Consecuencias de la polución sonora

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Es obvio que el hombre no puede dominar su agresividad, especialmente cuando está fuera de control, ya sea por alegría o en la lucha. La producción del ruido es una de las formas de demostrarla. Así lo vemos a diario, en especial en los jóvenes cuando hacen sonar las bocinas, bafles, motores sin silenciador y otros ruidos molestos propios de las grandes urbes donde los transportes, industrias, aviones, etc., causan cambios a veces irreversibles en la salud.

 

La contaminación sonora produce liberación de hormonas que traen cambios en la conducta, estrés, pérdida auditiva, agresividad, hipertensión arterial, infarto de miocardio, trastornos del sueño y aumento de la enfermedad de las arterias coronarias que fueron demostrados en estudios europeos.   

El progreso trae, pues, aparejados cambios insospechados. Como parte de la polución ambiental, en el Paraguay tenemos la Ley Nº 1180/97 de la "Polución sonora y ruidos molestos…", que en su Art. 11 dice que "cualquier persona puede presentar denuncia ante cualquier autoridad municipal o policial, la que está obligada a intervenir y disponer la prohibición o la reducción de los ruidos molestos". Es una ley que las autoridades no la cumplen, ya sea por desconocimiento o por temor a aplicarla como otras muchas.  

 

Ahora que se cambiaron las autoridades municipales, quizá sea oportuno, en especial en estos días festivos, se les recuerde que, entre tantas, esta es una de las cosas que no funcionan en nuestro ambiente y que frecuentemente trae problemas incluso de índole legal. Apelemos a la conciencia de los locos del ruido.

Enrique A. Courcelles

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