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El profundo realismo en las representaciones obedece a la actitud que adoptaron los artistas frente al mundo que les rodea. Frenta a la rigidez y abstracción propia del románico, los escultores góticos intentaron imitar la naturaleza y reprodujeron detalles vegetales como figuras dotadas de movimientos y expresividad.
El tipo de religiosidad había cambiado y se estableció una relación más directa con la divinidad. El arte gótico se centró en la figuras de Cristo y de la Virgen.
En los pórticos de las catedrales se narraban en esculturas, con finalidad didáctica, los principales temas religiosos, como: la vida de Cristo, la Resurrección, la Virgen y el Juicio Final.
El relieve se desarrolló en retablos, monumentos funerarios y sillerías de coro.
La escultura de bulto redondo, tuvo un menor desarrollo y se dedicó a imágenes de culto. Durante el desarrollo del arte gótico, la escultura exterior se fue liberando del marco arquitectónico y adquirió volumen y movimiento propios. Las figuras expresaban sentimientos. Los pliegues de los ropajes fueron ganando movilidad y en muchos casos dejaron intuir la anatomía.
Los sepulcros adquieren un auge desconocido, dos son los tipos principales: el primero, se compone de un lecho mortuorio con la figura yacente del difunto colocado en el muro dentro de un nicho; el segundo, consta de un lecho de forma variable, de forma rectangular, decorado en sus cuatro lados.
Durante el siglo XIV se verificó un alargamiento de las formas y la escultura pudo ya separarse del marco arquitectónico. La escultura exterior de las catedrales se hizo más menuda, por influencia de las obras de marfil y del arte mudéjar.
En Italia se llevó a cabo un progresivo abandono de la estética bizantina.
En España, la escultura supo transformar los modelos importados y tendió a un misticismo severo y sensual lleno de intenso realismo.