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Las hortalizas cumplen un papel muy importante en la alimentación del hombre por ser una valiosa fuente de fibras, vitaminas, sales minerales y carbohidratos indispensables para regular y estimular las funciones vitales del organismo humano, así como para la prevención de enfermedades. Por ello, si se piensa en su cultivo, es necesario tener en cuenta algunos factores, con el objeto de que los productos obtenidos (hortalizas de hoja y de raíz; frutos) sean inocuos, buscando disminuir los costos, sin olvidar su calidad. El cultivo de hortalizas presenta varias ventajas: un ahorro al no tener que adquirirlas; una mayor disponibilidad de alimentos sanos (libre de residuos de plaguicidas químicos); aprovechamiento de mano de obra y tiempo libre de los miembros de la familia, de espacios subutilizados. Además, la venta del excedente permite a la familia generar ingresos adicionales.
Para el éxito en la producción de hortalizas, es necesario tener en cuenta algunos puntos que inciden en la producción final (cantidad, calidad, inocuidad), tales como:
Las buenas prácticas agrícolas (BPA), todavía poco conocidas por muchos productores; ubicación de la huerta, el tamaño del predio, los recursos naturales de la zona, el manejo de plagas y enfermedades, y origen y calidad de las semillas.
BUENAS PRÁCTICAS AGRÍCOLAS (BPA)
Son el conjunto de acciones destinadas a prevenir, reducir y controlar los peligros de contaminación biológica, química y/o física durante los procesos productivos. Significa: "Hacer bien las cosas y demostrarlo". La aplicación de las BPA tiene por objetivo ofrecer al mercado consumidor productos sanos, inocuos para el consumo humano, protegiendo el ambiente y la salud de los trabajadores.
Una de las normativas de BPA recomienda utilizar un cuaderno en donde se registren todas las actividades realizadas (fechas de siembra, cosecha, aplicación de productos fitosanitarios, dosis, entre otros). Si bien en nuestro país todavía existe cierta reacción hacia el registro de datos, es un detalle muy importante para realizar una correcta planificación de la producción y para conocer la trazabilidad del producto.
UBICACIÓN DE LA HUERTA
La huerta debe situarse, si fuese posible, cerca de la casa o vivienda para facilitar los cuidados; en un terreno de superficie plana o con suave pendiente, a fin de facilitar la circulación del agua cuando llueve o se riega, evitando así su acumulación, que, además de perjudicar el crecimiento de las plantas, puede propiciar la aparición de plagas y enfermedades. Debe estar fuera del alcance de animales por los posibles daños que estos pueden ocasionar.
El tamaño de la huerta va a depender de la mano de obra disponible en la familia (atención) y de la cantidad de miembros que la componen (consumo). Lo importante es aprovechar las ventajas comparativas e instalar la huerta aunque sea en una pequeña superficie (huerta urbana) o inclusive en recipientes.
RECURSOS NATURALES
El suelo. Las propiedades físicas son más importantes que las propiedades químicas porque las últimas pueden ser mejoradas con relativa facilidad. Se aconseja elegir un suelo de consistencia o textura media, que no sea muy arenoso (suelto) ni muy arcilloso (pesado); profundo bien aireado y con buen drenaje para permitir el crecimiento de raíces y facilitar la penetración y circulación del agua. La presencia de materia orgánica es muy importante.
Para mantener la fertilidad del suelo, es necesario evitar la erosión, conservar la materia orgánica, realizar rotaciones y diversificar los cultivos. El agregado de materia orgánica se puede hacer mediante abonos verdes, humus de lombriz, estiércoles de aves y vacunos y compost, entre otros.
En parcelas destinadas a la producción comercial, se recomienda efectuar el análisis de suelos (BPA) para evaluar la fertilidad del mismo, teniendo en cuenta que las hortalizas son altamente exigentes en nutrientes.
El agua. Es fundamental y constituye más del 90 % del peso de la parte utilizable de la mayoría de las hortalizas. Debe ser permanente, abundante y de buena calidad. En ningún caso deberá hacerse uso de agua salada, contaminada o estancada, a fin de no dañar a las plantas, para evitar el ataque de plagas o enfermedades y también para prevenir enfermedades en el hombre, teniendo en cuenta que muchas de las hortalizas se consumen en fresco. El análisis fisicoquímico y microbiológico de agua, si bien tiene un costo, es una de las recomendaciones de las BPA, así como el buen funcionamiento de tanques, cañerías y el uso racional del agua.
