Centrales nucleares: la muerte lenta

La central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa (Japón) se encuentra a sólo 9 km del epicentro de un temblor de tierra de 6,8 grados en la escala abierta de Richter que se produjo en julio pasado.

Capacidad: Interpreta los peligros de las reacciones nucleares.


Debido al temblor, se produjeron resquebrajaduras en la central y se filtró agua contaminada con elementos radiactivos al mar de Japón. Se ha confirmado que la radiación vertida al mar es mayor de lo que se dijo en un primer momento y el riesgo es muy grande. Este fue uno más de los accidentes en centrales nucleares que muestran cuán peligrosos son, pues no solo afectan al entorno, pues las radiaciones se pueden desplazar miles y miles de kilómetros por acción del viento y del agua y permanecer miles de años en la biosfera, con sus consecuencias de enfermedad y muerte.

La triste historia de Chernóbil
El día 26 de abril de 1986 se produjo una explosión en la central nuclear de Chernóbil, en Ucrania, que hace frontera con Bielorrusia. A la 1.23 de la madrugada, las barras de óxido de uranio del reactor número 4 se calentaron provocando una explosión que levantó la losa aislante del reactor, produciendo una nube radioactiva que liberó a la atmósfera una gran cantidad de material radioactivo y lanzó grafito al exterior. Al ponerse en contacto el núcleo con la atmósfera, los productos más pesados fueron cayendo cerca de la instalación y los más ligeros formaron una nube de 1 km de altura. El total de los productos radiactivos desprendidos y difundidos a la atmósfera fueron dispersados por el aire, que arrastró la nube radioactiva hacia la zona de Gomel, que fue la parte más contaminada y es la que pertenece a Bielorrusia.


El sarcófago gigante que rodea el núcleo del reactor destruido se estima que contiene 1.000 kilos de plutonio y tendrá que permanecer intacto durante más tiempo que las pirámides de Egipto. Hoy en día en Bielorrusia hay nueve pueblos cerrados por la radiactividad, mucha gente se enferma debido a dicho desastre nuclear y, según el tipo de componentes radiactivos, estos pueden tardar en desaparecer entre 100 y más de 1.000 años. En la medida que la estructura actual del sarcófago se deteriore y aparezcan pérdidas, como ya ha ocurrido, se tendrá que reparar tantas veces como sea necesario. Precaria cárcel para un monstruo que deberá permanecer encerrado durante miles de años.


Se debería incrementar la utilización de energías alternativas, como la solar.

Hoy en día hay trece reactores nucleares funcionando en lo que antes era la Unión Soviética. El desastre de Chernóbil equivale a 500 bombas de Hiroshima. La cifra de muertos después de estos años se estima en unas 25.000 personas, y según la Organización Mundial de la Salud, el cáncer de tiroides en Bielorrusia supera 300 veces los niveles registrados antes de la catástrofe. Expertos de todo el mundo estiman que el 80% de los menores bielorrusos están enfermos debido a la radiación, una situación que puede derivar en cáncer de tiroides, leucemia, problemas de corazón e hígado o incluso en el síndrome de la muerte súbita. Los niños son el sector de población más afectado y las malformaciones entre los recién nacidos se han duplicado en la ultima década. Según el ecólogo ruso y académico Alexei Yablokov, el número de personas afectadas en varias generaciones llegará a 500 millones. El ADN de las células germinales que transmiten la información genética fue dañado por la radioactividad, algo que no ocurrió ni en Hiroshima ni en Nagasaki.

El hongo de la muerte. Una prueba nuclear, en algún lugar del mundo.

Los tres accidentes más graves- Entre 1948 y 1956 se volcaron 76 millones de metros cúbicos de residuos nucleares en aguas frescas del río Techa, pasaron de calmar la sed de los 124.000 pobladores que vivían junto a su cauce en los primeros 35 km de su trayecto a llevarles a la muerte envueltas en distintas enfermedades. Durante esos años, la radioactividad del Techa llega a los 100.000 terabequels (Tbq), es decir cien mil billones de bequerel, la unidad universal que mide la radiación ambiente.

- El 29 de setiembre de 1957, una falla en el sistema de refrigeración hizo estallar un tanque que contenía 300 metros cúbicos de basura altamente radioactiva. Fue conocida como el accidente de Kyshtym -una villa cercana a la planta- y hasta el desastre de Chernóbil, en 1986, fue el peor accidente nuclear de la historia. La explosión, que liberó una fuerza radioactiva de 740.000 Tbq (equivalente a 80 toneladas de TNT), diseminó sobre un área de 23.000 kilómetros cuadrados, 74.000 Tbq de radiactividad, afectando a unas 272.000 personas.

- En el verano de 1967, una sequía inusual evaporó gran parte de las aguas del lago Karachay, ubicado dentro de la planta de Mayac y contaminando con el vertido de enormes cantidades de líquidos radioactivos, y el paso de un tornado hizo llover otra gran cantidad del gran peligroso cesio-137 (185.000 Tbq) sobre más de 41.500 personas en un radio de 2.700 kilómetros cuadrados. Según el centro científico ruso Kurchakov y el instituto de radiología Obninsk, unas 437.000 personas fueron afectadas por tres accidentes ocurridos en Mayac, y solo por la contaminación del río Techa murieron al menos unas 8.000.


Las estadísticas dicen que:-La tasa de leucemia se duplicó en los 20 años.

-El cáncer de piel se cuadruplicó en las ultimas tres décadas.

-La cantidad de enfermos de todas las clases de cáncer trepó un 21%.
-Los pacientes con enfermedades vasculares aumentaron un 30%.

-Los nacimientos con defectos congénitos crecieron un 25%.


El cáncer, una de las consecuencias de la radiactividad.

CEMENTERIOS NUCLEARES
Los países que producen energía mediante fisión nuclear se encuentran con el grave problema de dónde depositar los desechos radiactivos. Estos restos se caracterizan por su alta radiactividad y emisión de calor. Entre ellos se encuentran el neptunio 237, que conserva su radiactividad durante 2 millones de años, y el plutonio, durante 24.000 años. Muchos de los reactores nucleares almacenan estos desechos en las piscinas de las centrales, pero no deben estar en contacto con la biosfera para evitar que las radiaciones lleguen a los seres vivos.

La mayoría de los países que se han enfrentado el problema investigan la posibilidad de deshacerse de ellos enterrándolos en profundas perforaciones geológicas, es decir, en un cementerio nuclear. Pero el ejemplo de lo ocurrido en Japón, con el sismo que resquebrajó la central nuclear cerca del epicentro, les hará pensar más de dos veces.

Desde los abismos marinos, pasando por el espacio fuera de la atmósfera, incluidos los países pobres que podrían servir de “inquilinos” de desechos nucleares, los países desarrollados hasta hoy no han logrado decidir dónde depositarán sus desechos. Mientras, esperamos un nuevo “Chernóbil”.


Esquema de un cementerio profundo. Los recipientes deben ser aislados para que no filtren sus residuos en el medioambiente.
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