Las tribus estaban organizadas por grupos de consejeros. Las mujeres, dueñas de la casa y del campo, eran la cabeza del clan. Les gustaba, a los indios, cantar, bailar, contar historias, hacer músicas con cascabeles, silbatos, tambores. Eran populares los juegos de pelotas y los de piedritas.

Algunas tribus pensaban que cualquier tipo de violencia era perdida de tiempo. Se consideraba mayor gloria atacar al enemigo y escapar.

Los españoles, primeros descubridores

Antes que los españoles llegaran a América Central, Hernando de Soto, un rico veterano en la conquista del Perú, había desembarcado en Florida, en busca de Cíbola. Pero los indios a los que preguntaba sólo le estrechaban las manos y le señalaban con el dedo otros pueblos. De Soto murió en el intento, y sus hombres echaron su cuerpo al río Misisipí.

En 1540, una expedición mandada por Francisco de Coronado partió para conquistar Cíbola. Pronto, Coronado empezó a pensar que Fray de Marcos había exagerado, y que esta ciudad sólo era un pequeño pueblo. Y tenía razón, los españoles encontraron en el pueblo unas pocas esmeraldas y algunas piezas de cuarzo. Ante el fracaso se marcharon de pueblo en pueblo.

Durante el recorrido encontraron a un indio, quien les dijo que en su país el rey dormía bajo un árbol del que pendían campanas de oro y que tenía un barco con proa de oro. Coronado le creyó y dirigió su ejército hacia allí. Pero esto también había sido mentira.

El ejército de Coronado fue el primero en ver el Gran Cañón. Los españoles, más tarde, cristianizaron a los indios, convivieron con ellos y les enseñaron muchas cosas útiles.
En 1860, los indios se sublevaron, pero al final fueron vencidos.