El clima. La mayoría de las hortalizas presentan con frecuencia amplia adaptación climática por ser cultivadas hace mucho tiempo y en las más diversas condiciones. Los factores climáticos son los que más influyen en algunas características relevantes como la duración del ciclo, la precocidad en la cosecha, productividad e inclusive el precio del mercado. La temperatura del suelo es fundamental para la germinación, emergencia y desarrollo inicial de las plantitas. La luz solar es un factor climático muy importante porque promueve el proceso de la fotosíntesis. Por tanto, es recomendable que en la huerta familiar llegue como mínimo 2-3 horas por día. En producción comercial, la luz solar debe llegar la mayor parte del día, porque la alta luminosidad favorece la productividad.
CALIDAD DE SEMILLAS
Puede significar el éxito o el fracaso de un emprendimiento hortícola. En el momento de la compra, se debe consultar sobre el porcentaje de germinación, la fecha de vencimiento y si es una variedad (cultivar) de verano o de otoño-invierno. Existen semillas de variedades que son más económicas para huertas familiares y semillas híbridas (de mayor costo) destinadas con preferencia a la producción comercial.
Una buena semilla debe ser sana y vigorosa, y no presentar mezcla de otras variedades u objetos extraños. Por eso, es conveniente adquirir semillas que tengan el sello del Senave. No obstante, el productor también puede producir sus propias semillas (huerta familiar), para la cual debe estar capacitado y conocer muy bien los factores que interfieren en ese proceso productivo. Para huertas familiares, es mejor comprar semillas que vienen en pequeños sobres de 3 a 5 gramos. La mayoría de las semillas vienen tratadas con plaguicidas químicos, por tanto, se debe tener cuidado especial al manipularlas.
CALENDARIO DE CULTIVOS E INTERVALO DE SIEMBRA
Se debe contar con un calendario de cultivos para tener una producción diversificada de hortalizas durante todo el año. Para ello, se debe conocer el ciclo de cada especie y las variedades adaptadas a las diferentes estaciones del año (hortalizas de clima caliente, templado, frío). Ejemplo: lechuga, zanahoria y remolacha se puede sembrar con un intervalo de 15 a 20 días.
MANEJO DE PLAGAS Y ENFERMEDADES
En huerta familiar no se recomienda el uso de plaguicidas químicos por varios motivos, como ser: salud del aplicador, del consumidor, costo y otros. Si se presentan inconvenientes de enfermedades y plagas, se puede recurrir al empleo de repelentes naturales (plantas aromáticas, medicinales y otros métodos culturales). Cabe recordar que el suelo es la base productiva; por tanto, suelo sano es también sinónimo de plantas sanas y vigorosas que resisten naturalmente al ataque de plagas. Por otro lado, el método de producción agroecológica (orgánica o similar) estimula la presencia de controladores biológicos de muchas plagas.
Debe primar el criterio de evitar y prevenir el ataque de plagas y enfermedades; y solamente cuando estén presentes en el lugar de cultivo, se aplicarán los tratamientos específicos que correspondan.
Es recomendable aplicar una orientación agroecológica al cultivo de hortalizas, especialmente las producidas en forma familiar, si bien también existen productores que están realizando esfuerzos para producir en forma comercial bajo sistema mixto (agroecológico, mínima o casi nula utilización de plaguicidas y fertilizantes químicos, salvo aquellos recomendados); utilizando métodos culturales (rotación, asociación), junto con productos naturales para el manejo de plagas y enfermedades.
Para muchos productores de hortalizas, la pulverización con plaguicidas químicos es el medio de control más utilizado con frecuencia y el más digno de confianza. Esta es una práctica e idea errónea que debe ser sustituida por el manejo integrado, en interacción con otras medidas de control ya mencionadas.
AGROTECNOLOGÍA EN EL CONTROL CLIMÁTICO
Cuando se pretende disminuir la temperatura del suelo, se puede utilizar cobertura vegetal seca, como pacholí, jahape, hojas de caña de azúcar, pasto camerún u otras especies. Además de disminuir la temperatura del suelo, también mantiene la humedad del mismo por mayor tiempo. Después de una lluvia o del riego (economía de agua, menor costo), mejora la calidad de frutos (evita contacto directo con el suelo); protege el suelo del impacto de las gotas de agua, evita el crecimiento de malezas y, por tanto, reduce las carpidas. Además, con el tiempo, estos materiales se incorporan al suelo, como abono natural.
