Cargando...
Como hombre de animales, amante de estos y devoto de San Francisco, deseo rendir un merecido homenaje a quienes también forman parte de nuestras familias y que constituyen la soledad compartida y siempre nos brindan su mayor cariño. El 4 de octubre de 1929 fue declarado el Día Mundial de los Animales por la Organización Mundial de Protección Animal en un congreso celebrado en Viena. Y fue así que el papa Juan Pablo II, en 1980, declaró a San Francisco de Asís patrono de los animales y los ecologistas. Este gentil hombre expresaba: "Todas las criaturas están unidas en un solo coro de alabanza hacia Dios".
Los seres humanos siempre tenemos un día al año para dedicarles a los animales y es precisamente el 4 de octubre la fecha en la que podemos compartir con esos seres tan especiales, que desde remotas épocas han establecido estrechas relaciones con nosotros.
Los animales forman parte de nuestra familia. Dado que dependen de nosotros, debemos brindarles todo nuestro amor. Así podemos observar desde la ferocidad de tigres y leones, pasando por el arduo trabajo de los caballos de los carritos callejeros, hasta el amor que nos brindan los canes y los gatos, los sonoros gorjeos de las aves que alegran nuestros oídos; así como el mirar con ternura a un diminuto picaflor empollando sus huevitos en el nido. Entonces, solamente nos queda maravillarnos por la obra del Supremo Creador del Universo.
Los animales como el caballo y el perro han acompañado al hombre desde los comienzos de su existencia. Al principio, el caballo fue un manjar como alimento, pero cuando el hombre descubrió sus virtudes, lo utilizó para los trabajos y en las guerras.
Este noble animal prestó su anatomía con el fin de salvar vidas humanas, al permitir que a partir de ellos se elaboren los sueros antitetánicos, antiofídicos y antidiftéricos.
Tenemos anécdotas fehacientes de canes y gatos que han muerto por mordeduras de víboras para salvar la vida de niños en las casas, así como las de perros que corrieron kilómetros en busca de ayuda ante un accidente de sus dueños. También las de caballos que en las guerras, y ya malheridos, tuvieron el aliento de galopar para poner a sus amos a salvo y luego caer muertos.
El día 4 de octubre, en las iglesias del mundo, se ofician misas en honor a los animales, que son llevados a las iglesias y bendecidos por los sacerdotes con el beneplácito de sus dueños. Y todo gracias a San Francisco de Asís.
Los seres humanos siempre tenemos un día al año para dedicarles a los animales y es precisamente el 4 de octubre la fecha en la que podemos compartir con esos seres tan especiales, que desde remotas épocas han establecido estrechas relaciones con nosotros.
Los animales forman parte de nuestra familia. Dado que dependen de nosotros, debemos brindarles todo nuestro amor. Así podemos observar desde la ferocidad de tigres y leones, pasando por el arduo trabajo de los caballos de los carritos callejeros, hasta el amor que nos brindan los canes y los gatos, los sonoros gorjeos de las aves que alegran nuestros oídos; así como el mirar con ternura a un diminuto picaflor empollando sus huevitos en el nido. Entonces, solamente nos queda maravillarnos por la obra del Supremo Creador del Universo.
Los animales como el caballo y el perro han acompañado al hombre desde los comienzos de su existencia. Al principio, el caballo fue un manjar como alimento, pero cuando el hombre descubrió sus virtudes, lo utilizó para los trabajos y en las guerras.
Este noble animal prestó su anatomía con el fin de salvar vidas humanas, al permitir que a partir de ellos se elaboren los sueros antitetánicos, antiofídicos y antidiftéricos.
Tenemos anécdotas fehacientes de canes y gatos que han muerto por mordeduras de víboras para salvar la vida de niños en las casas, así como las de perros que corrieron kilómetros en busca de ayuda ante un accidente de sus dueños. También las de caballos que en las guerras, y ya malheridos, tuvieron el aliento de galopar para poner a sus amos a salvo y luego caer muertos.
El día 4 de octubre, en las iglesias del mundo, se ofician misas en honor a los animales, que son llevados a las iglesias y bendecidos por los sacerdotes con el beneplácito de sus dueños. Y todo gracias a San Francisco de Asís.