El economista cartista parece haber ingresado en una etapa de desesperación, pese a que aún faltan varios días para las elecciones y se le da por hacer promesas a diestra y siniestra, con el evidente objetivo de captar, como sea, todos los votos que pueda.
Unas de las receptoras de sus promesas rimbombantes son las coordinadoras de funcionarios públicos a las que considera clave para el día “D” de la elección.
Además, Peña acomoda su discurso según quienes sean sus interlocutores. A los funcionarios del Estado les dice que les dará todo. A los del sector de la Salud, les prometió que trabajarán menos y se jubilarán antes, lo cual no suena bien para las Cajas Públicas de Jubilación y tampoco para la gente que acude a los hospitales y se encuentra sin profesionales ni medicinas.
En tanto, a los empresarios, Peña les dijo que los trabajadores deberían aguardar tener más edad para jubilarse y admitió la insostenibilidad de las Cajas Jubilatorias que drenan los impuestos que podrían destinarse a cuestiones urgentes y necesarias, como Salud y Educación.
Peña, como economista que es, seguramente no desconoce que, en caso que logre ganar las elecciones el 30 de abril, le será imposible cumplir los compromisos con todos los sectores a los que ahora intenta seducir.
Es evidente que solo responde a un libreto y a un objetivo y que su lógica es la de que el fin justifica los medios. La inconsistencia, contradicciones e hipocresía en las que incurre sistemáticamente no pasan desapercibidas para los electores medianamente críticos.
Sin embargo, eso no significa que irremediablemente vaya a perder las elecciones. Dada la composición del electorado en Paraguay, con una mayoría de simpatizantes colorados, no se puede descartar que, por fanatismo o por tradición, igual voten por Peña, aunque él ni siquiera sea de auténtica estirpe colorada.
Del otro lado, ninguna de las dos principales duplas de la oposición, Euclides Acevedo-Jorge Querey y Efraín Alegre-Soledad Núñez consiguen capitalizar la situación en la que navega el candidato colorado.
Acevedo-Querey no lograron atraer votantes colorados como pretendían y carecen de una estructura a nivel nacional que les permita mover en masa a sus posibles electores y cuidar sus votos.
Alegre-Núñez cuentan con más posibilidades por estructura y respaldo, pero no consiguen asegurar el apoyo del electorado progresista que los mira con desconfianza, más allá de que no votarían por el candidato cartista.
En lo que queda de campaña hasta el 30 de abril, es muy posible que Peña siga perdiendo respaldo, incluyendo el de electores de su partido. Además, pende como una nube amenazante la posibilidad de más sanciones contra Horacio Cartes y entorno que terminarían de expulsarlo definitivamente del escenario económico y político.
Las debilidades y fortalezas que muestran actualmente los candidatos hacen prever una disputa encarnizada que se decantará hacia quienes cometan menos errores hasta las elecciones.