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Los apicultores consultados sobre el problema respondieron que el 50% de sus colmenas quedaron vacías; sin embargo, otros que alimentaron convenientemente a sus abejas perdieron mucho menos.Durante el pasado invierno de este año no hubo floración; solamente las colonias que tuvieron una buena reserva de alimentos sobrevivieron para dar la cosecha primaveral (set/oct.). El año pasado, toda la producción del campo sufrió un duro castigo. Tanto la agricultura como la ganadería han sufrido ingentes pérdidas por falta del vital líquido; se trata de un fenómeno que no se ha producido desde hace unos sesenta años.
La falta de humedad causó la caída de las hojas y frutos; evitó la floración de las plantas, y naturalmente, sin flores no hay néctar ni polen y las abejas no pueden desarrollar sus colonias. Entonces, al no haber nacimiento de nuevas obreras, las colonias se van despoblando hasta desaparecer.
Las abejas melíferas, en largos períodos de escasez, emigran hacia lugares más propicios. Esta inclinación está muy desarrollada en las abejas africanizadas que tenemos en nuestro país. Aun cuando para el apicultor las condiciones se presentan aparentemente propicias, las colonias emigran, es decir, que abandonan sin motivo aparente su colmena, dejando a veces alimentos y algo de cría.
Este instinto, llamémoslo de "supervivencia", es lo que caracteriza a las abejas de lugares desérticos como el de Kalahari, en África, y como nuestras abejas son descendientes de aquellas, tienen genéticamente muy desarrollado este instinto de conservación y supervivencia.
Alimentar en otoño para cosechar en primavera: Una tendencia muy difundida entre los nuevos apicultores es que no hay por qué dar alimentos a las colonias de abejas, pues son ellas las que tendrían que recolectar el alimento para el apicultor.
No hay error más funesto para las colonias en producción que la falta de alimentos, ya que ellas dependen de los cuidados y previsión que el apicultor les otorgue en las duras épocas, como fines del otoño, el invierno y principios de la primavera.
El exceso de humedad y el frío: Otro gran enemigo de la secreción del néctar es el frío del sur, que afecta la producción de néctar, pues cuando hace frío, los insectos polinizadores no vuelan en busca de este alimento y como el néctar es la recompensa de la planta al insecto, se evita también el desgaste inútil de los polinizadores.
Después de la gran sequía que tuvimos, ahora estamos soportando períodos de lluvias que están empeorando aún más la situación de las colonias. Es así como, en estos meses, no vislumbramos aún qué pasará con la cosecha de fines de año, porque es posible que se haya perdido el 60% de las colonias en nuestro país.
Robos: Un grave problema que azota desde hace varios años a los dueños de colmenares es el robo de las colmenas. Muchos apicultores han abandonado la cría de las abejas por este motivo. Los ladrones hacen fuego a la entrada de la colmena por la noche, y golpean las paredes de la misma; las abejas salen pero van chamuscando sus alas hasta que la población queda sin poder defenderse, quedando a merced de los ladrones los panales con miel. Un amigo ingeniero agrónomo y apicultor me dijo que ya nunca tendría colmenas, pues en una noche, en un colmenar distante de su casa destrozaron 20 colonias. Puedo asegurarles que no hay golpe más desagradable que, en una noche, vengan los dueños de lo ajeno a robar el trabajo de quien desea mejorar la calidad de vida de su familia explotando con toda buena fe y honradez la dulce industria de la miel.
Si observamos fielmente estas recomendaciones, probablemente no vamos a tener grandes pérdidas de colonias. Pero probablemente no podremos ya pensar en instalar grandes colmenares en nuestro país, porque las mismas causas que están desertificando el país son las que están limitando la cría de las abejas y de los otros rubros de subsistencia a nivel incluso familiar.
Nuestro deber, como paraguayos amantes de los recursos que puso a nuestro cuidado el Creador, es preservar y cuidar los bienes que no nos pertenecen a nosotros, sino a nuestros descendientes.
(*) Especialista en Producción apícola.
La falta de humedad causó la caída de las hojas y frutos; evitó la floración de las plantas, y naturalmente, sin flores no hay néctar ni polen y las abejas no pueden desarrollar sus colonias. Entonces, al no haber nacimiento de nuevas obreras, las colonias se van despoblando hasta desaparecer.
Las abejas melíferas, en largos períodos de escasez, emigran hacia lugares más propicios. Esta inclinación está muy desarrollada en las abejas africanizadas que tenemos en nuestro país. Aun cuando para el apicultor las condiciones se presentan aparentemente propicias, las colonias emigran, es decir, que abandonan sin motivo aparente su colmena, dejando a veces alimentos y algo de cría.
Este instinto, llamémoslo de "supervivencia", es lo que caracteriza a las abejas de lugares desérticos como el de Kalahari, en África, y como nuestras abejas son descendientes de aquellas, tienen genéticamente muy desarrollado este instinto de conservación y supervivencia.
Alimentar en otoño para cosechar en primavera: Una tendencia muy difundida entre los nuevos apicultores es que no hay por qué dar alimentos a las colonias de abejas, pues son ellas las que tendrían que recolectar el alimento para el apicultor.
No hay error más funesto para las colonias en producción que la falta de alimentos, ya que ellas dependen de los cuidados y previsión que el apicultor les otorgue en las duras épocas, como fines del otoño, el invierno y principios de la primavera.
El exceso de humedad y el frío: Otro gran enemigo de la secreción del néctar es el frío del sur, que afecta la producción de néctar, pues cuando hace frío, los insectos polinizadores no vuelan en busca de este alimento y como el néctar es la recompensa de la planta al insecto, se evita también el desgaste inútil de los polinizadores.
Después de la gran sequía que tuvimos, ahora estamos soportando períodos de lluvias que están empeorando aún más la situación de las colonias. Es así como, en estos meses, no vislumbramos aún qué pasará con la cosecha de fines de año, porque es posible que se haya perdido el 60% de las colonias en nuestro país.
Robos: Un grave problema que azota desde hace varios años a los dueños de colmenares es el robo de las colmenas. Muchos apicultores han abandonado la cría de las abejas por este motivo. Los ladrones hacen fuego a la entrada de la colmena por la noche, y golpean las paredes de la misma; las abejas salen pero van chamuscando sus alas hasta que la población queda sin poder defenderse, quedando a merced de los ladrones los panales con miel. Un amigo ingeniero agrónomo y apicultor me dijo que ya nunca tendría colmenas, pues en una noche, en un colmenar distante de su casa destrozaron 20 colonias. Puedo asegurarles que no hay golpe más desagradable que, en una noche, vengan los dueños de lo ajeno a robar el trabajo de quien desea mejorar la calidad de vida de su familia explotando con toda buena fe y honradez la dulce industria de la miel.
Si observamos fielmente estas recomendaciones, probablemente no vamos a tener grandes pérdidas de colonias. Pero probablemente no podremos ya pensar en instalar grandes colmenares en nuestro país, porque las mismas causas que están desertificando el país son las que están limitando la cría de las abejas y de los otros rubros de subsistencia a nivel incluso familiar.
Nuestro deber, como paraguayos amantes de los recursos que puso a nuestro cuidado el Creador, es preservar y cuidar los bienes que no nos pertenecen a nosotros, sino a nuestros descendientes.
(*) Especialista en Producción apícola.