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La brucelosis es una enfermedad que se asocia comúnmente al ganado vacuno, pero en realidad puede afectar también a otras especies como la ovina, caprina y suina. La brucelosis caprina es producida principalmente por la bacteria Brucella melitensis, que se difunde en el medio durante el parto o el aborto de cabras enfermas. La leche, la orina y las heces también concentran gran cantidad de bacterias. Se ha determinado que el periodo de expulsión de brucellas por vagina persiste durante tres meses, mientras que por la leche este periodo puede durar un año o más.
La principal vía de entrada al organismo es la bucal, por contaminación del pasto, forraje o el agua que bebe el animal. Igualmente, por el hábito de lamerse entre cabras.
Otras vías de contagio son la genital, la cutánea a nivel de pezuñas, la respiratoria y la ocular.
SÍNTOMAS DE LA ENFERMEDAD
El síntoma más evidente en las hembras es el aborto tardío, o sea entre los 4 a 5 meses de gestación. En el macho es característica la inflamación de los testículos y epidídimos (orquioepidimitis). Generalmente, las cabras infectadas abortan una sola vez, aunque algunas lo hacen repetidamente. Otras se restablecen con el tiempo o quedan como portadoras crónicas. Las bacterias en este caso se localizan en la ubre y son causantes del mantenimiento y propagación de la infección al resto de la población.
ASPECTOS ECONÓMICOS Y SANITARIOS
Las implicancias económicas de la brucelosis caprina se manifiestan a través de las pérdidas de crías por aborto o mortalidad perinatal, por esterilidad y por merma en la producción de leche.
La aparición de esta enfermedad en el rebaño trae aparejado el contagio del productor y su familia, además de propagarse el mal a otras especies animales que pudieran coexistir en el establecimiento.
La Brucella melitensis es la causante, en humanos, de la llamada fiebre ondulante o de
Malta, caracterizada por fiebre prolongada con cefalea, artritis y/o artrosis de manos, hombros, cadera (sacroileitis), rodillas, entre otras. Además puede producir neumonía, trastornos gastrointestinales, hepatitis, endocarditis y anemia hemolítica. Las mujeres contagiadas casi siempre abortan o sufren de infertilidad.
DIAGNOSTICO, TRATAMIENTO Y PROFILAXIS
El diagnostico clínico de la enfermedad puede hacerse por el aborto, retención de placenta, muerte de cabritos recién nacidos, agrandamiento y dolor a la palpación de los testículos y epidídimos; también aumento de tamaño de los ganglios del cuello y de la cabeza del animal. La confirmación del mal se hará por análisis laboratorial.
Pueden hacerse frotis o improntas de órganos como ser bazo, ganglios, cuajo, pulmón, cotiledones o frotis de hisopados de flujo vaginal. Todos estos materiales deben teñirse con Gram y así observar la presencia de cocos pequeños Gram negativos típicos de Brucella. Otros análisis pueden hacerse con leche o suero sanguíneo como ser: rosa de bengala, antígeno buferado en placa (BPA), ELISA indirecto, fijación de complemento, 2 mercapto etanol, polarización fluorescente (FPA).
Una prueba de diagnóstico de mayor complejidad y costo es la reacción en cadena de la polimeriza (PCR), que permite diferenciar resultados positivos debidos a cepa de campo de Brucella melitensis o positivos a la cepa de la vacuna REV-1.
La mejor profilaxis es identificar a los animales positivos y eliminarlos.
La profunda desinfección de corrales, boxes y otras instalaciones utilizadas en el manejo de los animales debe llevarse a cabo permanentemente. Los fetos abortados, placentas, cabritos jóvenes muertos, deben ser quemados o enterrados y cubiertos con cal. Antes de introducir machos al rebaño, sean propios o adquiridos de otro establecimiento, debe realizarse los análisis laboratoriales correspondientes para asegurar la negatividad de los mismos a esta enfermedad.
(*) Especialista en producción ganadera.