El arte griego (2ª parte)

La arquitectura helénica estuvo dominada en sus orígenes por imperativos religiosos. La constitución del santuario y el recinto que lo rodeaba, lugar reservado al culto, ofrecían al dios un lugar digno de él.

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Dentro de los santuarios se elevaban otras pequeñas construcciones religiosas donde se depositaban las ofrendas y los tesoros. Todas las ciudades griegas de importancia poseían teatros, que estaban situados en la ladera de una colina, la que proporcionaba gradas naturales que eran utilizadas por el público.

En el centro de la ciudad se encontraba una gran plaza pública, que aparecía rodeada de pórticos y de edificios administrativos. La más importante fue la de Atenas.

Así como la ciudad griega arcaica no se ajustaba a ningún trazado regulador, la época clásica se preocupó de la urbanización; del plano en cuadrícula apareció en Jonia con ocasión de la reconstrucción de Mileto. La ciudad se dividió en barrios que respondían a consideraciones prácticas.

Superada la época arcaica, la plástica griega se concentró en los talleres. Este fue un período de transición hacia el arte clásico.

Arte que se caracterizó por una unidad de estilo armoniosa y robusta que se impone desde principios del siglo V, cuando por primera vez se hace evidente el conocimiento científico del cuerpo humano, así como la habilidad técnica necesaria para traducir este conocimiento en materia escultórica.

Los frontones del templo de Zeus muestran la evolución de la plástica griega en pos de un realismo de majestuosa grandeza. Esto concluye con la conquista de Policleto de Argos, cuyo sistema de proporciones alcanza un realismo perfecto.

Fidias unió la ciencia de las exactas proporciones a una seductora sensibilidad y, dueño de una afición al colosalismo, construyó dos estatuas de más de 10 metros de altura que adornan el Partenón y el templo de Olimpia.

El arte clásico está también presente en los bronces.

La estatuaria griega podría definirse como la búsqueda apasionada de la belleza y del equilibrio del cuerpo humano en movimiento.

A finales del siglo V a.C., los artistas prefirieron la gracia a la fuerza, la elegancia a la armonía de las proporciones.
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