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El agua, un elemento vital

El agua es una materia viva, y constituye un elemento imprescindible para la vida. La mayoría de los procesos químicos que se llevan a cabo en los organismos vivientes necesitan de este elemento. Es, por tanto, vital para el organismo humano. Además de formar parte de todos los tejidos, el agua es también necesaria principalmente para la digestión y la expulsión de los alimentos, para la expulsión de los residuos metabólicos a través de la orina, para regular la temperatura corporal, para la distribución del oxígeno y de los nutrientes de las células

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También sirve como lubricante y para el correcto estado de las células, entre otras cosas. ¿Hace falta agregar más para concluir que el AGUA ES VIDA? ¡CUIDÉMOSLA, PROTEJÁMOSLA

COMPOSICIÓN QUÍMICA DE LA MATERIA VIVA: EL AGUA

El agua constituye un elemento imprescindible para la vida. La mayoría de los procesos químicos que se llevan a cabo en los organismos necesitan de este elemento; es también un elemento imprescindible para el organismo humano. Su importancia radica en que nuestro organismo está formado principalmente por agua, alcanzando el 60%. Sin el agua, el organismo se deteriora rápidamente por deshidratación; lo que conduce a la muerte. Hay registros de que el hombre ha aguantado hasta 90 días sin ingerir alimentos, pero, sin beber no ha podido aguantar más de 5 días, siendo el límite máximo para un organismo humano entre 3 y 4 días.

Además de formar parte de todos los tejidos, el agua es también necesaria principalmente para:

1. La digestión y la expulsión de los alimentos:

El agua permite digerir los alimentos, estos necesitan de ella para poder moverse dentro del tubo digestivo. El agua, junto con la fibra, ayuda a realizar los movimientos peristálticos (contracciones del músculo intestinal) que terminarán con la expulsión de las heces en la defecación. Es necesario beber agua y tomar la fibra adecuada para evitar retenciones fecales que podrían favorecer las enfermedades muy comunes, como el estreñimiento, la diverticulitis o inflamación del colon.

2. La expulsión de los residuos metabólicos a través de la orina:

El metabolismo corporal produce sustancias tóxicas que deben expulsarse para evitar su propio envenenamiento. Todos los mamíferos, incluido el hombre, excretan urea como resultado del metabolismo de las proteínas. Expulsamos un promedio de 30 gramos diarios de urea diluidos en agua a través de lo que se conoce como orina. Es necesario beber mucha agua para ayudar al riñón a expulsar los productos de desecho, entre ellos el calcio, cuya acumulación en este órgano puede provocar la aparición de cálculos renales o piedras en el riñón.

3. Regular la temperatura corporal:

El organismo pierde agua a través de los poros. Esta pérdida se realiza constantemente a través de lo que llamamos transpiración. Normalmente perdemos, aunque no nos demos cuenta, entre medio litro y tres cuartos de litro diarios. La cantidad es mucho mayor cuando hace calor o cuando realizamos un esfuerzo. Esta agua, al evaporarse, arrastra el calor y disminuye la temperatura corporal. En los deportistas se registran pérdidas de hasta dos o tres litros en periodos inferiores a dos horas.

4. La distribución del oxígeno y de los nutrientes de las células:

Esta distribución se realiza mediante la corriente sanguínea. Teniendo en cuenta que la sangre posee un 90% de agua, podemos valorar su importancia como distribuidora del oxígeno y de los nutrientes celulares.

5. Como lubricante:

El agua reduce la fricción entre las partes que rozan. Los ojos necesitan del agua para permanecer constantemente húmedos. Las glándulas lacrimales producen constantemente el líquido necesario para esta finalidad. De igual manera, el agua constituye un lubricante ideal para el movimiento de las articulaciones. La lengua está constantemente húmeda, las mucosas necesitan de agua, etc.

6. Para el correcto estado de las células:

Las células precisan del agua para tener una estructura determinada. La piel es uno de los órganos que demuestran mejor esta falta de hidratación. Esto es lo que conlleva a la aparición de arrugas o flaccidez o al envejecimiento de la piel. Es necesario ser conscientes de este hecho para comprender la obligación de beber agua en abundancia y mantener nuestro organismo en buen estado y nuestra piel joven.

