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El inesperado y fortuito gran apagón que por muchas horas dejó a oscuras a 70 millones de personas en 18 estados del Brasil y a todo el Paraguay, calificado por el presidente Lula da Silva como "desastre", puso de resalto la gran importancia que tiene para la economía y la seguridad nacional del Brasil la usina de Itaipú; una realidad desde un principio intencionalmente soslayada por el Gobierno de ese país para ocultar su vital dependencia de la energía suministrada por la misma. El incidente coincidió con la gran parafernalia de depliegue bélico preparada por el vecino país sobre una hipotética confrontación bélica con el Paraguay por la posesión unilateral de Itaipú. Más allá de los elaborados planes militares que el Brasil pueda tener respecto de esta central, su seguridad nacional nunca podrá separarse de la seguridad de la usina binacional. Pero lo que debe quedar bien en claro es que la seguridad del emprendimiento energético conjunto jamás podrá sostenerse con la fuerza por más poderosa que esta sea, sino con el entendimiento entre ambos países mediante un trato justo y equitativo en la repartición de sus beneficios. Cualquier plan de guerra del Brasil contra el Paraguay por Itaipú será un absurdo; será siempre una guerra equivocada, aniquiladora, imperialista, como lo fue la guerra genocida de la Triple Alianza.Con gran parafernalia de despliegue bélico, las fuerzas armadas del Brasil han iniciado una maniobra militar conjunta del Ejército, Marina y Fuerza Aérea, con la denominación en clave de "Laçador" (o Enlazador), cuya finalidad es ensayar un plan de operaciones elaborado por el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de ese país, con base en una hipotética confrontación bélica con el Paraguay por la posesión unilateral de la represa hidroeléctrica binacional de Itaipú.
Esta noticia difundida en un portal de internet no debiera merecer ninguna atención por parte del Gobierno paraguayo, pues se trata de un evento militar privativo de la estrategia militar de defensa del vecino país, aun cuando esté dirigido a una hipotética conflagración armada con el Paraguay.
Sin embargo, el inesperado y fortuito gran apagón que por muchas horas dejó a oscuras a 70 millones de personas en 18 estados del Brasil y a todo el Paraguay, calificado por el presidente Luiz Lula da Silva como "desastre", que afectó a la red de transmisión de Itaipú en el lado brasileño, y que, llamativamente, también afectó a la del lado paraguayo, hace que sea oportuno y conveniente para los intereses del Paraguay vincular ambos sucesos en el contexto de las relaciones bilaterales que tienen que ver con la usina hidroeléctrica binacional.
Más allá del malestar y perjuicios causados a un tercio de la población del inmenso país vecino, el incidente puso de resalto la gran importancia que tiene para la economía y la seguridad nacional del Brasil la usina de Itaipú; una realidad desde un principio intencionalmente soslayada por el Gobierno de ese país para ocultar su vital dependencia de la energía suministrada por la misma.
Ciertamente, el apagón fue un accidente, sin ninguna relación con el plan militar actualmente en desarrollo en los estados de Paraná, Santa Catarina y Río Grande del Sur, programado con mucha antelación, pero la coincidencia viene bien para resaltar la incongruencia de la política de mal vecino implantada por Brasil en Itaipú.
En ese sentido, en su relación con Paraguay hasta ahora el Brasil se manifiesta y actúa como una potencia imperialista, explotadora y a menudo agresiva, de la que nuestro país no puede esperar un trato justo en sus relaciones bilaterales, en particular respecto de Itaipú.
Más allá de los discursos y las notas reversales aún pendientes de aprobación por el Congreso brasileño, hasta ahora poco o nada se ha concretado en cuanto a los reclamos paraguayos en Itaipú. A lo sumo, se ha logrado catalogar las tareas pendientes para el logro de una cogestión plena en la administración de la hidroeléctrica binacional, en tanto que la restitución de nuestra soberanía energética en la misma continúa siendo postergada.
Las meras manifestaciones de buena voluntad del Gobierno brasileño para atender los reclamos paraguayos no son suficientes para que confiemos que la apuesta por nuestros legítimos derechos esté ganada.