NO SE DEBE OLVIDAR
La producción de hortalizas es sinónimo de cuidados diarios y sistemáticos. La producción comercial tiene por objetivo obtener mayor rentabilidad posible, sin provocar daños al ambiente; que sea sustentable y productiva a lo largo del tiempo y que le permita al productor y su familia, lograr un nivel de vida digno. La producción familiar prioriza la obtención de alimentos sanos y el ahorro de dinero.
(*) Especialista en producción de hortalizas.
Para el éxito en la producción de hortalizas, es necesario tener en cuenta algunos puntos que inciden en la producción final (cantidad, calidad, inocuidad), tales como:
Las buenas prácticas agrícolas (BPA), todavía poco conocidas por muchos productores; ubicación de la huerta, el tamaño del predio, los recursos naturales de la zona, el manejo de plagas y enfermedades, y origen y calidad de las semillas.
BUENAS PRÁCTICAS AGRÍCOLAS (BPA)
Son el conjunto de acciones destinadas a prevenir, reducir y controlar los peligros de contaminación biológica, química y/o física durante los procesos productivos. Significa: "Hacer bien las cosas y demostrarlo". La aplicación de las BPA tiene por objetivo ofrecer al mercado consumidor productos sanos, inocuos para el consumo humano, protegiendo el ambiente y la salud de los trabajadores.
Una de las normativas de BPA recomienda utilizar un cuaderno en donde se registren todas las actividades realizadas (fechas de siembra, cosecha, aplicación de productos fitosanitarios, dosis, entre otros). Si bien en nuestro país todavía existe cierta reacción hacia el registro de datos, es un detalle muy importante para realizar una correcta planificación de la producción y para conocer la trazabilidad del producto.
UBICACIÓN DE LA HUERTA
La huerta debe situarse, si fuese posible, cerca de la casa o vivienda para facilitar los cuidados; en un terreno de superficie plana o con suave pendiente, a fin de facilitar la circulación del agua cuando llueve o se riega, evitando así su acumulación, que, además de perjudicar el crecimiento de las plantas, puede propiciar la aparición de plagas y enfermedades. Debe estar fuera del alcance de animales por los posibles daños que estos pueden ocasionar.
El tamaño de la huerta va a depender de la mano de obra disponible en la familia (atención) y de la cantidad de miembros que la componen (consumo). Lo importante es aprovechar las ventajas comparativas e instalar la huerta aunque sea en una pequeña superficie (huerta urbana) o inclusive en recipientes.
RECURSOS NATURALES
El suelo. Las propiedades físicas son más importantes que las propiedades químicas porque las últimas pueden ser mejoradas con relativa facilidad. Se aconseja elegir un suelo de consistencia o textura media, que no sea muy arenoso (suelto) ni muy arcilloso (pesado); profundo bien aireado y con buen drenaje para permitir el crecimiento de raíces y facilitar la penetración y circulación del agua. La presencia de materia orgánica es muy importante.
Para mantener la fertilidad del suelo, es necesario evitar la erosión, conservar la materia orgánica, realizar rotaciones y diversificar los cultivos. El agregado de materia orgánica se puede hacer mediante abonos verdes, humus de lombriz, estiércoles de aves y vacunos y compost, entre otros.
En parcelas destinadas a la producción comercial, se recomienda efectuar el análisis de suelos (BPA) para evaluar la fertilidad del mismo, teniendo en cuenta que las hortalizas son altamente exigentes en nutrientes.
El agua. Es fundamental y constituye más del 90 % del peso de la parte utilizable de la mayoría de las hortalizas. Debe ser permanente, abundante y de buena calidad. En ningún caso deberá hacerse uso de agua salada, contaminada o estancada, a fin de no dañar a las plantas, para evitar el ataque de plagas o enfermedades y también para prevenir enfermedades en el hombre, teniendo en cuenta que muchas de las hortalizas se consumen en fresco. El análisis fisicoquímico y microbiológico de agua, si bien tiene un costo, es una de las recomendaciones de las BPA, así como el buen funcionamiento de tanques, cañerías y el uso racional del agua.
El clima. La mayoría de las hortalizas presentan con frecuencia amplia adaptación climática por ser cultivadas hace mucho tiempo y en las más diversas condiciones. Los factores climáticos son los que más influyen en algunas características relevantes como la duración del ciclo, la precocidad en la cosecha, productividad e inclusive el precio del mercado. La temperatura del suelo es fundamental para la germinación, emergencia y desarrollo inicial de las plantitas. La luz solar es un factor climático muy importante porque promueve el proceso de la fotosíntesis. Por tanto, es recomendable que en la huerta familiar llegue como mínimo 2-3 horas por día. En producción comercial, la luz solar debe llegar la mayor parte del día, porque la alta luminosidad favorece la productividad.
