Día Mundial de la Alfabetización

Del 8 al 19 de septiembre de 1965 se celebró en Teherán, el Congreso Mundial de Ministros de Educación para la erradicación del analfabetismo, organizado por la UNESCO.

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El Congreso de 1965 que reunió a los Ministros de Educación de casi todo el mundo, se manifestó desde un principio, convencido de suscitar y motivar, en el plano internacional, la voluntad de luchar contra el analfabetismo, y aprobó resoluciones verdaderamente constructivas contra la ignorancia. En unas de sus resoluciones recomienda:

”Que el 8 septiembre, -fecha de la inauguración del Congreso de Ministros por el Shahinshah de Irán- sea proclamado Día de la Alfabetización, y sea celebrado en todos los países del mundo”.

“Que durante ese día se utilicen todos los medios de información en todos los países, para luchar contra el analfabetismo”.

“Que los resultados de los programas de alfabetización sean difundidos en el plano internacional”.

“Que el Día internacional de la Alfabetización se celebre cada año, el 8 de septiembre, a partir de 1996”.

Para reflexionar

Lee este artículo periodístico en donde se presenta una nueva problemática sobre el analfabetismo.

Nuevo analfabetismo
Cuando hablamos de analfabetos totales o funcionales, estamos pensando en quienes nada pueden leer porque no aprendieron a hacerlo, o en quienes pudiendo deletrear y silabear, no pueden interpretar lo que leen.

Según la UNESCO, en el mundo hay actualmente 980 millones de adultos analfabetos. Y según las estadísticas locales que se han comentado en otra oportunidad, en el Paraguay podemos estar produciendo un 50% de población analfabeta, contando con los que nunca fueron a la escuela y los que la abandonaron antes de tiempo.

Pero no es de estos analfabetos de los que escribo hoy. Me refiero a otro analfabetismo, que se incuba progresivamente entre quienes saben leer y saben interpretar, pero no lo hacen porque cada día les resulta más difícil. Muchos son los índices de este nuevo analfabetismo.

Nuestros niños, adolescentes y jóvenes, incluso los que son estudiantes, leen cada vez menos. Vicente Brunetti ha constatado en su investigación, que la media de tiempo que nuestros niños dedican al televisor, es de siete horas diarias. No sé cuántas dedican a la música, pero es evidente que la nueva cultura de los jóvenes es más musical que verbal.

Los jóvenes tienen más casetes que libros, se reúnen para escuchar música y no lo hacen para leer. Cuando estudian se acompañan de música, cuando pasean van aislados con el walkman, cuando están cansados les es más fácil relajarse o estimularse con música que con literatura. No es de extrañar, los adultos hemos abierto para ellos muchas más discotecas que bibliotecas. Los medios universales masivos de comunicación audiovisual están empobreciendo la cultura verbal y literaria.

Comparto la opinión de George Steiner: La comunicación masiva sólo puede hacerse efectiva dentro de un lenguaje disminuido o corrupto. Los investigadores de la motivación, estos sepultureros del lenguaje culto, nos dicen que el anuncio perfecto no debe tener palabras de más de dos sílabas ni oraciones con frases subordinadas.

En Estados Unidos -continúa diciendo- se han impreso millones de copias de Shakespeare o de la Biblia en forma de tiras cómicas, con frases en inglés básico.

Ciertamente, no puede quedar duda de que la toma del poder político y económico por los semicultos han traído consigo ¡una reproducción de la riqueza y de la dignidad del idioma! Los escritores de los medios de comunicación social se ven forzados a usar un lenguaje semianalfabeto, para hacerse entender por todos en todas partes. También los políticos están destruyendo nuestro lenguaje.

El lenguaje de la política se ha contaminado de oscuridad y locura. Parece que la mayoría de nuestros políticos usan las palabras como piedras, manejan un pobre vocabulario y un extraño género literario de la agresividad. Este proceso de deterioro de la lengua es consecuencia del poco interés por la lectura y el lenguaje, en un proceso generalizado en todos los países; y viene de lejos, y por eso mismo debe preocuparnos mucho más.

Nuestros niños, adolescentes y jóvenes están usando un vocabulario cada vez más reducido. Encuentran dificultades para expresar verbalmente sus emociones, y por eso tienen que recurrir a otros lenguajes más primitivos, como los gritos amenazantes, las palabras groseras, las pintatas; incluso en sus propios rostros y vestidos, los gestos y las acciones violentas, los explosivos y los instrumentos ruidosos. Las emociones y sentimientos no pueden ser reprimidos. Necesitan cauces y lenguajes para su expresión.

Cuando el cauce de la palabra fecunda no existe, cuando no se dominan los lenguajes del arte y la estética, el hombre y la mujer son nuevos analfabetos y hacen ruda, peligrosa e insociable su comunicación. Otro desafío más para la educación y su reforma.


PENSAMIENTO DE LA SEMANA: “Un hogar sin libros, es como un cuerpo sin alma”. (S Fajardo)
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