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(Pío Baroja)
-Estás perdido -murmuró Iturrioz-. Ese intelectualismo no te puede llevar a nada bueno.
-Me llevará a saber, a conocer. ¿Hay placer más grande que éste?
-En esto estoy conforme -dijo Andrés-. La voluntad, el deseo de vivir, es tan fuerte en el animal como en el hombre. En el hombre es mayor la comprensión. A más comprender, corresponde menos desear. Esto es lógico, y además se comprueba en la realidad. La apetencia por conocer se despierta en los individuos que aparecen al final de una evolución, cuando el instinto de vivir languidece. El hombre, cuya necesidad es conocer, es como la mariposa que rompe la crisálida para morir. El individuo sano, vivo, fuerte, no ve las cosas como son, porque no le conviene. Está dentro de una alucinación.
-Me río, porque eso que tú expones con palabras del día, está dicho nada menos que en la Biblia.
-¡Bah!
-Sí, en el Génesis. En el centro del paraíso había dos árboles, el de la vida y el de la ciencia del bien y del mal. El árbol de la vida era inmenso, frondoso, y, según algunos santos padres, daba la inmortalidad. El de la ciencia no se dice cómo era; probablemente sería mezquino y triste. ¿Y tú sabes lo que le dijo Dios a Adán? Puedes comer todos los frutos del jardín; pero cuidado con el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que tú comas morirás. Y, seguramente, añadió: Comed del árbol de la vida, sed bestias, sed cerdos, sed egoístas, revolcaos por el suelo alegremente; pero no comáis del árbol de la ciencia, porque ese fruto agrio os dará una tendencia a mejorar que os destruirá.
- ¡Cómo olfatearon esos buenos judíos, con sus narices corvas, que el estado de conciencia podía comprometer la vida!-dijo Iturrioz-.
-Claro, eran optimistas; griegos y semitas tenían el instinto fuerte de vivir, inventaban dioses para ellos, un paraíso exclusivamente suyo. Yo creo que en el fondo no comprendían nada de la naturaleza.
-No les convenía.
-Seguramente no les convenía. En cambio, los turanios y los arios del Norte intentaron ver la naturaleza tal como es.
-Sí, estamos conformes, lo hemos dicho antes, arrollándolo todo. Desde un punto de vista puramente científico, yo no puedo aceptar esa teoría de la duplicidad de la función vital: inteligencia a un lado, voluntad a otro, no.
-Yo no digo inteligencia a un lado y voluntad a otro -replicó Andrés-, sino predominio de la inteligencia o predominio de la voluntad. Una lombriz tiene voluntad e inteligencia, voluntad de vivir tanta como el hombre, resiste a la muerte como puede; el hombre tiene también voluntad e inteligencia, pero en otras proporciones.
-Lo que quiero decir es que no creo que la voluntad sea sólo una máquina de desear y la inteligencia una máquina de reflejar.
-Lo que sea en sí, no lo sé; pero a nosotros nos parece esto racionalmente.
-No creo en esa indiferencia automática que tú atribuyes a la inteligencia. No somos un intelecto puro, ni una máquina de desear, somos hombres que al mismo tiempo piensan, trabajan, desean, ejecutan... Yo creo que hay ideas que son fuerzas.
-Yo, no. La fuerza está en otra cosa. La misma idea que impulsa a un anarquista romántico a escribir unos versos ridículos y humanitarios, es la que hace a un dinamitero poner una bomba. Lo que les diferencia es algo orgánico.
-¡Qué confusión! En qué laberinto nos vamos metiendo -murmuró Iturrioz.
-Sintetice usted nuestra discusión y distintos puntos de vista.
¡Si estamos conformes! Sería imposible que no lo estuviéramos en todo lo que se refiere a la matemática y a la lógica; pero cuando nos vamos alejando de estos conocimientos simples y entramos en el dominio de la vida, nos encontramos dentro de un laberinto, en medio de la mayor confusión y desorden. En este baile de máscaras, tú me dices: Acerquémonos a la verdad. ¿Dónde está la verdad?
ACTIVIDADES SUGERIDAS
- ¿Cuántos personajes participan del diálogo?
- Comenta las frases: la vida es estúpida, sin emociones y probablemente mezquino y triste.
-Desarrolla en grupo la interrogante: ¿la vida es para serla vivida en la mente o en el corazón o en ambos?
- Examina y recapacita: es posible someter toda nuestra vida a la razón, ¿nos convertiríamos en unos autómatas?¿resistiríamos las tensiones dentro nuestro?,¿sientes la fuerza que te impulsa a obrar de manera errada sin corregirte?
- ¿Qué significado tiene para ti el ¡Bah! de Andrés? ¿Cómo lo calificarías?
Frase de hoy: Cada uno recoge el fruto de lo que dice y recibe el pago de lo que hace. Proverbios 12-24.