CALIDAD DE SEMILLAS
Puede significar el éxito o el fracaso de un emprendimiento hortícola. En el momento de la compra, se debe consultar sobre el porcentaje de germinación, la fecha de vencimiento y si es una variedad (cultivar) de verano o de otoño-invierno. Existen semillas de variedades que son más económicas para huertas familiares y semillas híbridas (de mayor costo) destinadas con preferencia a la producción comercial.
Una buena semilla debe ser sana y vigorosa, y no presentar mezcla de otras variedades u objetos extraños. Por eso, es conveniente adquirir semillas que tengan el sello del Senave. No obstante, el productor también puede producir sus propias semillas (huerta familiar), para la cual debe estar capacitado y conocer muy bien los factores que interfieren en ese proceso productivo. Para huertas familiares, es mejor comprar semillas que vienen en pequeños sobres de 3 a 5 gramos. La mayoría de las semillas vienen tratadas con plaguicidas químicos, por tanto, se debe tener cuidado especial al manipularlas.
CALENDARIO DE CULTIVOS E INTERVALO DE SIEMBRA
Se debe contar con un calendario de cultivos para tener una producción diversificada de hortalizas durante todo el año. Para ello, se debe conocer el ciclo de cada especie y las variedades adaptadas a las diferentes estaciones del año (hortalizas de clima caliente, templado, frío). Ejemplo: lechuga, zanahoria y remolacha se puede sembrar con un intervalo de 15 a 20 días.
MANEJO DE PLAGAS Y ENFERMEDADES
En huerta familiar no se recomienda el uso de plaguicidas químicos por varios motivos, como ser: salud del aplicador, del consumidor, costo y otros. Si se presentan inconvenientes de enfermedades y plagas, se puede recurrir al empleo de repelentes naturales (plantas aromáticas, medicinales y otros métodos culturales). Cabe recordar que el suelo es la base productiva; por tanto, suelo sano es también sinónimo de plantas sanas y vigorosas que resisten naturalmente al ataque de plagas. Por otro lado, el método de producción agroecológica (orgánica o similar) estimula la presencia de controladores biológicos de muchas plagas.
Debe primar el criterio de evitar y prevenir el ataque de plagas y enfermedades; y solamente cuando estén presentes en el lugar de cultivo, se aplicarán los tratamientos específicos que correspondan.
Es recomendable aplicar una orientación agroecológica al cultivo de hortalizas, especialmente las producidas en forma familiar, si bien también existen productores que están realizando esfuerzos para producir en forma comercial bajo sistema mixto (agroecológico, mínima o casi nula utilización de plaguicidas y fertilizantes químicos, salvo aquellos recomendados); utilizando métodos culturales (rotación, asociación), junto con productos naturales para el manejo de plagas y enfermedades.
Para muchos productores de hortalizas, la pulverización con plaguicidas químicos es el medio de control más utilizado con frecuencia y el más digno de confianza. Esta es una práctica e idea errónea que debe ser sustituida por el manejo integrado, en interacción con otras medidas de control ya mencionadas.
AGROTECNOLOGÍA EN EL CONTROL CLIMÁTICO
Cuando se pretende disminuir la temperatura del suelo, se puede utilizar cobertura vegetal seca, como pacholí, jahape, hojas de caña de azúcar, pasto camerún u otras especies. Además de disminuir la temperatura del suelo, también mantiene la humedad del mismo por mayor tiempo. Después de una lluvia o del riego (economía de agua, menor costo), mejora la calidad de frutos (evita contacto directo con el suelo); protege el suelo del impacto de las gotas de agua, evita el crecimiento de malezas y, por tanto, reduce las carpidas. Además, con el tiempo, estos materiales se incorporan al suelo, como abono natural.
NO SE DEBE OLVIDAR
La producción de hortalizas es sinónimo de cuidados diarios y sistemáticos. La producción comercial tiene por objetivo obtener mayor rentabilidad posible, sin provocar daños al ambiente; que sea sustentable y productiva a lo largo del tiempo y que le permita al productor y su familia, lograr un nivel de vida digno. La producción familiar prioriza la obtención de alimentos sanos y el ahorro de dinero.
(*) Especialista en producción de hortalizas.