Santi Peña, el que no corta el bacalao

Por primera vez, en esta democracia alumbrada por la Constitución de 1992, estamos en la situación de tener actualmente un presidente de la República, si bien elegido democráticamente, con un liderazgo delegado por quien realmente tiene el poder y que es presidente del Partido Colorado, Horacio Cartes.

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Al inicio del periodo e inclusive antes de que asuma la presidencia Santiago Peña, hubo muchas especulaciones sobre un distanciamiento del mismo respecto al expresidente Cartes. Dirigentes políticos colorados y de la oposición consideraban imprescindible ese desapego para que pudiera gobernar con independencia.

Sin embargo, no ocurrió eso y parece difícil que ocurra, teniendo en cuenta que Peña tiene claro el papel que le fue dado: el de un presidente que solo debe ocuparse de las cuestiones vinculadas a la administración del país, sin intentar inmiscuirse en movidas políticas, sean en el Congreso, en el Partido Colorado o cualquier otra institución.

Por lo que se vio hasta ahora, Peña solamente puede opinar a favor o callarse ante lo que hagan dirigentes de su partido, aún si incurren en injusticias, inconstitucionalidades, ilegalidades o arbitrariedades.

El presidente de la República no tiene además incidencia en las decisiones que adopta su grupo político sobre cuestiones que hacen a los otros poderes del Estado.

Públicamente, se sabe que el mandatario es solo uno más dentro del comando político de Honor Colorado, el cual está liderado con mano de hierro por el expresidente Cartes.

La duda es si esta situación se puede sostener por tiempo indefinido o, al menos, hasta el final de este periodo presidencial.

Hasta ahora, Peña no ha tenido que pasar, al contrario de todos sus antecesores en el cargo, por una crisis de grandes proporciones, que lo obliguen a ejercer realmente un liderazgo.

A todos los anteriores mandatarios les llegó un momento en el que debieron enfrentar situaciones que pusieron en zozobra su administración, ya sean levantamientos militares, juicios políticos, manifestaciones populares masivas, epidemias o vacíos de poder.

Por la experiencia vivida, sabemos que es inevitable que en cada periodo surjan este tipo de situaciones que, a su vez, son impredecibles.

Cada mandatario que pasó por una situación así, tuvo que salir a poner en juego el poco o mucho liderazgo que tuviera para intentar resolver la crisis que le tocaba.

En el caso de Peña, al no tener el liderazgo político de su sector, no dependerá de él resolver una crisis como las que pasaron otros presidentes. La pregunta entonces no será “qué hará el presidente” sino “qué hará Cartes”.

mcaceres@abc.com.py

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