¿Cuál es la mejor hora para hacer ejercicios?

Estudios científicos han demostrado que haciendo ejercicio por la mañana, nuestro cuerpo y nuestra mente obtienen más beneficios que realizando actividad física por la tarde o por la noche. El mayor beneficio tiene que ver con poder adelgazar: al hacer ejercicio por la mañana se queman más calorías que en otro momento del día. Además, la actividad física matutina regula el hambre, es decir, nos hace llegar con menos apetito a la hora de la comida.
Pero hay que tener en cuenta que el ejercicio físico necesita de energía y, para eso, debemos desayunar ligero antes de ir al gimnasio, para asegurarnos de que la glucosa esté en niveles óptimos y no tengamos inconvenientes como las lipotimias o desmayos, muy comunes en las mujeres que no acostumbran a desayunar.
Al hacer ejercicios, nuestro cerebro libera endorfinas, unas sustancias que producen una sensación de placer y bienestar que nos hace comenzar el día con ganas y buen humor. Además, hacer ejercicio por la mañana tiene un efecto positivo y regulador sobre el ritmo del sueño: quien hace ejercicio duerme mejor y se despierta más fácilmente.
Parece que estos efectos positivos son muy claros, porque hay muchas personas que tratan de hacer ejercicio por la mañana y, las que van a los gimnasios por la tarde, lo hacen únicamente porque sus horarios laborales no les permiten comenzar desde temprano con la actividad física. Sin embargo, siempre vale la pena intentar levantarse una hora antes por día o al menos 3  veces por semana para regalarle a nuestro cuerpo y a nuestra mente los beneficios de hacer ejercicio físico.

¿Cómo respirar cuando hacemos ejercicio?
Con el ejercicio se demandan mayores cantidades de oxígeno, aumenta la frecuencia respiratoria y se ponen en marcha los músculos respiratorios. En la respiración durante el ejercicio, el protagonista es el diafragma, junto con los músculos intercostales, para expandir la caja torácica a nivel de las últimas costillas, ya que tienen mayor movilidad y permiten el ingreso de una mayor cantidad de aire.
La respiración diafragmática es la que consiste en tomar aire sin levantar los hombros y llevándolo a la parte inferior de los pulmones. Durante la inspiración, debemos contraer el transverso del abdomen para aumentar la presión abdominal. Después, contraemos el diafragma que se aplana y desciende, expandiendo la caja torácica en su zona más baja y el pecho se proyectará hacia arriba y hacia delante. El aire entra muy rápido en los pulmones para llenar el vacío resultante. Al relajar los músculos (diafragma e intercostales), el diafragma vuelve a su posición original curvándose hacia arriba, las últimas costillas se cierran y el aire se expulsa. Este tipo de respiración permite mantener contraídos en todo momento a los músculos abdominales, sobre todo al transverso, lo que supone una gran ventaja mecánica y de protección durante acciones motrices donde se necesite transmitir fuerza a través de la columna vertebral o mantener una estabilidad del tronco.
¿Inspirar por la nariz o por la boca?
Cuando el ejercicio es de baja intensidad, lo ideal es inspirar por la nariz; sin embargo, a medida que aumenta la intensidad, resulta necesario introducir aire por la boca, entra mucho más aire y resulta menos difícil, pero siempre que podamos, lo más adecuado es introducir el aire por la nariz, ya que así el aire se calienta y humedece, además de filtrar el polvo, el polen y otras partículas extrañas, lo que reduce la irritación y el riesgo de infecciones.

Fuente: http://cuidatusaludcondiane.com/como-respirar-cuando-hacemos-ejercicio/
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