Educar a los jóvenes en la utilización racional del tiempo libre

Uno de los cometidos de la educación es encaminar a los jóvenes en la buena administración del tiempo libre. Consecuentemente, ¿qué hacen los jóvenes con su tiempo libre? Esta pregunta nos lleva a una cadena de preguntas.

¿En qué invierten los jóvenes sus ratos de ocios?; o mejor dicho, en sus ratos de ocio, ¿cómo los jóvenes piensan aprovechar creativamente su tiempo libre? La pregunta viene a propósito de que llegando las vacaciones o fuera de ella, el adolescente, el joven, o el adulto puede encontrarse sorprendido al no encontrar cómo llenar el vacío del tiempo invertido en las largas horas de clases.

Por todo ello, ¿poseen los jóvenes algún tipo de orientación al respecto? Creemos que las respuestas pasan por ¿qué propuestas tiene la educación para los jóvenes?, o ¿cómo los padres encaminarían el tiempo libre de sus hijos?

Es preciso tener en cuenta que la juventud no es sólo un grupo amorfo de personas de edad cronológica, por el contrario, es una actitud ante la vida, y precisamente en una etapa no definida sino transitiva, que tiene ciertos rasgos muy característicos, como ser:

Un inconformismo que lo cuestiona todo; un espíritu de riesgo que la lleva a compromisos y situaciones radicales; una capacidad creativa, con respuestas nuevas al mundo en cambio, que aspira a mejorar siempre como signo de esperanza. Su aspiración personal más espontánea y fuerte es la libertad, emancipada de toda tutela exterior. Es signo de gozo y felicidad. Muy sensible a los problemas sociales. Exige autenticidad y sencillez, y rechaza con rebeldía una sociedad invadida por hipocresías y antivalores.

Este dinamismo es capaz de renovar las culturas que, de otra manera, envejecerían. Pero lo que más desorienta al joven, es la amenaza a su exigencia de autenticidad por el ambiente adulto, en gran parte incoherente y manipulador y por el conflicto generacional, la civilización de consumo, una cierta pedagogía del instinto, las drogas, el sexualismo, la tentación de una vida fácil.

Hoy día, los jóvenes son manipulados especialmente en lo político, y en el uso del tiempo libre. Una parte de los jóvenes tienen legítimas inquietudes políticas y conciencia del poder social, y muchas veces su falta de asesoría equilibrada la lleva a radicalizaciones o frustraciones.

Hoy día, los jóvenes ocupan gran parte del tiempo libre en el deporte y en la utilización de los medios de comunicación social. Para algunos, son instrumentos de educación y sana recreación; para otros, elementos de alienación.

Si atendemos a la situación social de los jóvenes, observamos que, al lado de aquellos que por su condición económica se desarrollan con normalidad, hay muchos jóvenes indígenas, campesinos, y de nuestras ciudades, que por su pobreza, se ven obligados a trabajar como personas mayores.

Es lamentable que jóvenes con la fuerza suficiente para derribar montañas, a las nueve de la mañana, en cantidad de nueve o quince, estén en las esquinas tomando tereré. Dicha realidad es fruto de la falta de oportunidades, de la falta de instrucción, de la falta de empleos donde puedan invertir sus fuerzas de trabajo. Sin estos jóvenes, ¿hacia dónde se encamina nuestra patria?

Con las faltas de oportunidades, los jóvenes se sienten al acecho de las manipulaciones malsana del materialismo, que los vuelven individuos que no son capaces de elevarse por encima de lo meramente material; el hedonismo, que consiste en pasarlo bien y punto, se utiliza esta actitud como el nuevo código de comportamiento, que lleva a la muerte de los ideales, el vacío de sentido y la búsqueda de una serie de sensaciones cada vez más nuevas y excitantes.

Otros detonantes de esta dinámica manipuladora es la permisividad, una lucha sin finalidad y el consumismo, todo esto liderados por una sociedad que piensa sólo en lucro a costa de las conciencias frágiles de los jóvenes.

Ante esta realidad se presenta automáticamente aquellas palabras sabias y llenas de contenido de Juan Pablo II, en su visita a Paraguay: “Jóvenes paraguayos, no busquéis la felicidad en el placer, en la posesión de bienes solamente, en el afán de dominio. Se es feliz por lo se es, no por lo que se tiene: la felicidad está en el corazón, está en amar, está en darse por el bien de los demás sin esperar nada a cambio.

Jóvenes paraguayos, no dejéis que destruyan vuestro futuro. ¡No os dejéis arrebatar la riqueza del amor! ¡Muchachos y muchachas del Paraguay! ¡No tengáis miedo a empeñar la vida por los demás! ¡No os acobardéis ante los problemas! Queridos amigos del Paraguay: Esta es vuestra hora”.
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