PRINCIPALES FUENTES DEL AGUA

Los vegetales:

Más de un 17% del agua diaria procede de los vegetales que ingerimos, fundamentalmente las frutas y las verduras, lo que supone aproximadamente 1 litro diario. De entre todos los vegetales, los que más aportan son las verduras, que tienen un contenido en agua entre un 90 y 96%. Entre las cantidades más elevadas se encuentra el pepino con un 96%. El contenido de las frutas es también muy elevado en agua (entre un 73 y un 80%), algunas superan incluso esta proporción, así los melones poseen un 89,97% de agua, lo que los convierte en una de las frutas más ligeras. Por el contrario, los frutos secos o las frutas desecadas poseen menos cantidad, así las nueces sólo poseen un 4%. Las legumbres son vegetales que contienen poca agua.

La leche y los lácteos:

Algo más de medio litro diario de agua ingerida procede de la leche y de los productos lácteos, lo que representa más de un 10%. Dentro de este grupo la leche es la que contiene más agua, con una proporción aproximada de un 90%, mientras que los quesos oscilan entre un 39 y un 59%, según sean más secos o más tiernos, respectivamente.

Los cereales:

Este grupo de alimentos contribuye aproximadamente con un 8%. Destaca entre todos el pan, que es el cereal habitualmente más consumido. El pan suele contener un 39% de agua, sin embargo, algunos derivados deshidratados de los cereales, como las galletitas, suelen tener menos del 5%.

Las carnes y el pescado:

Este grupo de alimentos aporta un 2% de agua. El pescado contiene entre un 73 y un 84% de agua y la carne entre un 50 y un 70%. La carne de ave es la que contiene más agua dentro del grupo de las carnes, y los mariscos, dentro del grupo de los pescados. Además del agua que ingerimos directamente, de los líquidos que contienen agua o de los alimentos, hay que mencionar el agua que el propio organismo produce del metabolismo y que se cifra en un tercio de litro diario.

Beber sin esperar a la sed

Con el sol y el calor sudamos más y, consecuentemente, la pérdida de líquidos se incrementa. Si a esto se le añade que cuanto más liquido se pierde, más disminuye la capacidad del organismo para regular la temperatura, se entiende lo fundamental que resulta reponer esa agua. Pero no debemos esperar a sentir sed para tomar agua: la boca seca ya es síntoma de deshidratación, y el instinto de beber se pierde con la deshidratación progresiva. Por ello, no hay que confiar en la sed y conviene beber regularmente de 8 a 10 vasos a lo largo del día. Y cuanto más humedad, mayor cantidad de agua ingeriremos. Calor, humedad y ejercicio físico son las condiciones idóneas para que aparezca un cuadro de deshidratación.

Síntomas de la deshidratación

Sed, sequedad de las mucosas y de la piel, sensación de ardor y acidez gástrica, somnolencia, fatigabilidad extrema, y si es más grave, ojos hundidos, pulso acelerado, descenso de la tensión arterial, fiebre, retención de líquidos (por lo que algunos órganos, como los riñones, comienzan a fallar, pudiéndose llegar al colapso y la muerte) son algunos de los síntomas de la deshidratación.

No sólo para calmar la sed...

Beba de 1,5 a 2 litros diarios de agua, y si es verano y practica ejercicio, ingiera un aporte extra de líquido sin esperar a que la sed le avise.

-Las dietas ricas en grasas y proteínas requieren más líquido para eliminar sus restos metabólicos, ya que estos alimentos contienen menos agua que otros productos.

-El calor, la humedad y el ejercicio físico aumentan notablemente los requerimientos de agua de nuestro organismo.

-Quienes padecen cálculos de riñón, arenillas o infecciones urinarias deben beber más líquido.

-Café, alcohol, té y otras bebidas similares son diuréticos e incrementan la eliminación de líquido por la orina. Cuidado con ellos.

-Infecciones, fiebre, vómitos y diarrea ocasionan una rápida pérdida de líquidos, a la que los ancianos y niños son más sensibles, que hay que reponer de inmediato. Un preparado de farmacia o un suero casero (agua con una pizca de bicarbonato y unas gotas de limón y azúcar) ayudarán a restituir de inmediato el liquido necesario.

-El envejecimiento va asociado a la desecación, a la pérdida de agua, que afecta a todos los tejidos del organismo, pero especialmente a la piel. Una óptima hidratación desde la infancia ayuda a mantener una piel joven.
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