Más allá del optimismo del presidente Fernando Lugo y de la supuesta bonhomía de su homólogo brasileño, existe el riesgo de que en cualquier momento el Brasil se desentienda de la lista de prioridades que conforman el paquete de reclamos paraguayos.
Pese a la cordialidad que caracteriza a los periódicos encuentros presidenciales, y aun cuando el Congreso brasileño apruebe integralmente el acuerdo suscrito sobre Itaipú, todavía quedará pendiente la cuestión fundamental de cuáles de los reclamos paraguayos el Gobierno brasileño está realmente dispuesto a atender, en qué medida, y lo más importante de todo, CUANDO.
Volviendo a las maniobras militares en curso en nuestra frontera, destinadas a simular la captura de la usina de Itaipú por tropas militares brasileñas, reiteramos que ellas no deben preocuparnos habida cuenta de que, eventualmente, uno de los talones de Aquiles de la colosal represa se asienta en la margen paraguaya del río Paraná. Tratándose de una usina hidroeléctrica binacional, compartida en los papeles en partes iguales entre los dos países, el Gobierno brasileño tiene todo el derecho de prepararse para defender la parcela de intereses que le corresponde, así como nosotros para defender la nuestra. Como socios que somos en un emprendimiento energético de tanta importancia estratégica para ambos países, lo lógico y apropiado hubiese sido que una maniobra con tal finalidad fuera realizada conjuntamente por fuerzas militares de los dos países, aunque más no fuera nominalmente por parte nuestra. Decimos esto porque cualquier intervención militar unilateral del Brasil en Itaipú, por el motivo que fuere, implicará inevitablemente una agresión armada contra el Paraguay.
Por ser Itaipú un objetivo estratégico de primer orden para el Brasil, su seguridad nacional depende en gran medida del suministro energético de la usina binacional como quedó dramáticamente demostrado con el apagón a que hemos hecho referencia, cuya seguridad física y operacional depende también del Paraguay. Para eso se requiere que ambos países socios concierten la justa "asociación energética" estratégica en la usina binacional conforme con los principios de equidad proclamados en el Acta de Foz de Yguazú de 1966, que sentó las bases del mutuo entendimiento para concretar la construcción de la misma.
Más allá de los elaborados planes militares que el Brasil pueda tener respecto de Itaipú, ahora o en el futuro, y el poderío con que pueda contar en cualquier tiempo, su seguridad nacional nunca podrá separarse de la seguridad de la usina binacional. Pero lo que debe quedar bien claro es que la seguridad del emprendimiento energético conjunto jamás podrá sostenerse con la fuerza, por más poderosa que esta sea, sino con el entendimiento entre ambos países, mediante un trato justo y equitativo en la repartición de sus beneficios.
Cualquier plan de guerra del Brasil contra el Paraguay por Itaipú será un absurdo; será siempre una guerra equivocada, aniquiladora, imperialista, como lo fue la guerra genocida de la Triple Alianza.
Esta noticia difundida en un portal de internet no debiera merecer ninguna atención por parte del Gobierno paraguayo, pues se trata de un evento militar privativo de la estrategia militar de defensa del vecino país, aun cuando esté dirigido a una hipotética conflagración armada con el Paraguay.
Sin embargo, el inesperado y fortuito gran apagón que por muchas horas dejó a oscuras a 70 millones de personas en 18 estados del Brasil y a todo el Paraguay, calificado por el presidente Luiz Lula da Silva como "desastre", que afectó a la red de transmisión de Itaipú en el lado brasileño, y que, llamativamente, también afectó a la del lado paraguayo, hace que sea oportuno y conveniente para los intereses del Paraguay vincular ambos sucesos en el contexto de las relaciones bilaterales que tienen que ver con la usina hidroeléctrica binacional.
Más allá del malestar y perjuicios causados a un tercio de la población del inmenso país vecino, el incidente puso de resalto la gran importancia que tiene para la economía y la seguridad nacional del Brasil la usina de Itaipú; una realidad desde un principio intencionalmente soslayada por el Gobierno de ese país para ocultar su vital dependencia de la energía suministrada por la misma.
