Mudemos la capital

Existen problemas que nos sacan de nuestras casillas y la solución rápida que encontramos a los mismos es huir de ellos antes de que nos sigan molestando. Es muy parecido a lo que se quiere lograr con las posibles soluciones del actual gobierno especialista en tirar globos sonda, medir la temperatura de lo aguantable para la gente y recular si cae mal.

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Recordemos que Asunción no fue siempre la capital de nuestra República, durante la Guerra de la Triple Alianza y ante el avance de los enemigos se decidió el traslado momentáneo de la capital a Luque (un 22 de febrero de 1868), luego a Piribebuy (el 8 de diciembre de 1868) y posteriormente a Curuguaty (el 31 de agosto de 1869).

Es la brillante solución que queremos sugerir al presidente Peña ante los numerosos problemas que se le presentan a su gobierno, salvando las distancias con lo ocurrido en plena guerra de exterminio contra nuestro país. Mudar la capital para transferir los problemas a otras poblaciones se parece bastante a lo que se estuvo planteando en los pasados días.

Cientos de aborígenes llegan a Asunción cada cierto tiempo para exigir lo más básico y elemental para sus vidas y sus comunidades: tierras, techo, comida. Lo que para ellos puede significar alimentos, mantener sus raíces y vivir con dignidad. En la ciudad están los que se quejan a causa de las manifestaciones, la ocupación y destrucción de espacios públicos, los bloqueos diarios de las avenidas y la inseguridad reinante, lo que tampoco deja de ser moneda corriente en muchas zonas con o sin aborígenes.

La realidad es tan dura que en lugar de encontrarles soluciones de fondo se analiza cambiar el escenario de las manifestaciones, llevarlas a zonas más apartadas donde no se vean tanto a indígenas y sean molestia para otras personas. Antes que identificar los problemas de tierra, de títulos, de los timos y explotaciones que sufren esos seres humanos, vamos a apartar la mirada como solemos hacer en los semáforos.

Tampoco podemos negar que hacer la vista gorda a los problemas es una especie de deporte nacional que todos practicamos en diferentes momentos, esta costumbre es conocida también como la Ley del Ñembotavy. Parece que esperamos que todo termine saturándonos, que la gota colme el vaso, para actuar.

El viernes pasado el presidente anunció, durante una jornada de Gobierno realizada en el departamento de Canindeyú, la construcción del Gran Hospital de Curuguaty que iniciará en marzo de 2025. Celebramos como paraguayos que se proyecten nuevos hospitales para toda la población del país, pero no podemos dejar de observar una realidad preocupante. El mismo día el Dr. Jesús Irrazábal del Hospital Nacional de Itauguá denunciaba que el más grande los hospitales, está con stock cero en materiales y medicamentos de los más básicos para que dicho centro hospitalario funcione.

Creo que está de más recordar que además del edificio, el hospital requiere de otras cuestiones básicas para su funcionamiento, recursos humanos, medicamentos e insumos. Atracurio y fentanilo son solo dos de las drogas muy necesarias en el nosocomio, y que ahora no se tienen. Además, faltan cefotaxima, ampicilina, ceftazidima y meropenem. Entre los insumos, lo que más llama la atención es que se quedan sin algodón y alcohol líquido. Si nos falta algodón en el más grande Hospital Nacional algunas alarmas tienen que sonar.

Los médicos no podrán hacer nada en casos de urgencias, no podrán realizar cirugías urgentes ni programadas. Esto no es algo que pueda tomar por sorpresa al Ministerio de Salud, es simplemente la nula planificación. El stock cero de insumos y medicamentos básicos es la completa dejadez, el súmmum de la inoperancia más criminal.

No estamos hablando desde el pesimismo fanatizado cuando analizamos que, con estos mismos administradores, los futuros hospitales difícilmente puedan dar cobertura a los que la están pasando mal, los enfermos y sus familiares, así como será difícil que el personal de blanco pueda cumplir con su labor.

Ya lo dijo abiertamente un consejero del Instituto de Previsión Social hace poco, las obras hay que hacerlas donde más se ven, no donde son necesarias. Una mezcla de practicidad e irresponsabilidad. No nos deja de impresionar tampoco este tipo de asesoramiento en la previsional.

Si para evitar ver la problemática indígena mudaremos las oficinas de la institución rectora a otras zonas, ¿qué solución podríamos encontrarle a la total irresponsabilidad de la falta de insumos y medicamentos en el Hospital Nacional? Esperemos que no sea simplemente echar a los médicos que denuncian las falencias.

arturo@abc.com.py

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