Asunción, sus naranjos y sus flores

Desapercibidos en medio del trajín, todavía sobreviven desperdigados algunos de los naranjos, apepu, pomelos y limoneros que alguna vez hicieron famosa la capital del Paraguay.

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Dicen que en cada ciudad  hay un aroma característico. De Asunción, por lo menos históricamente, se dice que huele a reseda, jazmines, azucenas e infalibles azahares. Así la sintieron poetas y trovadores. "Asunción del Paraguay, capital de mis amores, tus naranjos y tus flores...", dice el Canto al Paraguay de Heriberto Altinier. Y Mauricio Cardozo Ocampo aludió en sus "Noches Blancas" a las "Noches de azahares, luna y estrellas...".   

De las tantas evocaciones poéticas  para la  "Madre de Ciudades" todavía quedan  vestigios que se resisten a desaparecer.    En la calle Mcal. Estigarribia, frente a las esbeltas fachadas italianizantes, se pueden ver los reverdecidos naranjos o apepu que ya echaron flores. Lo mismo  en las céntricas calles Chile y Presidente Franco, en los alrededores de los edificios más emblemáticos.   

Si bien no existen registros certeros de quiénes los hayan plantado o cuándo empezó la arborización con naranjos, sus troncos son testimonios de distintas épocas más lejanas o más cercanas. Apenas la semana pasada la Policía Nacional reemplazó los ficus de sus veredas por naranjos.   

Muchos  intendentes y concejales anuncian campañas de arborización con plantas nativas y naranjos para recuperar la belleza y la identidad asuncena perdidas, pero ningún proyecto es sostenido ni tiene continuidad.   

Aromas y colores   
   
Uno de los principales propulsores había sido  el concejal José Antonio Galeano (2001-2006), quien en varias ocasiones planteó la campaña  "Aromas y colores de Asunción" u otra similar que estimule a los vecinos a utilizar, en jardines y veredas, árboles y plantas ornamentales que son propios de nuestra pródiga naturaleza. Así dice su minuta del 24 de febrero de 2003.    Argumentaba el recurrente e invariable testimonio de poetas y cantores que mencionan los "aromas fuertes y embriagadores" que hacen suponer que otrora "Asunción era una ciudad aromada y colorida".   

Galeano sostenía que "Asunción está en inmejorables condiciones de ser la más fragante y florida capital del Mercosur", pues  "la memoria de la ciudad no solo pasa por sus edificios antiguos, sus lugares históricos y sus museos; también pasa por sus aromas y colores, por la cotidiana reconstrucción de lo que es nuestro".   

Se recomendaba potenciar en los viveros municipales el cultivo y cuidado de especies como naranjos cuya flor, el azahar, es el más característico por su inconfundible y asunceno aroma.  También se proponían concursos con  apoyo de empresas privadas.   

Se logró la  Resolución JM 2347/03 a fin de impulsar la campaña con el nombre de "Aromas y Colores de Asunción". El pedido fue reiterado en  el  2003, a lo que la Intendencia respondió con plantear una campaña de arborización como primera etapa para hacer frente a la "ficusmanía" y la opción del "chapeu da pria" (sombrillas de playa) en las veredas de la ciudad y avenidas de la ciudad. No sabemos qué pasó.   

Hacia el bicentenario   

En el año 2005 la Administración Nacional de Electricidad (ANDE) anunció que arborizará la ciudad, como mitigación de sus cableríos entrecruzados sobre Asunción, con  naranjos en todo el microcentro. Al año siguiente, la Municipalidad lanzó  el proyecto Apepu con 109 plantines colocados en las calles Colón, Haedo, Ayolas y Piribebuy, en una tarea conjunta con la Agencia de Cooperación Española (AECI).   

En setiembre de 2008, la comisión municipal del bicentenario, dirigida por Nicolás Latourrette Bó, inició una campaña de arborización de calles del microcentro con apepu. Se comenzó en los alrededores de la Manzana de la Rivera para  "recuperar la floresta colonial de Asunción". También se había anunciado adoptar reseda, azucenas y jazmines en las plazas del centro para recuperar  el aroma de  Asunción de 1811.   

Más adelante se plantaron 87 árboles a lo largo de la calle Montevideo, en homenaje a doña Franca Bó, por sus años cumplidos. Sin embargo, el proyecto quedó trunco cuando Latourrette dejó la comisión.   

La realidad actual   

Las calles de Asunción ya no  ondean colinas ni atraviesan arroyos con tupidos matorrales que refrescan los barrios. Por eso, las arborizaciones no pasan de fotos y anuncios. ¿Cuál es el problema?

El Ing. Germán González Salemma, del Jardín Botánico de Asunción, explica que varios factores inciden actualmente en los planes de arborización. "Se plantan muchas especies, pero no tienen éxito porque cambió el microclima del centro histórico. Antes las calles eran empedradas, había amplios patios con jardines, lugares con abundante agua. No se sentía tan caliente el pavimento que absorbe mucho la radiación, una de las principales causas de que los naranjos hayan desaparecido".   

Por ser árboles de  medio bosque y media sombra, los naranjos requieren de mucha agua. Sin embargo, ahora todo es piso y el agua de lluvia casi no penetra en el subsuelo de  Asunción, que es tremendamente seco en la actualidad. Toda el agua de lluvia se escurre hacia el río y no es absorbida. Las condiciones del viento también son diferentes por la presencia de edificios en altura y los suelos donde se plantan muchas veces han sido rellenados con escombros.   

"Los naranjos requieren de humedad constante y lugares frescos, puesto que son plantas subtropicales originarias del Asia, no de zonas tropicales calurosas. Esa es la razón por la que muchas ya no prenden", explica.   

El experto forestal sugiere que a la hora de arborizar con naranjos se tengan en cuenta estas condiciones además de optar por plantines que ya tengan cuanto menos dos metros de altura. Son las que mejor se adaptan y prenden porque las muy pequeñas no resisten los avatares urbanos: "Es elegir el árbol correcto para el lugar correcto, según la temperatura, el viento y la luz".   

¿Es posible recuperar?   

Asunción difícilmente pueda recuperar sus azahares de antaño si los arbolitos son olvidados al día siguiente de plantados.

Pocos son los vecinos que sienten el orgullo de tener un cítrico en su vereda. "Yo soy una orgullosa dueña de un pomelo que hace años plantó mi mamá en nuestra vereda y está lleno de azahar", me dice Patricia Blasco, en Sajonia.   

Pero ¿acaso no hay tantos otros vecinos patriotas o ciudadanos asuncenos que den el ejemplo de cuidar y regar cada día el árbol que tienen en su vereda?

 

El azahar...

 

Azahar es el nombre de varias flores blancas y por antonomasia se refiere a las flores del naranjo, pomelo, apepú y cidro, etc. Su nombre nos ha llegado del árabe hispánico azahar, a su vez procedente del árabe que indica flor.

   
La costumbre de utilizarla en arborización urbana está muy extendida en Sevilla (España) y de allí la habrían traído los españoles.


Las flores de azahar tienen un aroma peculiar que se expande en el aire. Su efecto es sedante, aperitivo y aromatizante.


Cuando, antaño,  los visitantes llegaban por barco al Puerto de Asunción decían olerlos desde lejos y las distinguidas novias las llevaban en su tocado.

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