Ciertamente, el apagón fue un accidente, sin ninguna relación con el plan militar actualmente en desarrollo en los estados de Paraná, Santa Catarina y Río Grande del Sur, programado con mucha antelación, pero la coincidencia viene bien para resaltar la incongruencia de la política de mal vecino implantada por Brasil en Itaipú.
En ese sentido, en su relación con Paraguay hasta ahora el Brasil se manifiesta y actúa como una potencia imperialista, explotadora y a menudo agresiva, de la que nuestro país no puede esperar un trato justo en sus relaciones bilaterales, en particular respecto de Itaipú.
Más allá de los discursos y las notas reversales aún pendientes de aprobación por el Congreso brasileño, hasta ahora poco o nada se ha concretado en cuanto a los reclamos paraguayos en Itaipú. A lo sumo, se ha logrado catalogar las tareas pendientes para el logro de una cogestión plena en la administración de la hidroeléctrica binacional, en tanto que la restitución de nuestra soberanía energética en la misma continúa siendo postergada.
Las meras manifestaciones de buena voluntad del Gobierno brasileño para atender los reclamos paraguayos no son suficientes para que confiemos que la apuesta por nuestros legítimos derechos esté ganada.
Más allá del optimismo del presidente Fernando Lugo y de la supuesta bonhomía de su homólogo brasileño, existe el riesgo de que en cualquier momento el Brasil se desentienda de la lista de prioridades que conforman el paquete de reclamos paraguayos.
Pese a la cordialidad que caracteriza a los periódicos encuentros presidenciales, y aun cuando el Congreso brasileño apruebe integralmente el acuerdo suscrito sobre Itaipú, todavía quedará pendiente la cuestión fundamental de cuáles de los reclamos paraguayos el Gobierno brasileño está realmente dispuesto a atender, en qué medida, y lo más importante de todo, CUANDO.
Volviendo a las maniobras militares en curso en nuestra frontera, destinadas a simular la captura de la usina de Itaipú por tropas militares brasileñas, reiteramos que ellas no deben preocuparnos habida cuenta de que, eventualmente, uno de los talones de Aquiles de la colosal represa se asienta en la margen paraguaya del río Paraná. Tratándose de una usina hidroeléctrica binacional, compartida en los papeles en partes iguales entre los dos países, el Gobierno brasileño tiene todo el derecho de prepararse para defender la parcela de intereses que le corresponde, así como nosotros para defender la nuestra. Como socios que somos en un emprendimiento energético de tanta importancia estratégica para ambos países, lo lógico y apropiado hubiese sido que una maniobra con tal finalidad fuera realizada conjuntamente por fuerzas militares de los dos países, aunque más no fuera nominalmente por parte nuestra. Decimos esto porque cualquier intervención militar unilateral del Brasil en Itaipú, por el motivo que fuere, implicará inevitablemente una agresión armada contra el Paraguay.
Por ser Itaipú un objetivo estratégico de primer orden para el Brasil, su seguridad nacional depende en gran medida del suministro energético de la usina binacional como quedó dramáticamente demostrado con el apagón a que hemos hecho referencia, cuya seguridad física y operacional depende también del Paraguay. Para eso se requiere que ambos países socios concierten la justa "asociación energética" estratégica en la usina binacional conforme con los principios de equidad proclamados en el Acta de Foz de Yguazú de 1966, que sentó las bases del mutuo entendimiento para concretar la construcción de la misma.
Más allá de los elaborados planes militares que el Brasil pueda tener respecto de Itaipú, ahora o en el futuro, y el poderío con que pueda contar en cualquier tiempo, su seguridad nacional nunca podrá separarse de la seguridad de la usina binacional. Pero lo que debe quedar bien claro es que la seguridad del emprendimiento energético conjunto jamás podrá sostenerse con la fuerza, por más poderosa que esta sea, sino con el entendimiento entre ambos países, mediante un trato justo y equitativo en la repartición de sus beneficios.
Cualquier plan de guerra del Brasil contra el Paraguay por Itaipú será un absurdo; será siempre una guerra equivocada, aniquiladora, imperialista, como lo fue la guerra genocida de la Triple Alianza.