El ápeiron: un infinito indeterminado y sin límites

Anaximandro y su “metafísica” del mundo físico.

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Al igual que Tales, Anaximandro de Mileto es presentado muchas veces como un científico interesado en cuestiones de astronomía, por sus descubrimientos de los solsticios, de los equinoccios y de la oblicuidad del Zodíaco. Hombre práctico, inventó una especie de reloj de sol, un mapa-mundi, una carta de los cielos y fue un organizador político y militar.


Anaximandro afirmó que el principio de todas las cosas existentes no es ninguno de los elementos (agua, aire, tierra, fuego), sino el ápeiron, un indefinido o infinito que etimológicamente significa”sin límites”.


El ápeiron sería una esfera de radio infinito, es decir, una extensión espacial llena, esférica, infinita en todas sus partes. La transformación de unas cosas en otras está mediada por el ápeiron. El ápeiron se nos presenta así como la fuente inagotable de energía que garantiza la transformación y la unidad del cosmos.


La definición del arjé como algo infinito e indeterminado, o del ápeiron como aquello en que todas las formas del mundo, y en particular los opuestos, se reabsorben, indica el camino hacia la ontología general.


EL COSMOS

El cosmos de Anaximandro es la unidad metafísica del mundo de las formas. Este cosmos forma un sistema de relaciones, una estructura, que se realiza en todos los campos, sobre todo en el astronómico. En este sentido, Anaximandro, anticipándose a los pitagóricos, es el primero en iniciar el análisis matemático de la naturaleza, estableciendo relaciones numéricas entre los cuerpos celestes.


La dinámica del cosmos se desarrolla conforme a dos fases: la primera es la de la formación del cosmos a partir del ápeiron, la segunda fase es la del retorno de todas las cosas al ápeiron.


La Tierra está en el centro del universo, suspendida libremente, sin estar sostenida por nada, y aunque se mueve en un espacio infinito, este movimiento queda neutralizado, pues, al estar en el centro, las fuerzas de atracción que actúan desde los distintos lugares de la bóveda se compensan entre sí. Así pues, la Tierra tiene que permanecer en su lugar. Anaximandro parte de la idea de movimiento y deduce de ella el reposo de la Tierra.


El cosmos de Anaximandro es un equilibrio, un orden, una entropía mínima, pero un equilibrio inestable, porque no hay perfecta y constante retribución de unos términos a otros. Por ello dice Anaximandro que el mundo es injusto y por ello las cosas vuelven de nuevo al ápeiron según el orden del tiempo.


LA PLURALIDAD DE LOS MUNDOS

La dinámica del cosmos de Anaximandro nos muestra que éste tiene un comienzo y un término. El ápeiron se nos presenta dialécticamente en el principio y en el fin del cosmos. Pero el principio es diferente de la idea de Nada y de creación, y el fin no significa aniquilación.


Ahora bien, si el cosmos no es eterno y la aniquilación del cosmos no es posible, entonces el fin del cosmos tiene que dar origen a nuevos mundos. Anaximandro concibe al ápeiron fuera del tiempo, pero íntegramente orientado hacia el cosmos. El cosmos en que estamos comienza y acaba, y el ápeiron da lugar a nuevos mundos que empiezan y acaban.


La distribución de los primeros filósofos en escuelas y la fijación de la relación maestro-discípulo dentro de ellas, proviene de Teofrasto. El concepto de escuela filosófica, escuela de Mileto, escuela pitagórica, escuela de Elea, la Academia platónica, el Liceo de Aristóteles, etc., son antecedentes de nuestras actuales universidades.
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