de paraguayos obedece a un factor racial o cultural, pero si tomamos esto como un obstáculo insuperable, no queda otra que resignarse a la eterna pobreza y subdesarrollo.
Siendo positivos, los pilares sobre los cuales debe darse este proceso son los siguientes:
1.-) Asistencia técnica: No sólo para la adquisición de técnicas de producción sino también para la formación de las asociaciones o cooperativas de producción y la búsqueda de mercados internacionales. El actual Estatuto Agrario (art. 2, 17, 25, 79, 80) y la Carta Orgánica del INDERT (art. 7, Capítulo V) proveen las herramientas necesarias para ello. La ayuda ofrecida por Taiwán sería de gran utilidad, teniendo en cuenta su exitosa experiencia.
2.-) Crédito: Es cierto que lo ideal para toda empresa es el sometimiento a las leyes naturales del mercado, sin embargo, debido al patético cuadro actual y a la escasa credibilidad que generan los proyectos estatales, resultaría ilusorio que la banca privada o una asociación con los grandes productores permita financiar el inicio del proceso.
No pueden esperarse acciones puramente solidarias por parte del mercado. Será necesario lograr los primeros ejemplos exitosos para luego despertar el interés del sector privado.
Por tanto, será el Estado quien deberá financiar los inicios, para lo cual, sería conveniente unificar y agilizar el canal de préstamos. Es evidente que la diversidad de instituciones (B.N.F., C.A.H. y F.D.C.) sólo acarrea mayor burocracia y gastos.
3.-) Infraestructura: Sería fundamental la adecuada provisión de los servicios básicos y existencia de caminos para el transporte de mercadería, para lo cual el INDERT debería coordinar acciones con las instituciones respectivas.
La Ley del INDERT también prevé esta necesidad (art. 3, 9, 38). Por otra parte, la adquisición de maquinarias también sería posible, ya que siendo grandes las extensiones de tierra a trabajar, la compra de máquinas resultaría rentable.
4.-) Incentivo a la reforestación: Vital para el desarrollo de la actividad forestal y el mejoramiento medioambiental. Implementación definitiva de la Ley 536/95 de Fomento a la Forestación y Reforestación.
5.-) Fondos: La Carta Orgánica del INDERT prevé la utilización del 80% del ingreso total del Impuesto a las Rentas de las Actividades Agropecuarias (creado por Ley 2.421/04) y el 5% de los royalties provenientes de las entidades binacionales. Además, todo proyecto serio obtendría ayuda internacional.
En estas condiciones, la producción asociada a gran escala permitiría al pequeño productor obtener precios competitivos para la exportación, cuyos ingresos permitirían ir prescindiendo de la ayuda estatal y abrirían las puertas a la agroindustria.
Esta permitiría la absorción de la mano de obra de las futuras generaciones, evitando el éxodo a las ciudades. Una mediana empresa genera mayores fuentes de trabajo que una gran estancia.
Asimismo, la agroindustria se constituiría en el primer paso para la industrialización multisectorial del mercado paraguayo.
IV.- CONCLUSIONES
El pequeño productor tendría la posibilidad de abandonar la pobreza, contar con seguro social, insertarse en la cultura globalizada, ofrecer a sus hijos un futuro mejor y generar el crecimiento de sus comunidades.
En términos sociales, se posibilitaría la reducción del desempleo, la pobreza, disminución del deterioro ambiental y el desarrollo multisectorial del mercado.
El ?beneficiario? dejaría de convertirse en un elemento neutro, para convertirse en uno activo, que consume y produce, y por ende, que generara riqueza, tributa y activa el mercado, aumentando los recursos del propio Estado. Todos ganan.
El trabajo no será fácil ni barato, por el contrario, será duro y costoso. Pero de todas formas es imperioso que el Estado deje de adoptar una política de parche, y actúe de manera inteligente y con visión a largo plazo, no sólo en beneficio del agricultor y de la sociedad en su conjunto, sino que inclusive, en beneficio propio, de lo contrario, en el futuro la labor será aún más costosa y dura.
Por su parte, el pequeño productor debe estar dispuesto a hacer el esfuerzo que implica prosperar.
* Abogado, Notario y Escribano Público
* Rodrigo Fernández de Nestosa