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Los festejos se iniciaron el domingo último con una cena ofrecida por el príncipe heredero, Carlos de Inglaterra, y continuó ayer con un oficio religioso en la abadía de Westminster.
Vestida con un traje y sombrero marfil, la reina y Felipe de Edimburgo, con un traje y abrigo oscuro, entraron al templo sonrientes, mientras eran aguardados por sus cuatro hijos y siete nietos al final de la alfombra roja.
El príncipe Guillermo, que es hijo de Carlos y de la fallecida Diana de Gales, y segundo en la línea de sucesión a la corona, leyó un salmo de San Pablo. La ceremonia fue transmitida en vivo por la radiocadena británica BBC.
MULTICULTURALISMO
Según los medios locales, a la ceremonia de bendición del matrimonio, entre los invitados estuvieron representantes de varias religiones, entre ellas musulmana, judía, budista, hinduista, sikh y Bahai, en reconocimiento al multiculturalismo que caracteriza Gran Bretaña.
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La reina sufrió la repercusión negativa por la ruptura de los matrimonios de sus hijos tres de los cuatro se han divorciado, pero la mayoría de los sondeos muestran apoyo para la monarquía, al menos hasta que ella fallezca y con la genética a su favor, ya que su madre murió a los 101 años, los británicos podrían tener que esperar por mucho tiempo más para ver coronado a su sucesor. (AFP/EFE)