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En nuestros ecosistemas, la vida es como una luz y el combustible, los recursos naturales. Si continuamos dilapidando estos recursos como se está haciendo hasta ahora, la vida como la luz se extinguirá. Con este pensamiento, preocupante e inquietante, una vez más quisiera alegar, pedir y rogar a los habitantes de nuestro querido país, especialmente a los campesinos y a los nativos, que no destruyan más a los árboles ni a los insectos como las abejas, pues ellas, en maravillosa interdependencia, prosperan para brindarnos todo lo necesario para nuestra vida sobre el planeta.
Si continuamos deforestando para convertir a nuestros centenarios árboles en carbón para alimentar a una fundición obsoleta con el pretexto de "fuentes de trabajo" o extender con ambición sin límites campos de pastoreo o plantaciones de soja, estamos acelerando el fin y nuestra luz se extinguirá.
Las abejas nativas (llamadas también sin aguijón) son originarias de países del trópico y subtrópico, especialmente de América del Sur, entre los cuales Brasil es el mantiene aún la mayor cantidad de especies. Existen algunas pocas especies también en islas del Caribe, Asia, África y Australia.
En la antigüedad, la miel era el principal producto que los humanos y animales consumían como edulcorante y alimento. Hoy día, sabemos con certeza que las abejas tienen un papel preponderante en la producción de alimentos por la acción polinizadora (transporte del polen del gameto masculino de las plantas hasta el órgano femenino de las flores).
Los colonizadores europeos trajeron a América las abejas melíferas o abejas con aguijón, llamadas científicamente Apis mellifera L., pertenecientes al género Apidae, por la década de 1840/50. Las abejas nativas son del género Meliponinae, y en nuestro país, se las conoce con los nombres guaraníes de tapezuá, jateí, mondorí, eira apuá, eirusú, apynguareí y muchas otras más.
Según el ilustre científico Arnaldo de Winkelried Bertoni, en América existían antes de la presencia de las abejas traídas de Europa, allá por los años de 1730, más de 200 especies de abejas nativas (solitarias, semisociales y sociales), destacándose entre estas últimas las del género Meliponinae, conocidas comúnmente como melipónidas. Son de diferentes tamaños, según la especie, y a su vez se dividen en tres subespecies o tribus, que son: meliponas, trigonas y lestrimelitas.
IMPORTANCIA DE LAS ABEJAS NATIVAS EN NUESTRO ECOSISTEMA
La vegetación tropical es muy variada en cuanto a la anatomía de sus flores, por lo que requieren de un polinizador "a medida". De allí la existencia de abejas de distintos tamaños, señal de que han ido evolucionando conjuntamente con las plantas según la anatomía de sus flores.
Estos polinizadores no solo son escasos, sino que, al no estar protegidos, se encuentran en estado de progresiva declinación. En parte, es responsable de esto la aplicación indiscriminada de agrodefensivos, la destrucción involuntaria de los nidos por el intenso laboreo del suelo, como también la destrucción de plantas que proveen la subsistencia a estos insectos imprescindibles para la producción de alimentos.
La producción de miel ha pasado a un plano secundario, siendo la polinización de las que depende la reproducción sexual y la variabilidad genética de las plantas, el mayor beneficio que las poblaciones de abejas brindan al reino vegetal, pues con sus frutos, semillas y bayas alimentan al hombre y animales.
Hoy, que en nuestro país se habla de reforestación, es bueno señalar que las plantas nativas necesitan de sus polinizadores, que son las abejas nativas. Por eso, la impostergable tarea de educar y capacitar, especialmente a nuestros hermanos campesinos y nativos para proteger, multiplicar y aprovechar sus productos sin sacrificar las colonias de abejas como hasta hoy se realiza.
(*) Especialista en Apicultura