-Estás perdido -murmuró Iturrioz-. Ese intelectualismo no te puede llevar a nada bueno.
-Me llevará a saber, a conocer. ¿Hay placer más grande que éste?
-En esto estoy conforme -dijo Andrés-. La voluntad, el deseo de vivir, es tan fuerte en el animal como en el hombre. En el hombre es mayor la comprensión. A más comprender, corresponde menos desear. Esto es lógico, y además se comprueba en la realidad. La apetencia por conocer se despierta en los individuos que aparecen al final de una evolución, cuando el instinto de vivir languidece. El hombre, cuya necesidad es conocer, es como la mariposa que rompe la crisálida para morir. El individuo sano, vivo, fuerte, no ve las cosas como son, porque no le conviene. Está dentro de una alucinación.
-Me río, porque eso que tú expones con palabras del día, está dicho nada menos que en la Biblia.
-¡Bah!
-Sí, en el Génesis. En el centro del paraíso había dos árboles, el de la vida y el de la ciencia del bien y del mal. El árbol de la vida era inmenso, frondoso, y, según algunos santos padres, daba la inmortalidad. El de la ciencia no se dice cómo era; probablemente sería mezquino y triste. ¿Y tú sabes lo que le dijo Dios a Adán? Puedes comer todos los frutos del jardín; pero cuidado con el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que tú comas morirás. Y, seguramente, añadió: Comed del árbol de la vida, sed bestias, sed cerdos, sed egoístas, revolcaos por el suelo alegremente; pero no comáis del árbol de la ciencia, porque ese fruto agrio os dará una tendencia a mejorar que os destruirá.
- ¡Cómo olfatearon esos buenos judíos, con sus narices corvas, que el estado de conciencia podía comprometer la vida!-dijo Iturrioz-.
-Claro, eran optimistas; griegos y semitas tenían el instinto fuerte de vivir, inventaban dioses para ellos, un paraíso exclusivamente suyo. Yo creo que en el fondo no comprendían nada de la naturaleza.
-No les convenía.
-Seguramente no les convenía. En cambio, los turanios y los arios del Norte intentaron ver la naturaleza tal como es.
-Sí, estamos conformes, lo hemos dicho antes, arrollándolo todo. Desde un punto de vista puramente científico, yo no puedo aceptar esa teoría de la duplicidad de la función vital: inteligencia a un lado, voluntad a otro, no.
-Yo no digo inteligencia a un lado y voluntad a otro -replicó Andrés-, sino predominio de la inteligencia o predominio de la voluntad. Una lombriz tiene voluntad e inteligencia, voluntad de vivir tanta como el hombre, resiste a la muerte como puede; el hombre tiene también voluntad e inteligencia, pero en otras proporciones.
-Lo que quiero decir es que no creo que la voluntad sea sólo una máquina de desear y la inteligencia una máquina de reflejar.
-Lo que sea en sí, no lo sé; pero a nosotros nos parece esto racionalmente.
-No creo en esa indiferencia automática que tú atribuyes a la inteligencia. No somos un intelecto puro, ni una máquina de desear, somos hombres que al mismo tiempo piensan, trabajan, desean, ejecutan... Yo creo que hay ideas que son fuerzas.
-Yo, no. La fuerza está en otra cosa. La misma idea que impulsa a un anarquista romántico a escribir unos versos ridículos y humanitarios, es la que hace a un dinamitero poner una bomba. Lo que les diferencia es algo orgánico.
-¡Qué confusión! En qué laberinto nos vamos metiendo -murmuró Iturrioz.
-Sintetice usted nuestra discusión y distintos puntos de vista.
¡Si estamos conformes! Sería imposible que no lo estuviéramos en todo lo que se refiere a la matemática y a la lógica; pero cuando nos vamos alejando de estos conocimientos simples y entramos en el dominio de la vida, nos encontramos dentro de un laberinto, en medio de la mayor confusión y desorden. En este baile de máscaras, tú me dices: Acerquémonos a la verdad. ¿Dónde está la verdad?
ACTIVIDADES SUGERIDAS
- ¿Cuántos personajes participan del diálogo?
- Comenta las frases: la vida es estúpida, sin emociones y probablemente mezquino y triste.
-Desarrolla en grupo la interrogante: ¿la vida es para serla vivida en la mente o en el corazón o en ambos?
- Examina y recapacita: es posible someter toda nuestra vida a la razón, ¿nos convertiríamos en unos autómatas?¿resistiríamos las tensiones dentro nuestro?,¿sientes la fuerza que te impulsa a obrar de manera errada sin corregirte?
- ¿Qué significado tiene para ti el ¡Bah! de Andrés? ¿Cómo lo calificarías?
Frase de hoy: Cada uno recoge el fruto de lo que dice y recibe el pago de lo que hace. Proverbios 12-24.