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Con un sencillo pero elegante atuendo, diseñado por ella misma, la novia llegó al lugar de la ceremonia religiosa. Se trató de un vestido confeccionado por Doris de Rodríguez, en shantung de seda; acompañó un bolerito de tul bordado francés. En el templo, pedestales de hierro sostuvieron arreglos de lirios y gladiolos, preparados por Carolina Ledesma, quien también se encargó de la decoración del salón de eventos, donde se realizó una íntima cena familiar.