De lenguas y trabalenguas

Desde finales de este mes, escribir "sólo", "guión" y "quórum" podría significar faltar a la ortografía. La "v corta" sería "uve" y la "i griega", "ye". La "ch", con la "ll", pasarían al olvido; y el prefijo "ex" –solo– perdería el sentido.

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La Real Academia Española (RAE) –fundada en 1713– tiene como misión «velar porque los cambios que experimente la Lengua Española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico». Es lo que dicta el artículo primero de sus Estatutos.

En ese afán de adaptar nuestra lengua al devenir de los tiempos y la búsqueda de una ortografía coherente y acaso moderna, la Comisión Interacadémica de la Asociación de Academias de la Lengua Española aprobó una serie de nuevas reglas de ortografía a ser ratificadas el 28 de este mes, en Guadalajara (México), por el pleno de las veintidós academias.

No es lo mismo "estuve teniendo sexo sólo una hora" que "estuve teniendo sexo solo una hora", dirán algunos. Pero, de ratificarse dichas reglas, ya no habrá dicotomía ortográfica entre el adjetivo —solo, de soledad— y el adverbio —sólo, cuando se quiera decir solamente—. Por tanto, las formas acentuadas de "sólo" implicarían un error a la regla.

Lo mismo ocurre para los determinantes demostrativos "este", "esta", "estos", "estas" frente a sus usos pronominales de las mismas formas. Si bien desde 1959 las normas ortográficas obligaban el uso del acento gráfico sólo para casos de ambigüedad, hoy la RAE considera permitir no tildar los pronombres demostrativos, incluso en casos de posible ambigüedad.

Un cambio radical respecta a la desaparición de las letras "ch" y "ll". Si bien desde 1999 ya eran consideradas dígrafos (esto es, un grupo de dos letras que representan un mismo sonido) y no letras independientes, aún formaban parte del abecedario. Desde fines de este mes, quedarían suprimidas para ser 27 las letras del alfabeto.

 

El alfabeto también sufrirá modificaciones en la "ve corta" y la "be larga". Al buscar reducirlas, a la "ve corta" se denominará "uve". "Este hábito designativo que usa España fue refrendado por México, por Cuba y por Chile que, al parecer, en sus campañas pedagógicas han comenzado a llamarlas be y uve", según palabras del presidente de la Academia Argentina de Letras.

La "i griega" dejaría de llamarse así para ser simplemente "ye". La justificación radica en la búsqueda de un solo nombre por letra. De ratificarse y aplicarse –por ejemplo– a la extensión del dominio de internet territorial de nuestro país ".py", la misma pasaría a pronunciarse "punto pe ye".

A propósito de la "ye", cuentan que en 1815 la Academia se inclinaba por determinar que el sonido de la "y" se sustituyera siempre por la "i". Lo que evitó la muerte de la "i griega" fue que uno de los académicos recordó que –de eliminarla del alfabeto– se debería corregir la ortografía de las estampillas reales, que enunciaba: "Yo el Rey". Pero no pasó a mayores.


En otro de los cambios, se apunta que se aceptarían la "k" y la "c" en lugar de la "q". Como en nuestro sistema de escritura la letra "q" sólo representa al fonema /k/, incluso combinando "qu" con "e" o "i", se podrá escribir con "c" y "k" aquellas palabras que contengan la "q". Esto afectaría a palabras como Qatar, Iraq, quórum o queso, para pasar a escribirse como Irak, Catar, cuórum y keso; salvo que quiera conservarse el extranjerismo anterior (escribiendo en cursirva y sin tilde).

Respecto al uso del prefijo "ex", el mismo será incorrecto por separado cuando no permanezca unido a la base léxica, si afecta a una sola palabra; aunque continuará escribiéndose en forma separada cuando preceda a palabras compuestas. Así, se escribirá "expresidente" y "ex director ejecutivo", por tratarse de un cargo con palabras compuestas.

Otro cambio ortográfico curioso. Si bien la RAE consideraba monosílabas las palabras que incluían una secuencia de vocales pronunciadas como hiatos o diptongos en algunas áreas hispánicas, y estaba permitida la escritura con tilde a quienes la considerábamos un caso de hiato; con esta modificación, acentuar las palabras "guión", "huí", "Truhán", "fié" o "leí" serán consideradas faltas de ortografía.

¿El argumento? Se trata de monosílabos y "el acento sobra", como en los casos de "fe", "fue"  o "dio", que tiempo atrás eran acentuadas. Seguirán, por supuesto, las excepciones de la tilde diacrítica, como en los casos de "de" (preposición) y "dé" (verbo); o "si" (condicional) y "sí" (afirmación).

Tampoco será correcto acentuar la vocal "o" cuando vaya entre números; lo que servía para distinguirla del 0. Es que se trataba de la única palabra átona en llevar tilde. Sin embargo, lejos de los tiempos de la máquina de escribir, los teclados de la computadora eliminaron toda confusión posible.

 

Por otra parte, de la mano de la Fundación del Español Urgente, patrocinada por la Agencia Efe y el BBVA, es probable la inclusión de verbos y sustantivos de nuestra lengua que proceden del inglés "to reset", "resetear" y "reseteo"; "to scan", "escanear" "escaneo"; "to check", "chequear" y "chequeo"; así como expresiones que derivan de la red social de microblogging Twitter: "to tweet", "tuitear", "tuiteo"; "to retweet", "retuitear", "retuiteo".

 

Asimismo, el director de la RAE, Víctor García de la Concha, aseguró que "hay que hacer un reequilibrio del Diccionario y hay que incorporar más términos americanos", reconociendo de esta forma que "desde siempre hubo un desequilibrio" a favor del español de España.

Si bien los cambios ortográficos señalados precedentemente contaron con la aprobación de la Comisión Interacadémica, nada es definitivo. Aún necesitarán del visto bueno de las veintidós Academias de la Lengua Española para ser ratificadas y formar parte de la nueva edición de la Ortografía de la Lengua Española de la Real Academia de la Lengua Española (RAE).

Será allí donde, casi a modo de cónclave y en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL), se reunirán el próximo 28 de noviembre en la ciudad mexicana de Guadalajara para decidir –para bien o para mal– por 440 millones de personas hablantes de nuestro idioma.

 

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